Inclusión: una mirada necesaria en el Día Internacional de las Personas con Discapacidad
En el marco del Día Internacional de las Personas con Discapacidad, que se conmemora este miércoles desde su proclamación por la ONU en 1992, especialistas y organizaciones remarcan la importancia de escuchar a las personas con discapacidad para comprender qué barreras enfrentan y qué transformaciones son urgentes.
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Aunque la conversación pública suele enfocarse en las condiciones físicas, sensoriales o intelectuales, quienes viven con discapacidad coinciden en un punto clave: las mayores limitaciones no provienen del diagnóstico, sino del entorno y de las actitudes que, muchas veces, reproducen prejuicios y exclusiones.
“La discapacidad no es un atributo individual, sino la interacción con un ambiente que no siempre contempla la diversidad humana”, explicó la Dra. Valeria El Haj, médica nacional de Ospedyc. “Un escalón puede ser más limitante que cualquier condición motriz; una conversación que excluye puede generar más aislamiento que una discapacidad auditiva; una mirada condescendiente puede herir más que una dificultad física”.
Según un informe difundido por la Agencia Noticias Argentinas, la especialista remarcó que hablar de discapacidad implica hablar de participación plena, igualdad de oportunidades y accesibilidad cotidiana. “La inclusión se construye en la vereda, en la escuela, en el transporte, en el trabajo y en cada espacio donde las personas desarrollan su vida”, añadió.
La Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, vigente en Argentina, también sostiene esta perspectiva social: la discapacidad aparece cuando el contexto impide la participación en igualdad. Por eso, generar entornos accesibles y respetuosos es una responsabilidad colectiva, que no se basa en la lástima ni en la sobreprotección, sino en el reconocimiento de la autonomía de cada persona.
Los gestos simples son clave: preguntar cómo acompañar, respetar los distintos modos de comunicación, ofrecer información en formatos accesibles, evitar suposiciones sobre las capacidades ajenas y, sobre todo, escuchar las experiencias de quienes atraviesan estas barreras día a día.
“Cuando una sociedad se organiza para que todos puedan participar, la discapacidad deja de ser un límite”, concluyó la Dra. El Haj. “Lo que aparece entonces es lo que siempre estuvo allí: personas con proyectos, deseos, talentos y derechos, que solo necesitan lo mismo que cualquier otra persona: un entorno que no les cierre la puerta”.