Su paso por la facultad no solo significó un logro personal, sino que también abrió el camino hacia una enseñanza más inclusiva y sentó las bases de una política institucional de accesibilidad.

En diálogo con medios locales, Rodríguez recordó que el inicio de su carrera estuvo atravesado por incertidumbres: “No sabía nada cuando entré a la UTN, tenía mis inseguridades y pensé que iba a durar seis meses. Pero después de 10 años de esfuerzo y constancia, estoy muy agradecido con docentes, no docentes, amigos y compañeros que adaptaron el material”.

El flamante ingeniero destacó que su experiencia fue de aprendizaje recíproco y que siempre encontró disposición en la comunidad universitaria para acompañar su proceso. Su vocación, explicó, nació de la curiosidad por entender cómo funcionaban las computadoras, lo que lo llevó a insertarse en el ámbito laboral: “Entré por una pasantía en una empresa de desarrollo de software y hace cuatro años que trabajo y sigo aprendiendo”.