¡Compartimos con ustedes!!! Nuestras vacaciones de julio
Con mucho placer reflejo a través de sus relatos y descripciones los viajes, experiencias, imágenes de gualeyos que viven en diferentes latitudes. Hoy comparto con ustedes nuestro viaje de vacaciones de julio a un destino que con mi esposo deseábamos conocer, ubicado en una zona árida de nuestro país que abarca las provincias de La Rioja, Catamarca, San Juan y San Luis. La fecha: la semana más fría en lo que va del año.
Conocer nuestro país, a pleno, en todos sus rincones, es uno de nuestros mayores placeres, por cierto inagotable porque la Argentina lo es. El Valle de la Luna, también conocida por Ischigualasto, el Talampaya, las Sierras de las Quijadas era nuestro principal objetivo, y seguramente los de nuestros compañeros de excursión, todos de Capital Federal y provincia de Buenos Aires. Pero todo fue más allá ya que incursionamos en otros lugares ofrecidos como opcionales y que nos regalaron paisajes maravillosos y pueblitos muy antiguos perdidos entre las sierras.Primer destino, La Rioja con la opción de adentrarnos en las Sierras de Velasco, con su colorido y quebradas, allí, cerca Anillaco, un pequeño pueblo que cobró fama por "La Rosadita", que ya pasó a la historia viéndose ahora deslucida. Al otro día nos dieron la oportunidad de conocer Catamarca, ciudad que nos gustó mucho, más cuidada y pujante que La Rioja. Pero antes de llegar a ella subimos por camino de caracol y cornisa a la Cuesta del Portezuelo, sencillamente maravilloso paisaje. Y allá, muy arriba, recreando nuestra mirada en el rojizo en las laderas y en el celeste intenso del cielo, entonamos a coro la canción "Paisajes de Catamarca". La excursión de día completo siguió hacia la capital de la provincia: "San Fernando del Valle de Catamarca". Nos gustó mucho por estar cuidada, ser más pujante y pintoresca. Experimentamos profunda admiración y recogimiento ante la imponente Basílica de la Virgen del Valle, un lugar religioso y arquitectónico digno de visitar, detenerse, emocionarse ante tantas muestras de fe, agradecimiento y ornamentación. Ya en horas de la tarde, la Gruta de la Virgen del Valle, lugar donde ella apareció.Al día siguiente, con vianda y pequeño bolso de mano porque era lo único que se iba a bajar en el próximo hotel, partimos hacia San Juan, con destino al Valle de la Luna, Parque Provincial Ischigualasto, lugar de increíble belleza en paisajes cambiantes, cuna de dinosaurios que se remontan al período Triásico. Destacados paleontólogos han realizado profundos estudios en ese lugar. Las formaciones que se presentan son muy curiosas y entre ellas nos llamó la atención "El hongo" y "La cancha de bochas" formada por gran cantidad de piedras redondas que llevan a interrogantes por sus formas tan parejas. ¡Ahhh! Me olvidé de comentarles que en ese momento había 3° grados bajo cero con clima muy seco. El guía, Américo, nos habló de ese parque que conoce palmo a palmo y también nos hizo volar la imaginación, como la de pasar allí una noche de luna llena. ¿Y por qué no? Sería encontrarse con uno mismo, con el silencio, tantas veces necesario.De allí, y merendando en el colectivo, partimos hacia el otro Parque Nacional Talampaya en La Rioja, el que se encuentra concesionado y su recorrido se hace en traffic deteniéndose en formaciones más significativas. Allí sobrevolaban cóndores, nuestras voces se hacían largos ecos y el rojizo de los milenarios paredones y de la tarde fue el broche para ese día. Ya extenuados, pero felices, fuimos a un hotel de Valle Fértil, pequeña localidad del extremo oeste de San Juan, a la que "vimos" de noche cuando llegamos y a la mañana temprano cuando partimos hacia San Luis. De paso visitamos el Templete de la Difunta Correa al que se accede por largas escaleras y en el que se puede apreciar las más variadas ofrendas de agradecimientos por las gracias recibidas. Seguimos nuestro camino rumbo al Parque Nacional Sierras de la Quijadas, lugar maravilloso, con acantilados, senderos e cornisa, infinitas y disímiles formaciones rocosas, río de montaña que serpentea en el valle, y sus habitantes como zorros y guanacos. Estar allí fue como tocar el cielo con las manos.Tapados de tierra porque el viento era muy fuerte, pero plenos de paisajes, nos dirigimos al un hotel muy nuevo y confortable ubicado cerca de la capital de la provincia.Aún quedaba una visita opcional: La Carolina. Camino hacia ese lugar subimos hasta la Gruta de Intihuasi cuyo nombre significa "Casa del Sol" en lenguaje quechua, y donde fueron encontrados restos óseos y líticos de culturas muy antiguas Más adelante visitamos al Museo de la Poesía, dedicado a Juan Crisóstomo Lafinur, que si bien sabíamos algo de él, a través del relato valoramos su férrea lucha en pos de sus ideas. También estuvimos en un museo de piedras preciosas del lugar, ¡increíble belleza y color!, para finalmente llegar al pueblo de unos 250 habitantes que se sitúa a 80 Km al Norte de la ciudad de San Luis. Está ubicado sobre la base del Cerro Tomolasta, a 1600 metros de altitud sobre el nivel del mar. En ese momento se conjugaban el frío y el viento, pero también el inmenso placer de disfrutar la tranquilidad de un lugar que se quedó en el tiempo custodiado por arroyos que estaban congelados. La Carolina fue originalmente un pueblo minero fundado hace más de 200 años, y actualmente es un tesoro de tranquilidad.Regresamos a descansar al hotel y al día siguiente, el regreso, pasando por el inigualable Potrero de los Funes, el monumento a los Héroes Puntanos de la Independencia, el que, salvando las distancias de estilos arquitectónicos, tiene la grandiosidad del Monumento a Güemes, en Salta, del Cerro de la Gloria o del Monumento a la Bandera. Finalizamos nuestro paseo por San Luis en "El Volcán", un lugar turístico con un río del mismo nombre que presenta quebradas produciendo bellísimas caídas de agua.Para los que no conocen estos paisajes argentinos, les decimos que no dejen de hacerlo, quedarán maravillados, asombrados. Pero también le recomendamos que no vayan en verano porque las temperaturas ascienden a 45° y hasta 50°. Es preferible el frío y el viento cortante para conocer estas bellezas. Graciela Saavedra
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