Campo y Chacra
La magia de sanar con caballos: El trabajo silencioso y profundo de “El Cobijo” en Gualeguay
En las afueras de Gualeguay, donde la ciudad se vuelve campo y el aire se llena de sonidos nobles, funciona desde 2017 la Fundación “El Cobijo”, el único centro de equinoterapia de la localidad. Allí, Clara Valor Arribillaga lidera con pasión un espacio donde caballos, niños, voluntarios y afecto se entrelazan para dar lugar a una terapia distinta, que transforma y abraza.
Nos recibió con calidez, entre el aroma de pasto recién cortado y la mirada serena de sus caballos. Clara no habla desde el protocolo, sino desde la experiencia diaria, esa que se construye con esfuerzo, voluntad y amor. “Seguimos eh, seguimos eh… Todos los fines de semana, los sábados, aunque con el frío ahora cambiamos a la tarde. Pero sí, seguimos con la terapia con los chicos”, dice con una sonrisa tímida, pero firme. Porque en “El Cobijo” no hay pausas.
Desde aquel primer día en 2017 hasta hoy, el predio ha cambiado. “Tenemos otra casita, con una puesta en valor re linda. Está hermosa. También nuestro picadero está muy bien. Pero hay que seguir manteniéndolo…”, explica. La autogestión es una constante. Con fondos escasos y todo el trabajo voluntario, cada herramienta, cada mejora, cada juego sensorial nuevo representa una victoria.
El año pasado, recibieron un gran impulso gracias a un programa impulsado por Verónica Berisso: “Con ese dinero compramos materiales didácticos que nos hacían mucha falta: encastres, aros, pelotas, juegos sensoriales… cosas que uno no puede comprar tan fácilmente. Fue un montón, una ayuda enorme”, recuerda con gratitud.
Pero eso no es todo: “Este año pudimos comprar una máquina de cortar pasto. Antes teníamos que pagar, y eso siempre se complica”. Y se nota: el predio está cuidado, con árboles nuevos que prometen sombra para el futuro —fresnos y paraísos— y un intento de compostaje a prueba y error con la bosta de los caballos, “para ver qué sale”.
En medio de tantas mejoras, no todo es fácil. El motor sigue siendo el voluntariado. “Tenemos dos caballos. A veces hay más, pero no siempre tenemos suficientes voluntarios, y si uno falta, no podés darle la terapia al chico. Por eso preferimos trabajar más tranquilos, con menos caballos y con responsabilidad”.
A pesar de los obstáculos, Clara rescata el valor del trabajo en red: “Nos apoyamos mucho en kinesiólogos, psicólogos, maestras especiales… trabajamos en equipo. Y eso es lo que hace grande a la equinoterapia: la articulación, la escucha, la mirada amorosa”.
En ese camino, no todo depende solo de las ganas. La falta de un marco legal claro sigue siendo una traba. “Hace poquito Francisco Morchio presentó un proyecto de ley a nivel nacional para que la equinoterapia esté incluida en el nomenclador de salud. Eso sería un antes y un después: poder facturar a las obras sociales y pagarle a los profesionales”. A nivel provincial ya hay una ley, pero sólo reconoce la práctica, sin regulación efectiva.
“El proyecto nacional es clave —insiste Clara—. Muchos centros trabajan ad honorem. Se necesita una ley que unifique criterios y garantice condiciones para todos”. Porque hoy, en la mayoría de los casos, todo depende de la buena voluntad. Y eso, aunque poderoso, no siempre alcanza.
El corazón de todo: la comunidad
Cada tanto, desde la Fundación lanzan colectas. “El año pasado fue para comprar fardos, y la gente respondió re bien. Ahora vamos a sacar una para conseguir una motoguadaña, que nos hace mucha falta”. No es solo cortar pasto: es sostener un espacio donde se trabaja con el alma. “Si alguien quiere colaborar, puede contactarse por redes. Vamos a subir la info con la fotito y el CBU”, cuenta Clara con esa mezcla de humildad y esperanza que la caracteriza.
“El Cobijo” es mucho más que un lugar con caballos. Es un refugio real. Un espacio donde chicos y chicas con distintas realidades encuentran un tiempo sin juicios, un vínculo distinto, un impulso para crecer. Es la prueba viva de que la salud también se construye con vínculos, con contacto, con tierra, con afecto.
Y es, sobre todo, un lugar que necesita del acompañamiento de todos. Porque donde hay voluntad, amor y caballos… sólo falta un poco más de ayuda para que todo sea posible.
¿Querés colaborar con El Cobijo?
Contactalos a través de sus redes sociales y sumate a este trabajo silencioso, constante y lleno de amor. Tu ayuda —grande o pequeña— puede hacer la diferencia.
El Debate Pregón
Gualeguay – Entre Ríos