Un lustro no tan limpio
La palabra lustro proviene del latín y quiere decir limpio, puro. Cada cinco años en la Antigua Roma (heredado de los griegos) se hacía un rito religioso de purificación, que incluía agua, o quemas de determinados materiales; y en algunos casos, enormes banquetes. También se podía hacer esta ceremonia para ‘limpiar’ una ciudad después de un hecho repudiable; para bendecir una cosecha; o las armas antes de una batalla. En definitiva, lo que hoy se llama (con muchas comillas) una limpieza energética.