“Den al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”
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“¿Está permitido pagar el impuesto al César o no?» Si Jesús de Nazaret respondía que había que pagar el impuesto al César, al emperador de Roma sería acusado de vende- patria y de idólatra ya que el poder se consideraba una divinidad. Y que si decía que no había que pagar sería apresado por incitar a la rebeldía contra el orden establecido.
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A la respuesta la sabemos: "Den al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios".Pero Jesús primero tuvo la astucia de hacerle ver a los que le tendían la trampa, que la moneda que estaban usando era del César, con su rostro. Aquellos partidarios de Herodes Antipas estaban implicados en el "sistema" imperial: no debían ser entonces puritanos para acusar.Jesús les dice: "Muéstrenme la moneda con que pagan el impuesto": Con ironía les da a entender que El no estaba implicado con el aparato imperial, no usaba sus monedas; eran los acusadores los que sí la usaban.Como en todos los tiempos había en aquel momento grupos políticos que optaban por la violencia para rechazar el poder opresor.Pero llegaban tiempos nuevos en que los corazones eran invitados a adherir al Reinado Divino en el que los débiles, los que el poder excluye serían privilegiados.Llegaban los tiempos además en los que la gran revolución sería la del "cambio de mentalidad" (Eso quiere decir conversión); los tiempos del "corazón nuevo" anunciados en antiguas profecías.El poder humano jamás debe entonces divinizarse, absolutizarse. Jamás se debe comparar con el poder divino que es el amor incondicional, pacífico y dirigido a los humildes que recobran la dignidad de hijos. Jesús pone límites a la voracidad de los poderes de este mundo.Jamás los poderes humanos (el estado, el mercado, los dirigentes religiosos, las finanzas, los sindicatos, los tecnócratas de turno) deben entronizarse en un estrado para ejercer violencia física o simbólica contra nadie sobre todo contra la pobre gente, la que está "dinásticamente marginada".Ciertamente: "Una sociedad bien ordenada y fecunda requiere gobernantes, investidos de legítima autoridad, que defiendan las instituciones y consagren, en la medida suficiente, su actividad y sus desvelos al provecho común del país" (Juan XXIII).Sin embargo como decía Tomás de Aquino: "La legislación humana sólo posee carácter de ley cuando se conforma a la justa razón; lo cual significa que su obligatoriedad procede de la ley eterna. En la medida en que ella se apartase de la razón, sería preciso declararla injusta, pues no verificaría la noción de ley; sería más bien una forma de violencia".Existe el martirio porque siempre habrá creyentes que ante la violencia de los "césares" de turno opten en conciencia por la justa resistencia a las leyes que no están conforme a la justa razón.Decía Benedicto XVI : "El mártir es una persona sumamente libre, libre frente al poder, al mundo; una persona libre, que en un único acto definitivo da a Dios toda su vida (...)"Hoy el poder del César crea por un lado explotados de la manera más tradicional en las líneas de producción y por otro una buena cantidad de trabajadores-consumidores que se auto-explotan o que se deprimen porque no llegan a ser emprendedores exitosos. (La idea es de Byung-Chul Han).El César ya no necesita centuriones para endiosarse: le basta con usar la red digital, la propaganda consumista, el soborno.Dice el mismo autor: "Hoy cada uno es un trabajador que se explota a sí mismo en su propia empresa. Cada uno es amo y esclavo en una persona. También la lucha de clases se transforma en una lucha interna consigo mismo".Cuando un discípulo de Jesús cae de rodillas para adorar a Dios, para aprender los criterios de Jesús y de su Espíritu está realmente cambiando el mundo porque está constatando donde está el verdadero poder, el del Amor absoluto incondicional que no compite con ningún emperador de este mundo. Para eso es necesario el silencio. Sólo desde el silencio daremos a Dios lo que es de Dios y relativizaremos los poderes de este mundo.