Como Gente de Acción, los rotarios nos sentimos más cómodos cuando estamos participando, moviéndonos libremente, reuniéndonos abiertamente y ofreciendo ayuda.  Los expertos de la salud nos han exhortado a mantener el distanciamiento social,  aislándonos para disminuir la propagación del contagioso virus.  Y es cuando nos resuenan  las palabras de nuestro gobernador alentándonos a  "...vivir estos días con el corazón pensando en la humanidad, en el deseo de sumar esfuerzos para superar prontamente esta contingencia que tristemente envuelve al mundo".   Y esta circunstancia no solo nos hace pensar, también afloran sentimientos, recuerdos, nostalgias... y hay momentos, ante este azote, en que nos preguntamos cómo habrán vivido nuestros antepasados coyunturas similares. Porque estamos persuadidos de lo importante que resulta mirar hacia atrás y saber, comparar, dimensionar, a fin de valorar sobre trances acaecidos en otros  tiempos. Bien sabemos que la humanidad ha sufrido a lo largo de su historia epidemias, pandemias y afecciones que han quedado documentadas. Con el  fin de difundir esta información tan valiosa, apelamos a su buena voluntad y la compartimos.  Una de las tantas enfermedades que castigaran la humanidad toda, ha sido el cólera. Y que nos quede bien claro, Gualeguay no está exenta ni de la humanidad ni lo estuvo de esta pandemia en el pasado. Para entenderlo debemos remontarnos al siglo XIX, más precisamente a los años 1852 y 1856 cuando se dieron las llamadas tercera y cuarta pandemias de cólera.     Según lo documentado en 1854 el cólera, después de haber castigado a buena parte de Europa y a América del Norte, alcanzaba América  del Sur. Y no duró mucho su aparición en nuestra comarca. Al respecto recurrimos a la certera y autorizada palabra de nuestro historiador, profesor Humberto Vioco, quien en su "Historia de Gualeguay", Tomo I, nos dice: "...la ciudad era azotada por una terrible epidemia de cólera. Todas las instituciones, sin desmayos y solidariamente, lucharon denodadamente contra el terrible flagelo que sembró la muerte y la desesperación. Unos de los que más duramente combatieron contra este mal, lo fueron el filántropo médico Dr José María Pagola y el Párroco Echagüe, quienes no midieron las fatigas en el desempeño del sagrado deber..."           Estimamos oportuno acotar que por entonces las condiciones de salubridad eran escasas, ya que no existía en la ciudad ni agua corriente, ni cloacas, por lo que la enfermedad también se extendía por la contaminación de los pozos y las napas freáticas. Podemos decir como dato positivo que este tipo de enfermedades contagiosas pondría bajo la lupa la necesidad de generar mejoras en la infraestructura urbana a fin de reducir la mortalidad, introduciendo en adelante a los médicos con mayor legitimidad para regular la vida y las costumbres de la población urbana.   Con el pensamiento para la reflexión nos despedimos, el de hoy pertenece a  Julia Navarro,  periodista y escritora española y dice así:  "El odio y la sinrazón tienen el mismo efecto que las epidemias."Damos las gracias al diario "El Debate- Pregón" por permitirnos llegar a Uds.; con un hasta pronto, y deseándoles lo mejor, se despide Imagen Pública de Rotary Club Gualeguay.

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