Cuidado
En Argentina, las redes familiares son clave en la crianza: 7 de cada 10 parejas confían en abuelos y tíos
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Un relevamiento de la consultora Kantar reveló que el 70% de las parejas en el Área Metropolitana de Buenos Aires deja habitualmente a sus hijos al cuidado de un familiar, mientras que solo un 21% recurre a niñeras rentadas, opción más frecuente en los sectores socioeconómicos altos y entre padres más jóvenes.
El estudio, realizado en febrero de 2025 sobre 300 casos de padres, madres y cuidadores de niños de 0 a 6 años, indica que la frecuencia más habitual de este cuidado es de dos o tres veces por semana. Solo el 19% lo hace a diario. El principal motivo es la necesidad de compatibilizar los compromisos laborales con la crianza.
Cuidado que nutre y acompaña
Expertos destacan que las redes de cuidado —abuelos, tíos, vecinos, docentes, amigos— cumplen un rol fundamental en el desarrollo infantil. Según la doctora en Psicología e investigadora del CONICET, María Roca, “estas redes no solo alivian el estrés de los adultos a cargo, sino que favorecen un entorno estable y sensible que enriquece el desarrollo cognitivo, social y emocional”.
Investigaciones publicadas en Frontiers in Psychology respaldan esta mirada, señalando que el acompañamiento de adultos significativos fuera del núcleo parental se asocia a mayor bienestar emocional en la adultez, promueve resiliencia y fortalece la autoestima.
Complemento, no reemplazo
Los resultados de Kantar muestran que el 70% de los encuestados valora las redes de cuidado porque les permite trabajar, y un 40% reconoce beneficios emocionales que mejoran el bienestar familiar. Los especialistas subrayan que no reemplazan el rol de madres y padres, sino que lo complementan, ofreciendo experiencias variadas y aprendizajes que enriquecen la infancia.
En palabras de Roca, “la crianza se vuelve más sostenible en el tiempo cuando se apoya en otros vínculos significativos”. Y el desafío es reconstruir la idea de comunidad alrededor de las infancias, entendiendo que criar es una tarea compartida que se enriquece con cada gesto, mirada o juego que otro adulto ofrece.