Cultura
Albertina Quintana de Olhaberry, Señora de la Cultura
Al hablar de Pitina muchos la asocien inmediatamente con el Teatro "La Escena", pero esa era la puerta de entrada al gran abanico que se abría para seguirla en su vida inquieta y apasionada.
La Cultura de Gualeguay
Albertina Quintana de Olhaberry, Señora de la Cultura
Hay personas que marcan un camino dentro de la comunidad a la que pertenecen, algunas por ser docentes ejemplares, otras por su sabiduría, también por su dedicación al prójimo, o por su cultura en los más variados géneros y el trabajo permanente para generarla y difundirla. Una de ellas fue a la Sra. Albertina Quintana de Olhaberry, Pitina, como la conocíamos todos los que nos unimos a sus expresiones culturales. A quienes fuimos parte de su grupo, nos formó en ese sendero de las expresiones culturales sumándonos a la Comisión de Cultura Municipal, a la Biblioteca Popular, a Cantando en el Río, Expoguay, al teatro, al carnaval. Nada escapaba de sus iniciativas; su creatividad y su ímpetu no tenían límites.
Es posible que al hablar de Pitina muchos la asocien inmediatamente con el Teatro "La Escena", pero esa era la puerta de entrada al gran abanico que se abría para seguirla en su vida inquieta y apasionada, promoviendo distintos espectáculos. Estar a su lado constituía un gran desafío. En cada lugar que ocupó dejó su impronta de mujer culta, amante de la lectura, de las obras clásicas y de la fantasía, de la música, de la tradición.
Muchos fueron los que la acompañaron en sus emprendimientos, personas de la estatura de Mario Alarcón Muñiz, de Feliciano Rodríguez Vivanco, y de todo el elenco de gente joven que la admirábamos. Nos enseñó protocolo, modales, el respeto al público antes que nada; nos hizo conocer personalidades del arte porque estaba relacionada con los grandes protagonistas del hacer cultural de la Argentina. La puerta de su escenario estaba abierta para todos por igual, con una condición insoslayable: ser responsables.
Siendo presidente de la Biblioteca Popular propuso rendirle homenaje al poeta y prosista Carlos Mastronardi en el primer aniversario. Esta moción fue aceptada inmediatamente y a partir de junio de 1977, descubriéndose la placa en la puerta de ingreso en sencillo acto, nuestra Biblioteca lleva el nombre del escritor.
"Cantando en el Río" fue para ella y colaboradores uno de sus grandes amores; junto a quienes conocían de folclore llegó a armar excelentes propuestas, aunque no faltó que más de una vez fueron corridas por el impredecible río que quería ganar protagonismo. Siempre hizo un lugar en el Teatro Italia para que el conjunto Entre Ríos 5 pudiera ensayar y los impulsó a los escenarios mayores.
Pitina trabajó incansablemente para Expoguay, stand en los que se exhibían productos, obras de arte, canto, y hasta teatro. Allí estaba ella mostrando a sus actores, por ejemplo en la obra "Entremés del mancebo que casó con mujer brava", de Alejandro Casona.
En su paso por Cultura de la Municipalidad instituyó el "Minuán de Oro", premio a los hijos destacados de Gualeguay, tanto en las artes, como en las ciencias. Es así que hubo tres ediciones de este reconocimiento en los que se homenajeó al gran médico Dr. Grato Eleodoro Bur, luego al escritor, docente y académico Prof. Alfredo Veiravé, y en el año 1976, al gran poeta "Juanele" Ortiz. En esa oportunidad, y por los muchos contactos de Pitina, organizamos un acto sin precedentes por la cantidad y calidad de artistas que nos visitaron para rendirle homenaje al poeta. Discursos, mesa redonda constituida por Gudiño Kieffer, Pérez Celis, Diana Ingro, Abelardo Arias, entre otras personalidades, concierto de piano y voz. Pitina estaba "en su salsa" y nosotros distinguidos y felices.
Y si al hablar de Pitina, inmediatamente nos viene a la memoria el teatro no estamos errados porque era su gran pasión. Con sus actores y equipo técnico, ella era feliz, contagiaba el entusiasmo. Los ensayos generales, el respeto por el público, las obras clásicas de varios actos, la cuidada escenografía y utilería, la pronunciación de las palabras marcaban su estilo. Por su contacto con el Fondo Nacional de la Artes consiguió el telón de pana verde y las butacas de cuero.
Entre las numerosas obras que dirigió nombro una que marcó una época y muchas anécdotas: "Fiebre de Heno", de Noel Coward. En esa época estaban junto a ella Anita Juan, Freddy Ara, Héctor Faure, Lito Argot, Chela Paredes, Norma Cabrera, entre otros jóvenes.
En el año 1973, tuve la oportunidad de trabajar en las obras "El último de los amantes ardientes", de Neil Simon y "El espíritu burlón", de Noel Coward; en 1974, en "¿Quién le teme a Virginia Woolf?", con diálogo original de Edward Albee. Un desafío y un aprendizaje maravilloso.
Pitina siempre pensaba en los jóvenes, en su formación cultural y es así que algunos memoriosos recordarán que en el año 1974, en la sala de su casa, planta alta del Banco de Italia, del cual era gerente su esposo, se realizó la reunión que dio comienzo a la organización del Encuentro Cultural de la Juventud en la que se encontraban muchos docentes de la Escuela de Comercio y Normal. Todo su equipo del teatro se sumó al emprendimiento, junto con gran cantidad de profesores. Es así que dirigimos obras, organizamos muestras de las distintas manifestaciones artísticas, desfiles de carrozas, demostraciones de gimnasia, bailes, reinas. ¡Una maravilla cultural de Gualeguay!
Escribir acerca de Pitina Olhaberry llevaría muchas páginas, emociones y anécdotas sin fin, reencuentros para recordar, lagrimear y reír porque supo vivir con alegría, con inquietudes, con pasión los múltiples placeres que trae el arte.
La querida Pitina fue y es referente para muchos que amamos las expresiones que enaltecen el alma porque ella no se guardó su saber, lo entregó a manos llenas; fue generosa y exigente.
Pitina fue una Señora de la Cultura a la que aún se le debe un homenaje.
Prof. Graciela Saavedra