Entrevista a la vocal del STJ
Gisela Schumacher: "Las instituciones, aun con defectos, nos ayudan a vivir mejor"
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En el marco del acto de juramento del Dr. Federico Ántola como juez de paz oficial de la ciudad de Gualeguay, realizado el pasado jueves, dialogamos con la vocal del Superior Tribunal de Justicia, Dra. Gisela Schumacher, quien presidió la ceremonia protocolar en los tribunales locales.
Finalizado el acto, nos brindó sus impresiones sobre la función judicial, el valor institucional y la situación actual de la justicia entrerriana.
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—Doctora Schumacher, ¿qué significa este acontecimiento para la comunidad de Gualeguay y para el sistema judicial?
—Vengo en representación del Superior Tribunal de Justicia; actualmente presido la Sala Civil y Comercial, de la cual dependen estructuralmente los juzgados de paz. El Dr. Ántola ya venía desempeñándose, pero de todas maneras, este es un momento muy importante para el sistema, para la comunidad y, por supuesto, para él. A partir de ahora tiene estabilidad, porque ha sido designado conforme a los procedimientos, en este caso por decreto del gobernador de Entre Ríos. Este tipo de titularizaciones se están dando también en otros puntos de la provincia.
El sistema judicial, tanto el de justicia de paz como el del resto de los integrantes del Poder Judicial, debe atravesar ciertos procedimientos. Cuando esto ocurre, solemos tomar los juramentos a lo largo y ancho de la provincia, porque significa algo muy importante para la ciudadanía: la garantía de que sus jueces van a poder resolver con completa independencia.
—¿Este cargo tiene un tiempo determinado o es permanente?
—No, como toda la judicatura, una vez que tiene estabilidad, solo puede ser removido si incurre en mal desempeño, mediante un procedimiento que se llama jurado de enjuiciamiento. Si no, la persona puede continuar hasta que llegue a la edad jubilatoria o bien decida rendir para otro cargo si desea ascender.
—¿Cuál es, a grandes rasgos, la tarea del Superior Tribunal de Justicia?
—Cada juez y cada jueza de esta provincia tiene funciones muy importantes, porque imagínese lo que significa decidir sobre la vida o los bienes de las personas que integran esa comunidad. Eso, a veces, no se dimensiona. No es fácil. Hay situaciones muy complejas. Pero estamos seguras de que en este caso el Dr. Ántola está a la altura de la responsabilidad que implica la función judicial.
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—¿Quedan muchos juzgados por cubrir en la provincia?
—Gualeguay es una jurisdicción que tiene pocos cargos vacantes. En algunos casos, cuando se genera una vacante, se requiere que se active el procedimiento ante el Consejo de la Magistratura. En otros, puede suceder que alguien esté cumpliendo otra función, entonces se cubre con un interinato, o se da una suplencia por enfermedad.
En la jurisdicción de Gualeguaychú, por ejemplo, casi todo el personal está en carácter titular. En la provincia sí hay algunos cargos vacantes, especialmente en la justicia de paz. En esos casos, depende de los concejos deliberantes: cuando hay una vacante, el concejo deliberante de la comunidad debe elevar una terna y el gobernador elige a uno de los tres propuestos. Para los otros cargos, como mencioné, interviene el Consejo de la Magistratura.
—¿Qué siente usted ante el hecho de que se cuestione a la justicia y una parte de la sociedad esté descreída de la misma?
—Como dice el presidente de nuestro tribunal —lo expresó también en la apertura del año judicial—, debemos hacernos cargo de que siempre podemos hacer las cosas mejor.
Es cierto que hay una coyuntura. No es mi tarea analizarla en profundidad, pero una puede leer distintas opiniones políticas, jurídicas, filosóficas y advertir que, en este momento, la sociedad está muy descreída de las instituciones.
Nosotros, como Poder Judicial, también somos una institución, al igual que la Iglesia, los otros poderes del Estado, la escuela. Y sería bueno que todos comprendiéramos que las instituciones, aún con defectos, nos ayudan a que nuestras actividades cotidianas se desarrollen mejor.
La justicia evita que haya justicia por mano propia, fomenta la paz. La escuela enseña a nuestros gurises a aprender y avanzar. La Iglesia, para quienes tienen una convicción religiosa, brinda contención. Claro que puede haber personas dentro de las instituciones que no obren correctamente. Pero eso no invalida el valor institucional.
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—¿Considera que se puede trabajar con independencia dentro del Poder Judicial?
—Mire, usted podría preguntárselo a cada una de las personas que, en toda la provincia, deben tomar decisiones judiciales. En lo que a mí respecta, puedo decir que la justicia entrerriana es una justicia muy independiente.
Por supuesto, puede haber opiniones públicas que digan lo contrario. Pero yo soy jueza desde 2007 en distintas instancias y le aseguro que jamás nadie me llamó ni me presionó para que decidiera de una manera determinada.
Sí, es cierto que existen los llamados “poderes fácticos”, como se suele decir: uno tiene que lidiar con lo que opina la comunidad, y muchas veces esa opinión no coincide con lo que uno decide. Por eso, se requiere un ejercicio constante de superar esas críticas y tomar decisiones conforme a la ley y a la propia convicción.
El Dr. Ántola, como yo y como el resto de los jueces de esta provincia, ha jurado cumplir y hacer cumplir la Constitución. Esa es nuestra tarea. Y creo, con sinceridad, que la mayoría del Poder Judicial en todo el país decide con independencia.
Es cierto que los ataques institucionales han aumentado en los últimos tiempos, y también las denuncias. Pero el sistema está funcionando. Está separando —como se dice— la paja del trigo. Las denuncias que se hacen solo para dañar institucionalmente están siendo desestimadas. Y eso también es parte del funcionamiento democrático que tenemos.