El goleador que la Selección no tiene

Desplazado Higuaín de las Eliminatorias y de los próximos amistosos por su debilidad para ser el goleador de la Selección en partidos cruciales, las presencias de Icardi y Benedetto tampoco aportaron resoluciones ofensivas contundentes en los encuentros que disputaron. La función del especialista que resuelve en el área ajena lo que quizás nadie logra resolver, es un rol que en la Selección suma más preguntas que respuestas.
Gonzalo Higuaín afuera. Mauro Icardi y Darío Benedetto adentro. Estas decisiones que tomó el técnico Jorge Sampaoli para afrontar los últimos cuatro partidos de las Eliminatorias (ante Uruguay, Venezuela, Perú y Ecuador) tuvieron un eje central: buscar mayor resolución ofensiva en la zona de fuego, que es el área adversaria.Esa búsqueda muy específica del entrenador, naufragó. Ni Icardi, quien jugó desde el arranque frente a Uruguay y Venezuela ni Benedetto, quién jugó desde el arranque contra Perú y Ecuador, pudieron conquistar un gol ni jugar bien. La cosecha fue claramente negativa.Tuvieron varias oportunidades muy favorables y fallaron siempre. Fallaron por entrarle mal a la pelota, por pegarle débil, por resbalarse, por intentar definir sin convicción y por cabecear un centro quirúrgico de Messi (el caso de Benedetto ante Perú) de manera deficitaria.Higuaín fue muy resistido en la Selección, precisamente, por eso mismo. Porque en partidos decisivos en jugadas muy recordadas resolvió mal. Como en la final de la Copa del Mundo ante Alemania y como en las dos finales de la Copa América 2015 y 2016 frente a Chile. El goleador que vistiendo la camiseta de clubes europeos no perdonaba, en la Selección en encuentros cruciales se había especializado en perdonar. Y estas cosas se pagan.Sampaoli vio en definitiva lo que veían todos. No convocó a Higuaín y llamó al goleador del Inter y al goleador de Boca. ¿Qué pasó? Nada. Por lo menos nada importante. Se podrá decir lo que suele decirse en estos casos: que a Icardi y Benedetto hay que esperarlos. Que hay que darles más chances. Que precisan más partidos. Que les tocó entrar en momentos muy complicados. Que estaban muy ansiosos y angustiados. Que jugaron apurados. Que sus compañeros no los hicieron participar como tenían que participar para optimizar sus rendimientos. Que pagaron derecho de piso como lo paga cualquiera. Que tuvieron mala suerte. Que jugaron muy presionados. Y mil justificaciones más de un tenor parecido.La foto inocultable es que ambos decepcionaron, aunque la palabra suene demasiado dura. Decepcionaron en ese rol para el que fueron convocados. Rol de goleadores seriales. De tipos que no dudan ni se apiadan de cara al arco rival.Plantear que la situación de la Selección era dramática y que este episodio circunstancial los pudo haber perturbado y quitarles la soltura y frescura que se precisa para matar en el último toque, es un típico argumento de ocasión que se utiliza para justificar debilidades. Pero no alcanza.Nadie en la Selección tiene asegurado muchos partidos por delante si no es capaz de brindar respuestas alentadoras. Ni los jugadores ni los entrenadores. Por eso voló Edgardo Bauza a los pocos meses de haber asumido. Y puede volar cualquiera, aunque en principio parezca tener las espaldas muy cubiertas. Esto no significa que Icardi y Benedetto tengan que volar de la Selección porque los goles les quedaron lejos.Por ahora van a seguir estando compartiendo la función con el Kun Agüero. Pero aquella ilusión inicial de que lleguen y se muestren tan plenos y determinados como en sus clubes, ya no los va a acompañar. El crédito en la Selección es menor que con cualquier otra camiseta, por más que esa camiseta sea la de un club muy poderoso de Europa o de la Argentina.La Selección nunca admitió equivalencias. Por eso también hasta un número uno de la talla y la dimensión de Messi tuvo y tiene que enfrentar varios cuestionamientos. Porque los niveles de exigencias son muy altos. O altísimos. Y más de uno se cae. O no resiste.Icardi y Benedetto volverán a formar parte de la Selección. La retribución futbolística que se les pide no admite segundas ni terceras lecturas ni consideraciones sofisticadas: que hagan goles. Los goles que se le escaparon a Higuaín y que le terminaron costando su salida (¿temporaria o permanente?) de la Selección.Esa demanda no va a cambiar. Es la demanda histórica que persigue a los goleadores de todos los tiempos. Todo lo demás (movimientos de distracción, esfuerzos, diagonales y anhelos de superación) se diluye o se desvanece si no gritan goles. Y ellos lo saben mejor que nadie.
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