Pbro. Jorge H. Leiva
La esperanza, la paz, el papa
Todos los años el 29 de junio celebramos a los apóstoles Pedro y Pablo que son los patronos principales de Roma: celebramos así el día del papa
.
Nos dice la IA: “La solemnidad de San Pedro y San Pablo conmemora a estos dos
apóstoles, considerados pilares de la Iglesia. San Pedro, conocido como la roca sobre la que
se fundó la Iglesia, y San Pablo, el gran evangelizador, murieron como mártires. La fecha
se celebra en todo el mundo por la Iglesia Católica”.
Un célebre teólogo del siglo XX hablaba de dos principios fundamentales de la Iglesia: El
“principio petrino” de la Iglesia católica que refiere al ministerio de Pedro como cabeza
visible de la Iglesia y el “principio mariano” que se centra en la figura de María como
modelo de fe y seguimiento de Cristo.
Ambos principios, en relación con la paz, sugieren que la unidad de la Iglesia bajo la guía
de Pedro y la imitación de María, como discípula perfecta, son caminos hacia la paz, tanto
dentro de la Iglesia como en el mundo.
Hoy en estos días se hace mucho más urgente la oración por la paz, el deseo de la paz, el
trabajo por la paz. En efecto el papa León XIV pidió “detener la tragedia de la guerra” en
Medio Oriente “antes de que se convierta en una vorágine irreparable”, horas después de
que Estados Unidos bombardeara tres instalaciones nucleares en Irán y este país
respondiera con más ataques sobre Israel.
“Hoy más que nunca, la humanidad clama y pide la paz”, afirmó el sucesor de Pedro y
sostuvo que este pedido "exige responsabilidad y razón, y no debe ser sofocado por el
estruendo de las armas ni por las palabras retóricas que incitan al conflicto”. “Todo
miembro de la comunidad internacional tiene la responsabilidad moral de detener la
tragedia de la guerra, antes de que se convierta en una vorágine irreparable. No existen
conflictos 'lejanos' cuando está en juego la dignidad humana”, aseguró.
“Hoy más que nunca, la humanidad clama y pide la paz. Es un grito que exige
responsabilidad y razón, y no debe ser sofocado por el estruendo de las armas ni por las
palabras retóricas que incitan al conflicto. Todo miembro de la comunidad internacional
tiene la responsabilidad…”.
León XIV insistió en que “la guerra no resuelve los problemas, sino que los amplifica y
produce heridas profundas en la historia de los pueblos, que tardan generaciones en
cicatrizar”. “¡Que la diplomacia haga callar las armas! ¡Que las naciones tracen su futuro
con obras de paz, no con la violencia ni conflictos sangrientos!”, exigió.
Con los dos principios vitales del Pueblo de Dios: Pedro y María, pidamos ser “artesanos
de la paz” como decía el difunto papa Francisco; lo artesanal presupone una dedicación
exclusiva no en serie (por eso es lo contrario a lo que se hace de manera industrial con la
rutina de lo igual, de lo mecánico) hemos de encarar cada encuentro con los demás como
una obra de la paz; tarea primera, única o quizá última. Y eso que nos proponemos para
nuestros momentos cotidianos hemos de soñarlo para el corazón de los grandes dirigentes
de la política y también- y sobre todo- de las finanzas.
Meditemos con el sucesor de Pedro en esta fiesta de Pedro y Pablo, día del papa: “No
existen conflictos 'lejanos' cuando está en juego la dignidad humana".
Que la Reina de la paz nos ampare.