Se cumplen 12
“Milagro en Rosario”: un gualeguayense recordó cómo salvó su vida en la tragedia
**El entrerriano Mateo Chiozza, oriundo de Gualeguay, recordó en Radio Plaza el dramático momento en que una decisión casual lo alejó de la tragedia. Se cumplen 12 años de la explosión en calle Salta al 2100, en Rosario, que dejó 22 muertos y más de 60 heridos.**
“Si me quedaba en casa, no la contaba”. Así, sin rodeos, el gualeguayense Mateo Chiozza resumió el impacto de una de las experiencias más duras de su vida. El 6 de agosto de 2013, una explosión provocada por una fuga de gas en un edificio céntrico de Rosario marcó para siempre a la ciudad y a sus habitantes. Mateo, que vivía en la planta baja del inmueble, se salvó por un verdadero milagro.
Ese martes por la mañana, Mateo había salido rumbo a la facultad. Cursaba el primer año de su carrera universitaria y decidió, como cualquier otro día, seguir su rutina de clases. Una elección que resultaría crucial. “Estaba desayunando y recordé que a esa hora había tomado el colectivo. Por suerte me fui. Si me quedaba, no sé qué hubiese pasado”, relató conmovido en diálogo con el programa *Lo tuyo ya sale*.
Horas antes, los residentes del edificio habían recibido una notificación para cerrar las llaves de gas debido a trabajos de mantenimiento. La explosión ocurrió minutos después de las 9 de la mañana.
Desde la facultad, Mateo se enteró de la noticia. Tomó un colectivo que no logró acercarse al lugar debido al operativo de emergencia, y decidió caminar. “Llegué por calle Oroño hasta Salta. Vi los escombros, las ambulancias, los bomberos. Fue terrible. Desde la esquina pude ver el fuego y lo que quedaba del lugar donde vivíamos”, relató.
En medio del caos, el joven logró comunicarse con su madre, que estaba trabajando como docente en un jardín de infantes en Gualeguay. “No había señal, los teléfonos no andaban. Cuando logré contarle lo que había pasado, se largó a llorar. Ahí entendí la magnitud de todo”, recordó.
A pesar del trauma, Mateo continuó con sus estudios. “Me ayudaron mi familia, mis amigos, la gente de Gualeguay. Me mandaron mochilas, útiles, hicieron rifas para juntar dinero. Eso nunca lo voy a olvidar”, expresó con gratitud.
Mateo había llegado a Rosario en febrero de ese año junto a un amigo, con quien alquilaban el departamento en la planta baja. Su compañero, por esas casualidades del destino, no estaba en la ciudad ese día, ya que había extendido su estadía en Entre Ríos durante el receso invernal.
A doce años de aquella jornada trágica, Mateo logró reconstruir su vida. Terminó la carrera, formó nuevos vínculos y aprendió a convivir con el recuerdo. “Todavía me acompaña el respeto por el gas, la cocina. Pero lo importante es que lo único que se perdió fueron cosas materiales. No sé si fue suerte o destino. Son cosas que no tienen explicación… pero acá estamos”, concluyó.