Prof. Cristina Sánchez de Solari
En víspera del Aniversario de la Revolución Francesa

La Alianza francesa: un orgullo para Gualeguay
Cumpliéndose mañana, 14 de Julio, un nuevo aniversario de la Revolución francesa, y contando en Gualeguay con una institución tan valiosa como la Alianza francesa, creo oportuno resaltar el valor de la misma como una fuente cultural de tal envergadura que no es posible soslayar. Se trata de una Institución de excelencia que se mantiene sin otra ayuda que la de las excelentes personas que a ella están abocadas. Allí se aprende no solo la lengua francesa con todo lo que ella significa: enriquecimiento personal, oportunidades profesionalesy una apertura cultural de manera estructurada que nos da la posibilidad de entrar en la vida social del mundo francoparlante. Estamos hablando de la francofonía, que nos abre las puertas para promover la lengua francesa y sus valores subyacentes.

Los países francófonos son aquellos en los que se habla la lengua francesa ya sea de manera oficial o como una segunda lengua. Nos estamos refiriendo a países de Europa, América, África, Asia y Oceanía. La Francofonía (Organización Internacional de la Francofonía) brega por los mismos valores de la Revolución francesa: libertad, igualdad, fraternidad además de otros valores como los derechos humanos, la solidaridad, la democracia…Nuestros vínculos bilaterales con Francia se remontan a más de 150 años y afortunadamente se mantienen hasta nuestros días.
En la Alianza francesa no sólo se aprende la lengua francesa, sino que, además adentrándonos en la francofonía, podemos leer excelentes libros no solo de los más grandes escritores franceses que han llegado a la cima, sino también de autores francófonos de excelencia. Hoy me voy a referir a uno de ellos: Tahar Ben Jelloum, nacido en Marruecos en 1944, quien luego de terminar sus estudios de Filosofía llega a París para continuar con los mismos con una tesis de doctorado en Psiquiatría social en 1975. A partir del año 1972, ha escrito regularmente para el diario “Le Monde” y ha publicado poemas, cuentos y novelas. En uno de sus libros titulados “Lanuitsacrée” (La noche sagrada)ha obtenido el premio Goncourt en 1987. Este premio fue obtenido por Marcel Proust, quien llegó también a la cima literaria.
La obra de este autor a la que me voy a referir se desarrolla en dos cuentos que se complementan “L’enfant de sable”(El niño de arena) y “La nuitsacrée”(La noche sagrada). Y en esta obra subyace como un hilo conductor de la misma, la filosofía de Nietchze acerca de la “idea del tiempo”. Nietchze fue un filósofo muy prolífero y uno de los más complejos para interpretar. Por esa razón me voy a limitar a lo mínimo al respecto. En la segunda mitad del siglo XIX, los filósofos discutían acerca de si el tiempo era lineal o cíclico: Nietchze resuelve el problema con su “teoría del Eterno Retorno” en la que habla de lo cíclico (que todo vuelve). Todo se repite en el Cosmos y en la vida de cada uno de nosotros, esa repetición no es literal, pero sí se repiten situaciones, circunstancias, ideas, pensamientos, modas, historias…todo vuelve…y en definitiva podemos decir que el tiempo se da en las dos dimensiones: lineal y cíclica. Es lineal pues vamos hacia adelante, pero también es cíclica pues al vivir repetimos cosas que son similares a las ya vividas en esa entidad llamada “tiempo”.
En la obra se habla de una “calle circular”(cíclica) donde no hay forma de llegar a ningún lado, a ninguna parte, porque siempre se vuelve sobre lo mismo. Esta es la historia del personaje encerrado en su propia tragedia y de la que no puede escapar. La obra está inspirada en un hecho real, bajo la religión musulmana y las leyes del Corán. Acá va un pequeño resumen.
Una familia musulmana tiene características muy distintas a las nuestras. Para el padre es esencial tener un hijo varón, de lo contrario cae en la deshonra y hasta se burlan de él. Esta familia tiene siete hijas mujeres y están a la espera de un octavo nacimiento. El padre desesperado no sabe qué hará si nace otra hija mujer, y en su locura decide que sí o sí nacerá un varón. Para ello trama algo terrible y lo comunica a su esposa y a una partera. Si nace una mujer se la hará pasar por un varón. Debe nacer un mậle (macho), pero nace otra mujer. Se lo llama Ahmed y no permite que nadie se le acerque. De allí en más las peripecias de Ahmed lo van a llevar a una esquizofrenia.
Como varón que es considerado, va a una escuela coránica y recibe educación e ilustración. Las mujeres solo son para la cocina y las tareas de la casa. Así crece sometiendo a su madre y hermanas, pues la mujer debe ser sumisa y obediente. Se vuelve solitario y escribe un libro en el que va narrando su vida.
Se le practica una circuncisión simulada y cada vez que se mira al espejo se pregunta “quisuis je?”(quien soy yo?). Luego toma una esposa como corresponde a un verdadero musulmán para ser completo (una prima enferma) que luego muere. Antes de morir el padre lo llama para pedirle perdón, pero Ahmed está vacío de sentimientos.
El problema principal acá es “l´héritage” (la herencia) ya que de no haber hijos varones debe volver a la familia paterna. Ahmed tenía dos tíos.
Muerto el padre Ahmed/Zahra(este último el nombre femenino) arregla económicamente las cosas y se va de la casa. Quiere ser libre. En el camino es violada. Luego llega a una casa donde vive un cónsul con su hermana, comienza una relación con el cónsul y se siente feliz. Como se ha descubierto la verdad, llega un tío a reclamarle y ella lo mata. Vendrá luego la terrible prisión donde es sometida a las peores barbaridades. Por su buena conducta se le reduce la pena y queda en libertad. Tanto las otras presas como el resto de la gente creen que tiene poderes especiales y se convierte en una especie de curandera, pero se siente mal porque sabe que está mintiendo.
Se va porque quiere ver el mar y llega a una casa donde hay “un santo” y cree ver a la hermana del cónsul (Nietchze) que se trasunta a lo largo de toda la obra (todo vuelve). Es alguien parecida, que le recuerda a ella. Le pide al “santo” que la acaricie y éste le contesta “Enfin, vousvoilà” que siga su camino y allá lejos se verá que pasa. Debe seguir caminando por las arenas del desierto sin fin alguno porque el horizonte es como una línea azul, siempre móvil.