"Panadería Picasso" en el recuerdo gualeyo.
Emilio Picasso: “La panadería siempre fue mi oficio y mi lugar”
Es que desde que nació, en el año 1943, Emilio ya respiraba el aroma panaderil. Su padre, Tomás Amadeo compra a su tío, en el mismo año 43’, el fondo de comercio de la panadería “La sin bombo”, que había sido inaugurada en el año 1913. Es a partir de esta fecha que la familia considera el nacimiento del emprendimiento. Y, a partir de la década del 40’ se consideró al comercio “Panadería Picasso”.
En la entrevista, don Emilio, con 80 años, nos relata algunos aspectos de la historia del tradicional comercio, que estuvo situado desde siempre en Ayacucho Nº 14. Picasso, destacó: “La panadería siempre mi oficio y mi lugar”.
¿Cuándo y de qué manera nace “Panadería Picasso”?
Emilio Picasso: Uno de mis tíos abuelos, el 13 de abril del año 1913 compra una panadería al señor Favani, en calle Nogoyá Nº 29, que luego pasó a denominarse Ayacucho. Es así que inaugura “Panadería Picasso” que, en un principio y durante mucho tiempo se llamó “Panadería la sin Bombo”. Mi papá era nacido en 1911 es decir que era muy chico en los comienzos de la panadería. Es así que teniendo 16 ó 17 años él trabajaba con el tío y después debió realizar el servicio militar; luego del mismo, pasó un tiempo y mi padre trabajó en otros lugares, pero luego volvió a desempeñarse laboralmente en la panadería.
En el año 1921 se hizo un horno Sian nuevo, que en aquel momento significó un gran adelanto tecnológico y además se contaba con un numeroso personal, donde se trabajaba con mucha cantidad de harina. Se compraban hasta 40 bolsas de harina de 70 kilos. Había doce empleados divididos en dos cuadrillas: una de ocho operarios y la otra de cuatro que eran reemplazantes.
La verdad que es nuestra panadería fue la pionera en Gualeguay en mecanizarse, en el año 1955. Y en la provincia fuimos los segundos, detrás de Concordia. En aquella época había dos sistemas de trabajo: el mecanizado y el por taza. Este consistía en realizar la labor en una taza de 100 kilos de harina por cada obrero. Entonces, de acuerdo a la capacidad que producía, tenía la cantidad de gente. En una época trabajaban diez o doce personas que realizaban una gran cantidad de mercadería. Los hornos siguieron siendo a leña, con un trabajo manual, pero el sistema ya estaba mecanizado y eso significó un gran cambio.
Mi papá, con gran visión, mecanizó la panadería: viajó hasta Rosario y adquirió las máquinas. En la panadería trabajaba con siete empleados y a partir de allí se armó una sociedad, que se llamó “Panadería Picasso S.R.L”. Con el sistema mecanizado se implementaron otros métodos y horarios de trabajo.
¿Cómo se produce su ingreso a la empresa?
Emilio Picasso: Me cree en la panadería desde los 3 ó 4 años, que mi padre me llevaba con él. Luego estudié, incluso inicié una carrera terciaria. Pero me inicié en el oficio panaderil y con mi padre hicimos una sociedad, donde trabajé durante muchos años con él.
Se trabajaba muy bien, se hacía el tradicional pan dulce y el resto de las especialidades. Mi padre fallece en el año 1991, pero ya en el 86 u 87 le había comprado la parte por lo tanto era solo de mi propiedad. Y trabajé hasta el año 2000, en el cual, vendí el fondo de comercio y el edificio a Jorge Trezza. Vale decir que el edificio, que había sido comprado por mi padre en el año 1943, él lo vende a otra persona en 1989. Es decir que, por algunos años, yo alquilaba el espacio físico.
¿Trabajó junto a su familia?
Emilio Picasso: No. La que me acompañó un tiempo fue mi ex esposa.
¿Qué significó para usted el comercio?
Emilio Picasso: La panadería era mi vida. La quiero. Fue donde aprendí el oficio, incluso realicé cursos de panificación en Molinos Río de la Plata, en Buenos Aires y en otros lugares. Aprendí muchas cosas y hacíamos distintos tipos de mercadería. Sin embargo, mi lugar en la panadería era el de administrativo, hablando mal y pronto, el de patrón. Fue una etapa muy linda.
Había épocas que para fin de año hacíamos un pan de miga espectacular, no se rompía, no se desgranaba y la gente hacía cola en la calle para comprarlo. Esa fórmula nos la dio un amigo que conocí en Buenos Aires. Y también hacíamos todas las especialidades como las famosas tortas negras, los cuernitos, que durante muchos años y hasta el día de hoy algunos me preguntan por este producto. Y, el pan dulce, que sin ninguna duda fue un éxito total; la fórmula del mismo se hizo en el año 1947 a través de mi padre y un amigo, que trabajaba con él, Diego Vera. Cuando cerré la panadería seguí haciendo al pan dulce hasta el día de la fecha. En mi casa tengo los elementos necesarios para hacerlo y hago una cantidad limitada para vender.
Cuando pasa por el lugar donde estaba el comercio, ¿siente nostalgia?
Emilio Picasso: Y, por supuesto. Fueron muchos los años trabajando en el rubro, hasta mis 57 ó 58 años; fue mi vida. Junto con eso me desempeñé deportivamente en algunas instituciones, pero siempre mi oficio y mi lugar fue la panadería.
Al principio me causaba mucha tristeza pasar por el lugar porque esa panadería la conocí con el frente viejo. Realmente no quería pasar por el lugar, no doblaba en esa esquina.
¿Qué más le gustaría expresar por esa etapa en su vida?
Emilio Picasso: Agradezco infinitamente a toda la gente que me acompañó: a los empleados, los clientes, que eran todos muy buenos clientes y quienes me recuerdan con mucho aprecio. Por cierto, nos encontramos en la calle y hasta el día de hoy me relacionan con “Panadería Picasso”. Mucha gente me conoce y me saluda. Gracias al diario por esta nota.