ESPECTACULOS
Juana Molina, entre la despedida inconclusa a Antonio Gasalla y el posible regreso de Juana y sus hermanas
La actriz no dudó en referirse a su reelación con el capocómico además de desmentir viejas creencias sobre su enemistad con la televisión
El martes 18 de marzo de 2025 quedará marcado en la memoria colectiva: Antonio Gasalla falleció a los 84 años. El impacto de la noticia atravesó al mundo del espectáculo argentino, que vio partir a uno de sus más agudos creadores de humor, un capocómico que moldeó la televisión y el teatro con una mezcla inconfundible de mordacidad y sensibilidad.
¿Cómo se despide un país de una figura así? Entre homenajes y silencios, una carta sobresalió. La firmó Juana Molina, actriz, humorista y música. En la marea de mensajes, el suyo era diferente: crudo, dolido, honesto. En ella, abrió la puerta de una historia íntima y compleja, la de su vínculo con el actor: la admiración, el trabajo y ese quiebre que nunca cicatrizó.
A finales de los años 80 y principios de los 90, Juana se convirtió en figura recurrente de los programas de Gasalla. Su presencia encendía la pantalla. “Fue muy lindo, realmente. Porque nos entendíamos mucho desde el humor”, describió ella enb las últimas horas, consultada en el ciclo Domingo de espectáculos (Radio Splendid AM990) con Nahuel Saa y Clara Lis . “A mí me gustaba porque yo lo hacía reír y él me hacía reír a mí. Y entonces era... nos potenciábamos en ciertos aspectos. En un momento, hubo un año en el que yo era como la co-equiper de los sketches". La confianza y la libertad marcada por Gasalla generaron energía y complicidad. “Él tenía eso, ¿no? Como que se enamoraba de golpe de algunos actores, como en un momento se enamoró de Urdapilleta o de Tortonese... Después se enamoró de Verónica Llinás, antes se había enamorado de Veronelli, de Parrilli. Como que él tenía esos amores... Eso es lindo, llamaba a la gente que le gustaba mucho. Entonces, vos lo veías en sus ojos cuando otro actuaba y él estaba como observador, como espectador, y eso era muy lindo”.
Pero entonces llegó el giro doloroso. Fernando Marín, productor de televisión, le propuso a Juana su propio programa: Juana y sus hermanas, un ciclo pensado para lucir todo su abanico creativo. ¿Qué otra cosa hacer, sino correr a contarle la noticia a su mentor? Pero la transparencia no suele defender del desconcierto. Se enojó muchísimo. Nunca la perdonó. Desde ese momento, el trato con el actor se volvió distante, frío, casi hostil. De pronto, la compañía de Gasalla se transformó en ausencia. Décadas de silencio delimitaron el nuevo mapa de sus vidas.
“A partir de ahí me alejé. Nunca más volvimos a cruzarnos”, rememoró Juana. El dolor, aunque migró, nunca desapareció. “Terminamos muy peleados, qué sé yo, se ofendió, esas cosas de los egos que nos hacen hacer desastres, la verdad. Y bueno, yo lo entiendo. Hubo momentos muy ríspidos, entonces quedé medio resentida un tiempo y después yo pensé que había quedado ahí, pero... Y después leí esa nota que él había escrito diez años antes de morirse. Si yo la hubiese encontrado antes, lo habría llamado y nos habríamos encontrado. Y bueno, eso no pasó”.
El paso del tiempo solo acrecentó el hueco de lo no dicho. La herida de no haberse despedido pesa. “Me hubiera gustado hablar con él y rehacer ese vínculo. No hay nada más lindo que amigarse con alguien que querés.”, reconoció, en voz baja, casi un susurro por la radio.
El paso del tiempo solo acrecentó el hueco de lo no dicho. La herida de no haberse despedido pesa. “Me hubiera gustado hablar con él y rehacer ese vínculo. No hay nada más lindo que amigarse con alguien que querés.”, reconoció, en voz baja, casi un susurro por la radio.