Juampi Francisconi, músico gualeyo parte del grupo
“Con La Bomba creamos música en tiempo real”
La Bomba de Tiempo se presentó en la ciudad dos semanas atrás, ante un Barrio Norte que vibró al ritmo de los tambores. Hace once años que Juampi integra el conjunto, junto a otros 15 artistas. El gualeyo charló con este diario sobre sus comienzos, las experiencias vividas y los proyectos que tienen.
¿Hace cuánto que te dedicas a la música?Toco desde que tenía 12 años, de Gualeguay me fui a los 17, pero recién me animé a vivir de la música a los 19 en Paraná. Pegué un laburo con un grupo que se llamaba Los Príncipes, que tenían un hit increíble, salíamos de gira por todo el país. Ahí me di cuenta que podía vivir de eso y me dediqué más que nunca. Estudiaba diez horas por día, estaba muy enfocado. Desde ese momento, nunca dejé de vivir de la música, sea con más o menos plata. En Paraná fue duro, pero estaba haciendo algo que me llenaba y me hacía bien. Confiaba que el día de mañana las cosas iban a desarrollarse de otra manera y así fue.¿Cómo siguió tu carrera?Viví un tiempo en Brasil y después fui a Buenos Aires. Ahí tuve otro golpecito de suerte porque lo conocí a Abel Pintos, quien estaba buscando músicos, pegamos muy buena onda y toqué con él cinco años. Grabé tres discos: La Llave, Reflejo Real y Sentidos, que ganaron premios Gardel. Súper bien con él. Después trabajé con un montón de otros artistas, como Mimí Maura, hasta Diego Torres y Emmanuel Horvilleur. Grabo mucho, hoy por hoy debo tener grabados, sin mentirte, 60 o 70 discos. En muchos discos grabo uno o dos temas, en total debo tener unas 300 canciones grabadas. Es otro tipo de trabajo. Una cosa es el trabajo tocando acá y otra cosa es grabar, que también te pagan y tiene ciertos derechos intelectuales de intérprete, que a la larga se cobran. Las regalías de intérprete, cuando pasan un tema desde en un cumpleaños hasta en la radio. Es otra forma de recibir dinero cada tanto. Está bueno porque uno no lo contempla cuando pegas un tema con alguien conocido. Vivir de músico es re difícil, tenes que hacer un montón de cosas, como dar clases, y así te vas armando. El tema es confiar en lo que vos estás haciendo y animarte.¿Qué es lo que caracteriza al grupo?La Bomba comenzó en el 2006, somos 16 percusionistas. Trabajamos un sistema de señas, que nos permite improvisar. Lo desarrolló Santiago Vázquez, quien creó el grupo y hoy paradójicamente es la única persona que ya no forma parte. Ese sistema fue lo que permitió desarrollar esa dinámica de la improvisación, de crear música en tiempo real, como le llamamos nosotros. Eso le da un vértigo y una energía muy grande al grupo. Se empezó haciendo como experiencias raras musicales, pero hoy por hoy se convirtió en una cosa muy bailable, muy para afuera. Lo que tiene de particular el grupo es que todos los show son improvisados y distintos. Eso le da una magia muy particular a cada presentación. A veces hay cosas que son similares, eso es una realidad. Cada director tiene su caballito de batalla. Generalmente tocamos en lugares donde el público está de pie, para que puedan bailar, se da una conexión muy grande con la gente. Además solemos tener invitados, músicos que hacen otro estilo y eso también le da una gracia muy particular.¿Cómo llegaste a La Bomba?Estoy desde el comienzo, me convocó Santiago. Nos conocimos en Salvador de Bahía, en una gira, yo estaba con una cantante y él con otro grupo que tenía. Pegamos muy buena onda y me dijo que hace unas semanas habían arrancado a ensayar en su casa, me preguntó si quería sumarme cuando volviéramos del viaje. Hice dos ensayos con ellos y salimos a tocar en vivo en el Konex. La Bomba en sí ensayo tres veces en la casa de Santiago y después fuimos al Konex. Ahí tocábamos para 300-400 personas al comienzo, hacíamos una especie de pequeño ensayo laboratorio de una hora, en el que la gente estaba sentada en el piso mirando. Cuando terminaba esa especie de ensayo, Santiago decía: "Bueno, terminó la experimentación. ¿Tienen ganas de bailar? Párense y seguimos trabajando". Hacíamos dos horas de show sin practicarlas, probábamos cosas y parábamos. La gente miraba el proceso, todo en el momento. Después de esa hora ya no parábamos más, ahí sí que la gente bailara.¿Paraban de acuerdo a cómo les parecía a ustedes que iba quedando o también por cómo congeniaban con el público?Parábamos por una cuestión nuestra musical. El público en ese momento no nos daba bola. La cuestión de la conciencia del grupo la empezamos a tener dos o tres años después. Empezar a jugar con la gente, como hice acá, no era parte de La Bomba al principio. Ahora se transformó, en sus comienzos el director ni siquiera se daba vuelta para mirar a la gente. Hoy por hoy la devolución del público es tan grande, que uno se da vuelta, te das cuenta si están bailando, si gritan, si cantan. En ese sentido es un show más común, como cualquier banda.El que turnen a un director que los guíe recuerda a una orquesta...Sí, tiene algo muy similar. En vez de tener partituras escritas como en una orquesta, el director con las señas dicta una especie de partitura en tiempo real. En el momento se va creando esa música. Está muy bueno cómo funciona con el director.Más allá de rotar como directores, ¿mantienen un lugar dentro del grupo?Sí, de los 16 somos 8 los que dirigimos. Cada uno tiene dos instrumentos básicos. Los músicos estamos preparados técnicamente y musicalmente para tocar todo, pero es como que somos especialistas en dos y si es necesario, rotar una vez más, se puede. Hoy por hoy estamos organizados. El director musical, Diego, quien coordina todo el show.¿Qué les provoca formar parte de algo tan distinto?Es muy lindo, muy placentero. Nos encanta lo que estamos haciendo pero es un desafío diario. Dos de mis compañeros y yo somos los encargados de La Bomba en general, de todo su concepto. Yo me ocupo de lo que es comunicación y desarrollo de la imagen del grupo. Es difícil catalogar a La Bomba, si sacamos un disco o un libro: ¿Cómo contas la historia de La Bomba y para qué? Ahora estamos armando el libro con Editorial Atlántida, estoy encargado de todas las reuniones. Fue un ofrecimiento de la editorial directamente. Como vieron que era una cosa muy masiva, vieron la oportunidad comercial de vender al exterior y todo eso. Nos vienen a ver muchísimos extranjeros, por eso el libro es bilingüe castellano-inglés. Estamos en ese proceso.lea más en la edición impresa en papelPor Agustina Segovia Delamare
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