Nació en Gualeguay
El amigo de las letras
"Y alguna vez, no siempre, guiado por el radar / el poema aterriza en la pista, a ciegas, entre relámpagos, carretea bajo la lluvia / y al detener sus turbinas, / descienden de él, pasajeros aliviados de la muerte: las palabras" ("Radar en la tormenta").
Nació en Gualeguay, Entre Ríos, el 29 de marzo de 1928. Realizó los estudios primarios y secundarios en la Escuela Normal Mixta de Maestros "Ernesto Bavio" de su ciudad natal. Egresó con el título de Maestro Normal Nacional. Inició sus estudios superiores en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Buenos Aires. En 1957 interrumpió su carrera al trasladarse a Resistencia.
Pese a inconvenientes de salud no resignó en ningún momento su voluntad de afincarse definitivamente en el Chaco por ser profesor unipersonal en la Facultad de Humanidades recientemente creada. En la Universidad Nacional del Nordeste continuó sus estudios suspendidos. Desde 1961, siendo alumno, se desempeñó ad-honorem como ayudante de cátedra.
Desde 1964 fue auxiliar interino de Docencia e Investigación. El 19 de marzo de 1963 recibió el título de Profesor en Letras. Trabajó como Profesor interino y por contratos. En 1970 logró la titularidad de la cátedra "Literatura Iberoamericana". El 29 de julio de 1983 fue designado miembro de la Academia Argentina de Letras.
Decía Alfredo de sus dos tierras, Entre Ríos y el Chaco: "Mi vida fue en realidad la de dos mundos / de uno me quedó otro idioma… / de éste, el que hablan mis hijos y mis nietos / palabras del guaraní, del quechua, del argentino".
Sin embargo, Veiravé fue mucho más allá de los límites de las provincias. Fue uno de los primeros poetas argentinos que aportaron a la construcción del imaginario "latinoamericano", que además de los autores propios del boom, incluía a poetas, aunque estos fueran (como sucede siempre) mucho menos visibles que los narradores.
Otros compañeros de ruta cuyas obras circularon mucho en la década de 1970 fueron el nicaragüense Ernesto Cardenal, el chileno Enrique Lihn, el cubano Heberto Padilla, el mexicano José Emilio Pacheco y el salvadoreño Roque Dalton, algunos de ellos con una concepción militante de la poesía, entendida como "un arma cargada de futuro", según el célebre poema del español Gabriel Celaya, cuyo título es en realidad un paradigma de la generación anterior, que en la Argentina se conoció como la "poesía social del ´60": pretendía unir vida y literatura; ya que la época postulaba como programa ineludible el compromiso del escritor con la sociedad de su tiempo, cuyos máximos exponentes fueron los poetas Juana Bignozzi y Juan Gelman.

Pero con una comprensión cada vez mayor, los poetas advierten que el único compromiso válido para un escritor es el lenguaje. De alguna manera había empezado a cuestionarse la idea de la "alta" literatura, y los poetas iban incorporando un concepto de belleza más amplio que el de las generaciones anteriores.
La literatura podía estar también en la vida cotidiana y surge entonces lo que luego se conoció como poesía coloquial. Uno de los fundadores de este movimiento fue el chileno Nicanor Parra. Una poesía que reproduce y recrea la lengua oral, aparece el prosaísmo, la incorporación del habla común dentro del poema, la revalorización de la imagen como piedra de toque, la tradición modernista de la poesía en lengua inglesa y los movimientos latinoamericanos de vanguardia y el abandono de la retórica española y francesa.
Veiravé fue poeta, ensayista, egresado como profesor en Letras de la UNNE, donde ejerció la docencia en varias cátedras. Dictó numerosos cursos dentro y fuera de la provincia y en países extranjeros. Crítico literario, autor de importantes y numerosos ensayos sobre escritores latinoamericanos.
Desde 1955 hasta 1991 su labor docente fue precedida por sus colaboraciones literarias en diarios, revistas y publicaciones del país y del extranjero, lo cual le permitió el acopio de innumerables notas periodísticas y artículos breves sobre temas, obras y autores de la literatura hispanoamericana y argentina principalmente.
Colaboró esporádicamente en los suplementos literarios de los diarios "La Prensa", "La Nación", "Clarín", y en periódicos de otros lugares del país. En los diarios chaqueños "El Territorio" y "Norte" tenía una columna titulada "La máquina de leer", dedicada a reseñar libros de autores chaqueños y en un marco más amplio, escritores argentinos y latinoamericanos.
Su obra poética figura en numerosas antologías de la poesía argentina y latinoamericana y ha sido traducida al inglés, al portugués y al italiano. El profesor Veiravé tenía espíritu permanentemente abierto, ávida curiosidad y rigurosa concentración, que llevaron a enriquecer su cultura y personalidad literaria. Sus versos se abrieron a otras disciplinas como la ciencia, la tecnología o la cibernética, mezclándose con la crónica real o la fantasía, la nota periodística… que nacían en el Chaco para extenderse por toda América.
Obtuvo importantes premios: Faja de Honor de la SADE (1955); Premio Leopoldo Lugones de la SADE y el Fondo Nacional de las Artes (1960 y 63). En 1982 recibió el Gran Premio de Honor de la Fundación Argentina para la Poesía. La Academia Argentina de Letras lo designó Académico en la clase correspondiente, con residencia en el Chaco.
Extracto de "Adiós al poeta Alfredo Veiravé", de Ketty Alejandrina Lis: "Gracias, Alfredo, por su poesía y por su constante trabajo en favor de la poesía (…) Gracias por su mano siempre tendida a todos aquellos que ponemos el alma para merecer el preciado título de poeta. Y, por último, gracias por tener dentro de usted tantas flores de lapacho que le enriquecieron la vida, como la poesía".
Veiravé falleció en Resistencia, el 22 de noviembre de 1991, a los 63 años.