Muchos la recordamos con afecto y gratitud. En mi caso —y como seguramente en el de muchos otros— guardo el recuerdo de haber asistido a algunas de sus clases particulares de inglés, en su casa de calle Segundo Gianello, pegado a la antigua Casa Bisso. Allí, con paciencia y dedicación, intentó que su alumno alcanzara mejores resultados , pero más allá del aprendizaje, lo que siempre transmitió fue cariño y voluntad.

Por nuestras edades, compartimos también encuentros de chicos y adolescencia con sus hijos, María y Santi, con quienes tenemos recuerdos que hoy cobran un valor aún más profundo.

Este sábado pasado  me comentaron ,que un día antes de su partida , Biby había estado en el Club Social, en un evento de A Viva Voce con la presentación del tenor gualeyo Flavio Fumaneri. Allí, el artista la reconoció entre el público, se acercó con alegría y la abrazó con el cariño que solo se tiene hacia una maestra que dejó huella. Ese gesto resume quién era Biby: una mujer sencilla, carismática, que llegaba al corazón de todos.

Seguramente no soy el único que la recuerda así. Hoy muchos  despiden a una persona querida, una mujer buena, que deja un legado de afecto y ternura en sus hijos, nietos y amigas que tanto la quisieron.

Descansá en paz, Biby. Tu sonrisa y tu calidez quedarán entre nosotros.

G.M.