Falleció hoy en Gualeguaychú
Adiós a Pilolo Rochelle, el hombre de la sonrisa cómplice y el corazón generoso

Este viernes 18 de julio, en la ciudad de Gualeguaychú, se apagó una luz querida: la de Ángel Rómulo Rochelle, más conocido por todos como “Pilolo”, un hombre sencillo, generoso y entrañable, que supo dejar huella en cada lugar que habitó con su presencia cordial y su humor bonachón. Tenía 70 años y residía en la localidad de Larroque, donde pasó buena parte de su vida.

Aunque su casa estaba en Larroque, Gualeguay lo contaba entre sus afectos más genuinos. Allí tejió amistades, vínculos entrañables, encuentros que mezclaban el buen comer, la charla extendida y el truco a carcajadas. También fue parte del paisaje urbano a través de sus emprendimientos gastronómicos y de bebidas, y no pocos lo recuerdan por su activa participación en los torneos de casín, juego que lo apasionaba y lo mostraba siempre entusiasta.
Con su particular chaquetilla blanca y una picardía inofensiva, solía hacerse pasar por “el médico Rochelle” cada vez que llegaba a la terminal de ómnibus de Gualeguay. Era parte de su ingenio, de esa manera ligera y simpática de tomarse la vida, que lo volvía tan querido por quienes lo conocieron.

Uno de los recuerdos más vívidos que atesoramos de él son aquellas veladas memorables en el Parque Pezzutti, a finales de la década pasada, cuando cada semana nos reuníamos en su local comercial —ubicado por entonces en el edificio del Centro de Jubilados Nacionales— para compartir los gloriosos pulpetines de pollo con puré de papa, su especialidad, acompañados de guitarreadas, canto, glosas y, por supuesto, el infaltable truco. En esas noches, no solo se servía comida: se cultivaba la amistad, la risa, el encuentro sin apuros, bajo su hospitalidad cálida y cómplice.
Con el tiempo, su local cambió de dirección y la frecuencia de los encuentros fue mermando. Pero la mística de aquellos años quedó intacta, como un refugio de la memoria compartida.

En Larroque, siempre fue una presencia querida. Trabajó durante años en el antiguo Frigorífico Entre Ríos, que cerró a principios de los años '90. En sus últimos tiempos, participaba activamente en la Colonia de Adultos Mayores de la Municipalidad, donde se destacó como un excelente jugador de golf croquet y como un contador de chistes nato. Siempre con ese gesto amable, su andar tranquilo, su voz pausada y esa parsimonia noble que lo distinguía. Por mi relación familiar con Larroque, en ocasiones en que visito esta ciudad, nos encontrábamos en algún punto y teníamos una breve charla o simplemente nos saludábamos.

Muchos lo recordarán por sus anécdotas, por su generosidad, por su forma sencilla de dar sin esperar nada, por esa capacidad de hacer de lo cotidiano una celebración.
Desde este espacio, acompañamos con el corazón en la mano a sus familiares y seres queridos, deseando que encuentren pronto consuelo. Y nos gusta pensar que el querido “doctor” Rochelle ya anda por otros caminos celestiales, tramando alguna nueva picardía, repartiendo sonrisas, como lo hizo toda su vida aquí en la tierra.

Gracias por tanto, Pilolo. Tu recuerdo vive en cada mesa compartida, en cada risa espontánea, en cada gesto bueno. Hasta siempre.
Por Marcelo Curutchet.