12 de Octubre: Día del Respeto a la Diversidad Cultural
El mito de la Argentina como “crisol de razas” no permite considerar la diversidad cultural en toda su amplitud y consecuentemente su reconocimiento, aceptación y respeto en nuestro presente.
"Cada persona es lo que es su historia; con una sociedad ocurre lo mismo.Las cosas que pasaron, pasaron. Uno puede hacerse más o menos el distraído, algunos se ocupan de grandes negaciones. Pero lo que pasó, pasó.Ese pasado está ahí y titila, emite destellos..." (Mempo Giardinelli) El concepto de "crisol de razas", ha quedado instalado en el imaginario colectivo argentino como un fenómeno incuestionable, pero si se analiza su significado podemos descubrir que se remite a una construcción político-social imaginaria vigente en una época. Bajo ese concepto se adecua significativamente la apreciación de Giardinelli pues, en ella, se identifican y confluyen dos concepciones bien definidas: por un lado la propia historia, lo que pasó y, por el otro, la negación de la misma, a partir de una ideología. Nuestro país ha recibido un sustancial aporte e impacto inmigratorio que se suma al proceso de conquista y colonización española de un territorio perteneciente a los pueblos originarios, no obstante la influencia más fuerte de nuestro pasado que repercute en el presente, tiene como protagonistas las inmigraciones de fines del siglo XIX y comienzos del XX, de tal manera, como lo apunta el escritor paranaense Manuel Gálvez en su novela Hombres en Soledad -de los que él mismo formó parte- "En nosotros los argentinos hay un conflicto, un grave conflicto, entre nuestra idiosincrasia de europeos y la tierra en que hemos nacido y vivido...". Gálvez perteneció junto a Leopoldo Lugones, Macedonio Fernández, Ricardo Rojas, Alfredo L. Palacios, José Ingenieros, Alberto Ghiraldo y Manuel Ugarte a la "generación argentina del 900", es decir, a ese núcleo de intelectuales nacidos entre 1874 y 1882 que conformaban al despuntar el siglo, una brillantísima "juventud dorada"...". Así lo expresa, en el Prólogo de la obra de Ugarte, Norberto Galazo y agrega "Habían nacido y crecido en ese tan curioso período de transición que cubre el último cuarto de siglo en la Argentina ..(en)...esos años ven brotar una Argentina cosmopolita, con aires europeizados, cuyo rostro sólo mira al Atlántico, ajena al destino del resto de las provincias hermanas,...". Frente a esta transmutación cultural que movilizó e impactó a algunos sectores de la sociedad de esa época, se presenta la negación. A partir del proyecto de Alberdi, "gobernar es poblar", queda asentada la política migratoria, expuesta claramente en la Constitución Nacional y concretada, fundamentalmente, por la Generación del '80. Esta oleada de inmigración europea, principalmente italiana y española, incorpora nuevos elementos culturales y etnias que serán homogenizados en el concepto de "crisol de razas" en tanto, se concretaba el exterminio del indígena y la marginación e "invisibilización" de los negros, mestizos, mulatos, etc., es decir todo aquello que contaminaba la "raza blanca". El llamado "crisol de razas" considerado desde esta visión, constituye un etnocentrismo. Tanto en la apreciación de la "juventud dorada", como en la ideología política de ese período histórico y con distintos matices y conductas en la actualidad, se manifiesta en el temor, el rechazo por lo diferente. Entra en juego el "yo o nosotros" con la propia visión de lo que tiene que ser y la del "otro o ellos", quienes, por ser distintos, representan lo que tiene que ser cambiado o negado evidenciándose a través de la indiferencia, la burla, la ironía, la subestimación o en formas más extremas como intolerancia, discriminación, desprecio o violencia. Por otra parte, considerar que la Argentina es un "crisol de razas" a partir del significado de la expresión constituye, en sí mismo, un absurdo y así lo describe Giadinelli:"las razas y las etnias existen, no se pueden fundir. No son como chocolates o quesos en un fondue. Las etnias humanas no se funden. Alguien puede intentar mezclarlas, pero sus individualidades van a quedar. Y está bien que queden. La cuestión es ver de qué manera una sociedad permite y armoniza reglas de convivencia, de coexistencia, para que esa sociedad sea mejor para todos y con todos, incluyendo las diferencias. Benditas sean las diferencias".
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