Padre Leiva
Bienaventuranza de los celulares
Felices los celulares que acercan a los lejanos. Ay de los que alejan a los cercanos. Bienaventurados los celulares que dan información para construir pueblos. Ay de lo que difunden chismes.
Dichosos los celulares que dan letras a las guitarreadas. Ay de los que pretenden sutilmente silenciar la emoción de cantar en comunidad. Felices los celulares de las abuelas que saludan nietos trasatlánticos. Ay de los que concertan citas del tráfico de las adicciones. Bienaventurados los celulares que vuelan con mensajes de amor. Ay de los que se arrastran en engaños y traiciones. Dichosos los celulares devenidos en púlpitos de la Palabra que bendice. Ay de los que vociferan maldiciones. Felices los celulares que ayudan a elevar la estima ponderando en público.
Ay de los cargados de la amarga crítica que desanima de manera serial. Bienaventurados los celulares que son trigales de la benéfica verdad. Ay de los que son sembradíos de la cizaña del error, la mentira y el relativismo. Dichosos los celulares embarcados en la belleza que deslumbra. Ay de los náufragos del culto a la oscura fealdad. Felices los celulares de los que buscan y crean trabajo digno.
Ay de los que traman fraudes corruptos a costa de los brazos trabajadores. Bienaventurados los celulares silenciados en la mesa familiar. Ay de los que hacen agrio el vino compartido Dichosos los celulares de las novenas susurradas por almas piadosas. Ay de los que niegan la Sangre y el Agua del Abandonado. Felices los celulares que alimentan y dan tiempo a la buena digestión. Ay de los que indigestan con comida chatarra. Bienaventurados los celulares que manifiestan la epifanía del rostro.
Ay de los que sólo muestran caretas. Dichosos los celulares que abren ventanas a la trascendencia con alas de verdadera libertad.
Ay de los devenidos en jaulas virtuales. ¡Felices, bienaventurados, dichosos! Los celulares que cultivan el arte del encuentro para reflejar a la Trinidad y al Amor entregado en un Madero.
Pbro. Jorge H. Leiva