Regina Gurovich, doctora en medicina
“Para mí nunca fue incompatible la maternidad y el hogar con la profesión”
“El Debate Pregón” conversó con la Dra. Regina Gurovich quien hasta no hace mucho tiempo desempeñaba su profesión de médica clínica y era y es muy apreciada por quienes la conocen y fueron sus pacientes. Formó su hogar con el recordado Dr. Jorge Besimsky con quien tuvo dos hijos, Mauricio y Edgardo. Regina recuerda lo difícil que fue ser aceptada por sus colegas en una sociedad machista en la que los médicos no estaban acostumbrados a trabajar con mujeres a la par. Fue realmente un hermoso momento el que compartimos con la Dra. Regina Gurovich y se los entregamos a ustedes.
Dra., ¿Ud. es oriunda de Paraná?Dra. R.Gurovich: Sí; comencé la escuela Paraná y cuando estaba en primero inferior trasladaron a mi padre a Crespo, en ese entonces un pueblo con calles de tierra. Terminé la primaria y como no había colegio secundario que no fuera religioso, hice ese nivel en el Liceo de Señoritas de Paraná. Cuando terminé me fui a estudiar medicina a Rosario. Terminada la carrera estuve haciendo docencia en una cátedra a la que ingresé por concurso de antecedentes y oposición. En ese momento la facultad dependía de la Universidad del Litoral. Cuando hice el doctorado, que es totalmente independiente, ya era Universidad de Rosario. Cursé y rendí las materias del doctorado, me casé, pero me faltaba la tesis, para lo cual no tenía un tiempo determinado. En un momento llegó una carta en la que me informaban que me quedaba un año para la tesis o perdía lo cursado. Tenía ya a mis dos hijos, uno de 3 y otro de 4 años y me resultaba difícil, pero no imposible, y me recibí. Después que bañaba los chicos, cenaba con ellos, me quedaba a estudiar toda la noche, dormía muy poco y ya temprano me iba al Hospital. Yo lo hice con mucho gusto, tenía realmente deseos de terminar el doctorado. Contemporáneos en Gualeguay hubimos sólo dos doctores: Piro Solari y yo; todos los demás son médicos, incluso mi esposo.Su esposo, ¿era de Gualeguay?Dra. R.Gurovich: Sí, pertenecía a una familia de acá. Como se exigía ser bachiller para entrar a medicina, y acá había magisterio, terminó el secundario en Gualeguaychú y después se fue a estudiar a Córdoba, hizo docencia allá, hasta que por razones económicas se tuvo que hacer cargo de su mamá y de su hermana por lo que se vino a Gualeguay a desempeñar su profesión.Hasta ese momento no se habían cruzado sus vidas...Dra. R.Gurovich: Nos conocimos en un casamiento en Galarza. Él dice que me conoció ahí, yo no me acuerdo de él en esa oportunidad, sí del casamiento (risas). Después fue a Rosario por trámites, me fue a visitar y comenzamos nuestra relación. El día que cumplimos 26 años de casados, falleció. Mauricio, nuestro hijo mayor es médico, ejerce acá; Edgardo es ingeniero industrial y reside en Buenos Aires; tienen 11 meses de diferencia. Con hijos chicos yo estaba dispuesta a trabajar; Jorge me decía que no iba a poder. Cuando no se estilaba, decidí organizar el consultorio dando turnos porque quería atender a mis hijos, bañarlos, darles la mamadera, hacerlos dormir; tenía en cuenta siempre los horarios de los chicos. Para mí nunca fue una antítesis la maternidad con la profesión, como tampoco el hogar y la profesión. Cuando Jorge me propuso casamiento, la condición que puse fue seguir trabajando.¿Se complementaban en la profesión?Dra. R.Gurovich: Era muy amplio, nos respetábamos mutuamente como pareja y en la profesión, cosa que acá no pasó con los colegas. Por ejemplo, en una oportunidad vi una paciente, diagnostiqué abdomen agudo, lo llamo al cirujano, le pedí que no la hiciera esperar. Unas horas después el cirujano pide hablar con mi esposo y le comenta qué había encontrado en la paciente que yo le derivé. Entonces mi esposo le dijo que él no sabía de qué se trataba, que quien tenía el caso era yo. La sociedad era terriblemente cerrada y machista y llevó un tiempo para que me reconociera. Antes que yo había estado la Dra. Mac Kay a quien no conocí, así que la única médica mujer era yo. Otra anécdota que recuerdo es que haciendo sala en el Hospital, miré una placa y di el diagnóstico. Hasta ese momento los colegas me decían señora, ahí empezaron a tratarme de doctora; les resultaba difícil admitir que una mujer estuviera a la par de ellos. El Dr. Muchnik, la persona más divina del mundo, aparte de ser el médico que me asistió en el nacimiento de mis hijos, me decía: "El único que tiene derecho a decirle señora, soy yo porque le atendí los partos, sus colegas tienen que decirle doctora, porque usted es como ellos". Y a esto no lo cuento como mérito mío, sino porque defiendo la posición de las mujeres. Recuerdo también que se hizo un concurso para un cargo en el Hospital, lo gano por mis méritos y van autoridades del Colegio Médico de ese entonces a plantear en el Ministerio de Salud en Paraná que querían una revisión del examen. El empleado de ese sector me llama y me pregunta. "Dra., ¿por qué quiere una revisión si usted ganó el concurso?"- Yo no la pedí, le contesté. A esto el empleado, que era un caballero me dijo que se habían presentado las autoridades del Gualeguay diciendo que yo estaba de acuerdo con una revisión. No podían concebir que yo les hubiera ganado a los hombres. Ahora ya se acostumbraron porque hay muchas médicas, porque en la facultad tuvieron compañeras. Yo tuve compañeras mujeres, pero los varones de mi facultad tenían otra mentalidad, nos cuidaban, nos acompañaban, los profesores muchas veces nos llevaban en un clima muy correcto. Cuando vine a trabajar acá, y tenía que ir a ver una paciente a su casa, a la noche, el esposo me hacía sentar atrás en el auto, no fueran a pensar mal de mí. A esas cosas me costó adaptarme. La gente encantadora, pero yo era la señora del Dr. Besimsky, para nada la Dra. Gurovich. Llegó un punto que no me molestó, pero llamaba la atención que no podía concebir que una mujer estuviera a la par de mis colegas, o la sociedad verme como la Dra. Gurovich.Su esposo trabajaba hasta muy tarde. ¿Cómo sobrellevó esa situación?Dra. R.Gurovich: Nos adaptamos mutuamente porque él aceptó tomar vacaciones; en esa época se podía, los chicos no tenían muchas obligaciones y nos íbamos en el mes de diciembre. Después, por distintas razones, la realidad fue cambiando, tomábamos períodos más cortos, pero las vacaciones serán sagradas. Cuando nuestros hijos estaban estudiando en Buenos Aires, volvíamos del Hospital el sábado, él preparaba el auto y yo los sandwich y los bolsos; nos íbamos con ellos, para volver al día siguiente. Por otra parte entendió que había que dar turnos; no mejoró mucho, pero algo fue. A mí me gustaba recibir amigos, pero con los horarios de Jorge no se podía. Recuerdo que cuando me repuse de mi primer parto invité a almorzar al Dr. Muchnik y a su señora. A mi esposo lo habían llamado a las 10 de la mañana para una urgencia y eran las 2 de las tarde y no aparecía; ellos no querían almorzar sin él. A partir de ahí aprendí a no invitar, pero no por no invitar, sino porque para él su profesión era tan importante que las horas se pasaban, tanto que para sus cumpleaños, venía la gente a saludarlo y la que recibía los saludos era yo. Amaba la profesión y los pacientes lo querían mucho. Y algo me llama la atención: después de más de 20 años de fallecido, siempre tiene flores en su tumba.Y tiene a su lado un hijo médico...Dra. R.Gurovich: Es más difícil porque conoce menos el reloj que el papá. Cuando conocí a su señora le conté mi experiencia: cenaba con los chicos y los atendía mientras mi esposo seguía trabajando, y si algo pasaba en casa mientras yo estaba en el Hospital, inmediatamente que me avisaban, me venía y me cubría Jorge lo que me faltaba atender. Y bueno, mi nuera ya se habrá acostumbrado.Y ahora disfruta de los nietos...Dra. R.Gurovich: Me retiré hace 3 años por circunstancias de salud; amo la profesión y me vi obligada a dejar de atender. Disfruto de mis nietos: Laura, Florencia, Santiago y las mellizas Clara y Paula. Florencia y Santiago, hijos de Mauricio, son los que viven en Gualeguay.
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