En Primera Persona.
Lo que supimos construir.

Desde casi el mismo momento de la aparición del hombre sobre la tierra, este trató por infinitos medios de someter a su voluntad a la naturaleza. Aún pasando cientos de años, de Eras y Edades, siguió hasta hoy tratando de lograr su cometido. Todavía no lo ha conseguido.
Otros, con un pensamiento y acción más racional, buscaron no desafiarla, sino por el contrario incorporarla a su forma de vida. De hacerla funcional a sus necesidades, aliándose para marchar juntos hacia otro futuro.
De este último pensamiento comienza esta historia, con imposibles, con sueños pero también con hechos y realidades.
Hacia allí fuimos…
El río Gualeguay es la columna vertebral de nuestra Provincia. Sus aguas en época de bajante ofrece como todos sabemos, playas enormes que nada tienen que envidiar a los mejores paisajes del globo.
Sin embargo en creciente, se torna un rio peligroso, agresivo y traicionero, que lleva todo a su paso. Indomable, que nada perdona. Entre sus crecidas históricas en las puertas de nuestra ciudad, ha llegado a tener un espejo de agua de 30 kilómetros. Este número solo nos hacia pensar a lo que nos enfrentábamos.
De esta manera, en nuestra historia de más de 200 años, siempre se lo considero un rio invasor, y sin poder incorporarlo a si mismo, la ciudad naturalmente fue creciente hacia otro lado.
Hacia el año 2000 la ciudad contaba con dos defensas. Una, hecha por el Ingeniero Arturo Marco, en la Intendencia de Pedro Galante 1987-1991, que abarcaba la ruta 136 y defendía el barrio Parque. La otra es el cierre Noreste que comienza desde el Puente Pellegrini y defiende numerosos barrios, desde Cinco Esquinas hasta Hipódromo, fue realizada por el Intendente Jorge Diego Campaña 1991-1995.
A los pocos meses de mi gobierno, una lluvia muy grande inundó el Segundo Cuartel. El agua estaba arriba de las veredas en calle San Antonio. En la esquina de Pagola, existe aún hoy una Estación de Servicio, donde el agua amagaba con llegar a los surtidores. Esa noche recorrimos las calles en canoa. El agua estaba medio metro dentro las casas. Estaba inconcluso el desague de calle Paraná. Esa misma semana se gestiono y meses más tarde se terminó.
Pero no solucionaba el problema. Solo una parte. El verdadero problema eran los desagües hacia el rio. Y aún más, los desagües en época de creciente.
Estando en Paraná por esos días lo conocí al Ingeniero Enrique Mihura, era el Jefe Ejecutico de la S.U.P.C.E., Sub Unidad Provincial de Coordinación para la Emergencia. Este Organismo fue decisivo para lo que iba a venir después, no solo por la parte técnica sino también para gestionar los fondos al Banco Mundial y al Consejo Federal de Inversiones para realizar la obra.
Gualeguay esta geográficamente situada en un plato y alrededor de ella tiene distintos canales aliviadores. Seis en total en la actualidad, 7 tiempo antes. Esos canales hacen que el agua de las chacras no entre a la ciudad de manera inmediata. Por más que estuvieran limpios tampoco solucionaban el drama.
El Ingeniero Mihura por esos días en Paraná siempre buscando alguna alternativa a lo que había, lanzó la frase: “tenemos que defender la ciudad incorporando al rio. Para eso tenemos que desviarlo y hacer otro brazo”. Solo recibió una carcajada de mi parte como única respuesta. Días más tarde en Gualeguay termino de explicarnos su idea.
Y empezamos. La Provincia licitó y contrató a una consultora llamada Incocif, dirigida por el Ingeniero Eduardo Barbagelata quien tenía que definir la traza de la defensa.
Y nosotros arrancamos con un verdadero proceso participativo donde desde el primero hasta el último funcionario electo o no, estuvo involucrado en el proceso. La sociedad civil con sus Instituciones y cualquier particular podía participar en la “Casa Abierta” donde se debatía la traza y sus posibles impactos. Así el salón de Bomberos Voluntarios, del Centro Económico, de la Sociedad Rural, la Biblioteca Carlos Mastronardi, y tantos otros lugares, fueron testigos de los debates.
Las trazas posibles y probables eran dos. Una, la que se decidió y realizó y la otra pasaba por el medio del Parque Quintana, esta era las más práctica porque no había necesidad de expropiar terrenos. Sin embargo por votación en el Centro Económico se decidió por la actual, con incorporación de la Isla Gericke a nuestro departamento y la expropiación de tierras aledañas.
Paralelamente a esto, desde la SUPCE se inició un proceso de concientización en las escuelas, sobre todo por el impacto ambiental de la misma. Incluso se destinó un millón de pesos para la construcción de una planta de reciclado de basura. Se construyó y tuvo altibajos. Algunas administraciones posteriores entendieron de que se trataba pero no hicieron grandes cosas para mejorarla y ampliarla.
Una vez adoptada la traza definitiva, se llamó a licitación pública internacional, participando 4 oferentes. Fue adjudicada a la UTE Dragados y Obras Portuarias SA-JCR SA, en un monto de $ 37.589.324, por decreto N 3.590 del 28 de Agosto de 2003.
La Obra fue financiada en un 72% por la Provincia con fondos provenientes del Banco Mundial y el 28% restante del que se hizo cargo la Nación.
El lunes 22 de Septiembre de 2003, a las 9 de la mañana en el Salón de los Gobernadores en la Provincia se firmó el contrato para la obra entre todos los actores.
Para cuando empezara dicha obra se conformó una Comisión de Seguimiento que era quien debía controlar, además del Estado Municipal los trabajos realizados.
El 10 de Octubre de 2003 se comenzó con la instalación del obrador y la inspección de la zona de obras. La empresa tenía 19 meses por contrato para culminar su trabajo. La construcción en si comenzó a fines de ese Octubre.
Atrás quedaban años de postergaciones, de sufrimientos y de penurias económicas. Miles de evacuados durante toda la historia de nuestro pueblo. De terminar con la vuelta de los domingos a ver la inundación y los inundados.
No hubo egoísmos. Solo compromiso y desprendimiento de parte de todos los actores. No hubo partido político, ni religión o raza que nos separe, fuimos todos uno.
A mis 38 años, más allá de la derrota electoral y las vicisitudes económicas del año 2001 y 2002, el 10 de diciembre entregué el gobierno sabiendo que el deber estaba cumplido.
Héctor Jaime