Pbro. Jorge H. Leiva
¿La Iglesia se mete en política?
Es frecuente el descontento de algunos ciudadanos acerca de esta cuestión. Para responder digamos que por supuesto Jesús de Nazaret no fue dirigente político y que más bien huyó de la multitud cuando querían hacerlo rey.
Sin embargo, reformó la política cuando dejó herida de muerte a toda discriminación injusta y cuando desarticuló todo elitismo declarando la paternidad de Dios. Cuando denunció a los dirigentes legalistas de su pueblo que en nombre de Dios se erigían como seres superiores y cuando declaró de modo irrevocable que toda autoridad es servicio estaba dando fundamento a toda sana actividad política. Por otro lado, nunca reprochó a los centuriones romanos su condición de funcionarios del Imperio, pero por supuesto no fue colaboracionista.
La Tradición de la Iglesia-dos veces milenaria- admitió sólo algunas pocas veces la participación de los clérigos en los gobiernos, pero alentó a que los laicos trabajaran por el bien común y la amistad social desde el legítimo ejercicio del poder. Por eso es que hay varios santos reyes y políticos en el santoral católico. Entre otras razones por eso- días pasados- se realizó la “Semana Social”, organizada por la Comisión Episcopal de Pastoral Social que concluyó este domingo 26 de junio en Mar del Plata bajo el lema “Integración y trabajo para una patria de hermanos”.
En las conclusiones se dijeron cosas tales como: “En este tiempo particular de nuestro país advertimos que nos encontramos frente al enorme desafío de aumentar la creación de trabajo con un salario digno que sostenga su poder adquisitivo, reiterando que los planes sociales son necesarios en la coyuntura, hasta la consolidación de modelos de economía popular sustentables, pero que es imprescindible un verdadero plan de Desarrollo Humano Integral que incluya un proyecto de repoblación de nuestro país para encausar la angustiante necesidad de tierra, techo y trabajo que tiene gran parte de nuestro pueblo”.
“Se destacó en todo momento al trabajo digno como el gran ordenador de la vida humana y la felicidad, entendiendo que la posibilidad de acceder al mismo no es un problema individual; es la consecuencia de un modelo que debe anteponer la producción a la especulación, la distribución a la concentración y el acaparamiento, el bien común a la rentabilidad sectorial. Recordamos que el empresario es una figura fundamental de toda buena economía. El verdadero empresario es el que conoce a sus trabajadores porque trabaja junto a ellos y con ellos”.
Agrega el comunicado final: “Escuchamos con atención a empresarios e industriales de todas las escalas, entre los cuales descubrimos coincidencias respecto de que no se puede generar empleo de buena calidad sin una presencia activa del Estado en apoyo a las empresas, en particular a las pymes, sobre la necesidad de construir consensos con articulación público/privado que genere estabilidad en las reglas. También se puso de relieve la oportunidad en nuestro país en las áreas de alimentos, minería, energía, turismo, servicios tecnológicos” (…) “En lo político, prestamos atención a la necesidad de reconstruir la confianza en nuestro país y con ella, el sentido de pertenencia; de generar un acuerdo político, social y empresarial, buscando una visión superadora de la violencia ligada a la lucha por espacios de poder y que nos permita centrarnos en las verdaderas necesidades y búsquedas de nuestro pueblo”.
El sueño de Jesús de Nazaret era que todos los hombres experimentáramos de modo inmediato- como Él- la ternura del Padre: la Doctrina social de la Iglesia-guiada por el Espíritu Santo- tiende a lo mismo.
Pbro. Jorge H. Leiva