Angélica Frigo de Monti (Tití) Su fallecimiento
En la madrugada del domingo pasado, la noticia del fallecimiento de Tití Monti me llenó de inmensa tristeza; se había marchado una bellísima persona, una excelente docente, una colega y amiga.Profesora en Castellano, Literatura y Latín, desde muy joven inició su tarea en varias escuelas secundarias de nuestra ciudad, Normal, Comercio, Técnica N° 1 y un breve paso por los inicios del Bachillerato Rural. En todas dejó el mejor de los recuerdos entre sus alumnos y compañeros de trabajo por su claridad en los conceptos, por su generosidad y simpatía.Fue mi profesora de castellano en 1er. año de la Escuela Normal, en ese momento en que mi vida trataba de desprenderse de la niña mimada para iniciar mi etapa de adolescente, con mis nuevos compañeros, muchos con la picardía típica de la edad y el barullo infaltable. Ella desarrollaba sus clases con tranquilidad, con una sonrisa, hasta con dulzura, calmando los bullicios sin alterarse; su presencia cálida, su voz suave, su hablar pausado era un llamado de atención.En los años subsiguientes no la tuve como profesora, la reencontré como colega, generosa hacia quien se iniciaba en la profesión, con consejos oportunos tomados de su ya rica experiencia. Seguía siendo la misma Tití, pausada y sonriente, de manos extendidas para esa ayuda que necesitan los que llegan colmados de teorías y con poca experiencia y material para dar clases.Fui amiga por sus amigas que me acercaron más hacia ella, ya en otro plano; inmensamente querida por los grupos que integraba, por sus comentarios, por su alegría y su risa sin estridencias con la que festejaba situaciones y chistes.Como ocurre muchas veces, el tiempo y las circunstancias van alejando a las personas, no en el afecto, sino en la continuidad de los encuentros, pese a las promesas de charlas y visitas.Por todo eso, enterarme de la muerte de Tití me golpeó fuerte, como le habrá ocurrido a muchas de sus amigas y a sus alumnos que la recuerdan con afecto. Una vez más me prometí que no debo dejar pasar el tiempo para disfrutar de los afectos, que los sentimientos deben enriquecerse con la presencia y la compañía.¡Hasta siempre, querida profesora, colega y amiga! Estarás viva en mis más hermosos recuerdos. Un abrazo muy fuerte para Gabriela y Martín.Graciela Saavedra
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