Ámsterdam, la capital donde lo tradicional convive con la "mente abierta"
Los invito a seguir conociendo ciudades de Europa de la mano de Grisel Diez. Hoy nos entrega su visión de Ámsterdam, la capital oficial de los Países Bajos. Fue fundada en el siglo XII como un pequeño pueblo pesquero. Sin embargo, en la actualidad es la ciudad más grande del país, y un gran centro financiero y cultural de proyección internacional. Presentado este destino, damos lugar a Grisel y sus amenos comentarios.
El viaje a Ámsterdam fue todo un desafío y estuvo lleno de expectativas ya que era uno de los primeros viajes por Europa; y digo desafío por el idioma (el neerlandés), el poco tiempo que estaría (solo un fin de semana) y vería ahí los lugares como la casa de Ana Frank (que escribió en un diario sus vivencias durante los años de clandestinidad durante la Segunda Guerra Mundial), de la cual escuché la historia cuando Mamá corregía los trabajos de sus alumnos, la "zona roja" que había visto en programas de televisión, una cuidad entre su tradicional historia y un día a noche sin restricciones.Puedo adelantarles, antes de seguir con la nota, que el idioma no fue un problema, si que se debería destinar más tiempo a la visita y que la "zona roja" en vivo y en directo es tal cual... y que la casa de Ana Frank enmudece a uno al imaginarse que este monumento de hoy fue ayer refugio, escondite y testigo de la vida de la familia durante la Guerra, en "La casa de atrás".Llegando a la ciudad, en el aeropuerto, ya el primer paso era pasar migraciones. Con mi pasaporte argentino y en la larga cola de "No Europeos" me repetía en voz baja qué respondería a las usuales preguntas: "¿A qué viene?, ¿Por cuánto tiempo se queda?" etc. etc. Finalmente, los fantasmas desaparecieron cuando me encontré frente al funcionario que al ver mi pasaporte me dijo "Ah! Argentina como Máxima!, hablo muy poquito español, bienvenida" (todo con un acento un tanto dificultoso, pero se notaba la buena intención del buen hombre que mientras sellaba el pasaporte tarareaba "No llores por mi argentina..." -en inglés-). Primera sorpresa y alivio...Para llegar a la cuidad había que tomar un tren, pero por suerte estaba todo muy bien indicado con colores y recuerdo que buscaba el nombre de la estación en los carteles. Luego estar bien atento a ver en las paradas cuando aparecía el nombre de la estación para bajar, y listo. Una vez ahí, vi que efectivamente es una de las ciudades del mundo con más bicicletas. En un estacionamiento especial para estos vehículos, ¡una cantidad de bicicletas nunca vista! Luego al recorrer la cuidad no me quedaron dudas de la cantidad de rodados que hay dado que es sin duda el medio de transporte ideal.Otra cosa que me llamó la atención es que, como la cuidad está llena de canales, uno encuentra barcos amarrados que la gente ha transformado en hogares, y al pasar por ahí se puede ver las ideas y las adaptaciones que han hecho, ver las plantas y flores afuera y hasta la casilla donde el cartero les deja las cartas; ¡realmente muy pintoresco!El mismo paisaje se puede apreciar haciendo un recorrido en barco por los canales que permite una vista desde otra perspectiva, y también disfrutar de la arquitectura característica de las casas de esta ciudad."Ciudad liberal", así es llamada por la poca importancia que los neerlandeses dan a asuntos como la orientación sexual y sus avances en materia legal. Lo mismo ocurre con la "política de tolerancia" que en los últimos años ha llevado a la expansión de los Coffee Shops donde sólo pueden ir mayores de 21 años y son lugares donde la gente puede adquirir y consumir (con ciertos límites y grandes impuestos al estado) pequeñas cantidades de marihuana.Pero la zona más popular de esta ciudad es el barrio rojo, con los locales con vidrieras donde se exhiben las chicas. Una manera original de mostrarse y hasta el modo en que estaban diminutamente vestidas sugería diversas "propuestas de entretenimiento". Me llamó la atención que hay mucho respeto, todo está muy vigilado, no se permite sacar fotos en esta zona y hay muchas cámaras de seguridad para controlar el lugar.Se debe incluir en el paseo la visita al museo de cera "Madame Tussauds" donde se encuentran representados en estatuas personajes famosos de la política, el cine, el deporte y la moda.En uno de los canales se encuentra el Mercado de Flores, es un mercado flotante donde se pueden encontrar toda variedad de flores; la clase y el color que se nos ocurra lo encontramos ahí; un gusto para todos los sentidos.La ciudad puede recorrerse sin problemas en los medios de transporte locales para ir a lugares que están más alejados como "Heineken Experience", es una visita a la fábrica de cerveza la cual mantiene las antiguas calderas; uno puede tocar los ingredientes, un recorrido 4D y la visita termina en un salón con forma de bar donde te invitan con una cerveza.Para terminar, en primavera se recomienda hacer las excursiones en las afueras de Ámsterdam a los campos de tulipanes y también visitar otro ícono de la tenacidad y el ingenio de este país: los Molinos de Viento, molinos como los de Kinderdijk que fueron incluidos en la lista de la UNESCO como patrimonio de la humanidad y que sirvieron, en el Siglo XIX, como el principal suministro de electricidad de Holanda.Una capital europea donde conviven en armonía: una sorprendente apertura en sus calles tiendas y bares (donde se conjugan sentimientos como el pudor, la sorpresa, el respeto, la vergüenza, etc.), en un vivo contraste con su vida tradicional, su historia y museos. Algo que me quedó grabado fue que paseando por sus calles, (ya fue hace varios años), me sorprendió que había muchos comedores argentinos por la novedad de aquel entonces del casamiento de la argentina Máxima, que hoy es vista por su nuevo pueblo como un símbolo de renovación y esperanza de una "nueva era".
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