#NiUnaMenos en Gualeguay
La huella de Micaela García: su historia reconstruida con mapas y documentos interactivos
En la memoria colectiva de nuestro pueblo y de toda la Argentina, pocas historias despiertan una emoción tan honda como la de Micaela García. Su vida, interrumpida de forma brutal, dejó un eco que no se ha silenciado. El Debate Pregón pone a disposición archivos y un mapa interactivo en esta fecha tan especial.
La vida de Micaela García es una gran metáfora. Eligió escribir su propio destino hasta el último instante de su vida, que tuvo un final anticipado, pero no definitivo. Sus sueños siguen ahí, al alcance de la lucha, que la convirtió en bandera, remera, Ley, ícono, amuleto, y mucho más. Con la expresión más cruda de la violencia de género, el femicidio, quisieron domesticar su grito, que es el mismo grito de millones que han decidido no callarse más. Sin embargo, tan rebelde como siempre, “La Negra” sacó su nombre de las crónicas policiales y lo puso en los merenderos; los refugios para mujeres víctimas del machismo; los centros de salud; los jardines de infantes. Y en cada una de sus apariciones públicas, que la tecnología nos permite repetir una y otra vez, dejó bien en claro que si esos sueños no se llevan a cabo colecti-vamente quedan truncos.
Una líder natural
Desde su infancia en Concepción del Uruguay, Micaela mostró un carácter especial. Se destacó en la escuela, el deporte, la militancia, y sobre todo en su sensibilidad. Era una líder natural que combinaba la alegría contagiosa de su sonrisa eterna con una conciencia aguda sobre las injusticias que atravesaban el mundo. Su paso por el profesorado de Educación Física de Gualeguay nos dejó mucho más que una carrera académica al día: fue también un espacio de amistad, compañerismo y sueños.
Su femicidio
El 1 de abril de 2017, tras salir del boliche King, Micaela desapareció. Durante una semana la buscó una ciudad, un país. El sábado siguiente, ese mismo país que demandaba su aparición con vida, se estremeció con la confirmación de su femicidio. El responsable que está condenado, Sebastián Wagner, tenía antecedentes por violación y había sido liberado por la decisión del Juez Carlos Rossi de Gualeguaychú, a pesar de informes que desaconsejaban esa medida. El caso reveló con crudeza los fallos estructurales de un sistema que, una vez más, había desprotegido a una mujer.
La situación de Wagner y Pavón
La persona que lo ayudó a escaparse a Buenos Aires, brindando dinero, contactos, y desviando la investigación judicial, fue Néstor Pavón. Era el dueño del lavadero de camiones donde trabajaba Wagner, y salió esa noche con él. Sus declaraciones judiciales presentan decenas de contradicciones y hasta sus propios vecinos derrumban su coartada. Su accionar demoró la resolución de esta historia. En el primer juicio por el Femicidio de Micaela, en octubre de 2017, fue condenado solamente como encubridor, pero la familia llevó el caso hasta el máximo tribunal. A fines del año pasado, la Corte Suprema de Justicia de la Nación decidió que debe hacerse un nuevo juicio para demostrar si sólo estaba encubriendo a Wagner, o también a sí mismo. Sabemos que Wagner no actuó solo. Estamos a la espera de ese juicio que será por jurados, y no podrán participar ninguno de los jueces ni abogados que intervinieron en 2017.
Ley Micaela
La indignación por el femicidio de Micaela se transformó en movilización. Nuestra ciudad vivió una jornada histórica en la cual la Plaza Constitución se desbordó. Pero también pasó algo más profundo: la acción organizada, la exigencia concreta de cambios legislativos. En medio del duelo, su familia eligió el camino de la transformación. Fundaron la Fundación “Micaela García, la Negra”, dejaron de lado sus profesiones y destinaron su vida a combatir la violencia de género desde la educación y la concientización. Uno de los frutos más visibles de esa lucha fue la Ley Micaela, sancionada en diciembre 2018 y promulgada el 10 de enero de 2019. La norma que contó con el apoyo casi unánime de ambas cámaras (un solo voto en contra), establece la capacitación obligatoria en género y violencia para todos los funcionarios del Estado. Desde entonces, se convirtió en un hito en la lucha feminista argentina y a pesar de los tiempos que corren, todas las provincias argentinas, centenares de municipios, y hasta clubes, sindicatos, y otras organizaciones intermedias, se adhirieron y la aplican hasta el día de hoy.
Su nombre como bandera
El ejemplo de sus padres, Néstor ‘Yuyo’ García y Andrea Lescano, es conmovedor. Eligieron no encerrarse en el dolor, sino volcarlo en acción. Convirtieron su tragedia personal en una bandera de justicia. Recorren el país compartiendo la historia de su hija, sembrando conciencia y promoviendo un cambio cultural profundo. “No queremos más Micaelas”, repiten y agregan: “Queremos hacer realidad la sociedad que Mica soñó”. Y no lo hacen desde la resignación, sino desde la esperanza activa.
Micaela vive hoy en miles de espacios: en centros comunitarios, en aulas, en proyectos deportivos, en charlas de formación, en la bandera de sus queridos Huaynas. Su rostro sonriente, su mirada decidida, se ha transformado en símbolo de una juventud que no se rinde, que pelea por sus derechos, que exige un mundo sin violencia.
Recordar a Micaela no es solo revivir una historia trágica. Es también –y sobre todo– renovar un compromiso. Porque mientras exista una sola mujer expuesta a la violencia por su condición de género, su causa seguirá vigente. Y porque su vida, breve pero intensa, sigue inspirando a construir ese país que ella soñó: con más igualdad, con más justicia, con más libertad para elegir y con más amor.
Mapa de su vida, su femicidio y su legado