Entrevista por el Día del Médico: Juan Alomar, médico homeópata radicado en Gualeguay
El 3 de diciembre se celebra en Argentina el Día del Médico, y en este marco dialogamos con Juan Alomar, médico homeópata nacido en Tres Lomas, provincia de Buenos Aires, y radicado en Gualeguay desde hace 15 años.
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Con una trayectoria que combina la práctica clínica, la docencia y la auditoría médica, Alomar comparte su mirada sobre la profesión, la importancia del vínculo con el paciente y el enfoque integral de la homeopatía.
—Juan, ¿cómo te presentarías? ¿Cuál es tu especialidad y desde cuándo ejercés la profesión?
—Hola, buen día. Soy médico homeópata desde hace unos 15 años, que es también el tiempo que llevo residiendo en Gualeguay. Trabajo en mi consultorio y también en el hospital como médico auditor, participando en juntas médicas y en el área de discapacidad. Además, soy docente en Cruz Roja Gualeguay, donde dicto materias en las carreras de Enfermería e Instrumentación Quirúrgica.
La medicina es una pasión para mí: entregarse al otro, acompañar, tener empatía con el paciente. En tiempos tan complicados, la relación médico–paciente es fundamental. Ese contacto humano lo vivimos todos los días, y es lo que realmente nos llena la vida.
—Hablás de la importancia del vínculo. ¿Qué lugar ocupa hoy en la práctica médica?
—Es absolutamente fundamental. Sin una buena relación médico–paciente, sin empatía y sin comunicación, es imposible integrar un tratamiento. La medicina no es solo técnica: es humanidad, es escucha, es comprender lo que le sucede a la persona que uno tiene enfrente.
—¿Cómo definirías la homeopatía?
—La homeopatía es una medicina diferente a la convencional. Parte de la idea de que la enfermedad surge por un desequilibrio de la energía vital, que se manifiesta a través de signos y síntomas. El trabajo del médico homeópata es ayudar a equilibrar esa energía que está desbordada.
Los medicamentos homeopáticos son naturales, preparados en farmacias especiales. Pueden tener origen animal, vegetal o mineral, y se administran en glóbulos o gotas. Lo esencial es buscar el medicamento que mejor corresponda al desbalance particular de cada paciente.
—Ese desequilibrio, ¿tiene un origen principal o intervienen múltiples factores?
—Intervienen muchos factores. Las causas pueden ser psicológicas, emocionales, familiares, sociales… todo lo que uno vive día a día. La homeopatía busca desenredar ese proceso: entender por qué el paciente se enfermó, por qué se manifestó de esa manera, cómo evolucionó.
La historia clínica homeopática es muy profunda: necesitamos conocer la vida del paciente prácticamente “desde antes de nacer” hasta el momento actual. No es psicología, pero sí implica comprender integralmente a la persona.
—¿Sentís que ese tipo de desequilibrios son más frecuentes hoy?
—Sí. Vivimos con mucha vorágine y velocidad. Muchas veces el paciente va al médico y está dos minutos; no hay tiempo para conocerlo, para saber qué le pasa con su familia o su entorno. Sin esa comprensión integral, el tratamiento queda incompleto.
La homeopatía busca justamente integrar todo: la vida del paciente, su evolución, su historia emocional y física. La manifestación física de la enfermedad es solo una parte del proceso.
—En Gualeguay, ¿hay otros médicos homeópatas? ¿Cómo es tu relación con otros profesionales?
—La relación con los colegas es muy buena. No tengo ningún problema. En Gualeguay no hay otros médicos homeópatas en este momento; había uno, pero ya no está. Sí hay profesionales en la región, a algunos los conozco, y la relación es cordial.
No somos omnipotentes: derivamos pacientes, trabajamos en equipo y también recibo personas que me envían otros médicos. Ese intercambio es sano y necesario.
—Para cerrar, ¿qué mensaje te gustaría dejarles a tus colegas en el Día del Médico?
—Es un día muy especial. Esta profesión se lleva adentro. Ser médico es estar al servicio del otro, brindar lo mejor que uno tiene para ayudar a alguien que está sufriendo, física o emocionalmente.
Cuando la salud está en desequilibrio, la vida misma se altera. Acompañar a un paciente en ese proceso es una responsabilidad enorme, pero también un privilegio. Les deseo a todos mis colegas un día lleno de reconocimiento y de renovación del compromiso que asumimos al elegir esta vocación.