De Gualeguay a la Casa Blanca… Con escalas.
No siempre a uno le llama la atención una historia de la cual ha sido parte, porque no se detiene a pensar, o porque no se da cuenta, o simplemente continúa.
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Y un día revisas alguna foto o algún relato y percibes que el resto le da mas importancia que vos, es ahí donde comienzas a percibir que algo importante te sucedió.
Te pongo en autos: Soy gualeyo, mis 3 hijos son porteños. Casado. 46 años, Contador Público formado en la Universidad de Buenos Aires, periodista, formado en la Universidad del Salvador y Coach Ontológico en la Universidad Di Tella. Me formé profesionalmente en el Diario La Nación (LN), pasé ahí mis primeros 16 años laborales, haciendo de todo, cuando digo de todo es de todo. Mis formas, o la falta de ellas, depende como se mire, son sin dudas fabricadas por ese molde. Orgulloso. Fue en mi última etapa allí que, junto con el deporte y la acción social (otras historias), me picó el bichito del periodismo seriamente.
Cuando decidí que mi carrera profesional iba a estar definitivamente ligada a la producción de información y a la comunicación en general, en todos sus aspectos, periodismo incluido, fundamos junto a un gran amigo a quien respeto mucho (Martín Melo) La Pastelera Producciones, la primera de las empresas que tenemos hoy. En ese momento todo era novedoso, hasta mis ganas de aprender nuevamente como si fuera un adolescente. Si bien mi paso por LN me había dado muchas herramientas, completé mi formación en otros medios que también me aportaron conocimiento sobre otros sistemas como TV y radio, ambos formatos hoy en mi vida laboral diaria, directa o indirectamente.
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Perdón, tengo un vicio cuando escribo y es que arranco y no solo que no paro sino que me voy por las ramas. Vuelvo: hace unos días coloqué un mojón en mi historia profesional, quizás sin darme cuenta, quizás sin pretenderlo con claridad, pero hoy sé con seguridad que es un nuevo hito en mi carrera. Me costó entenderlo, se avivaron antes que yo personas que me quieren o que me respetan profesionalmente, y en el mejor de los casos ambas cosas. Cuando me acordé estaba en "La Casa Blanca", en Washington, Estados Unidos (EEUU), en un espacio de no mas de 40 metros cuadrados a escasos 3 metros de Donald Trump y toda la plana mayor del gobierno Norteamericano y sus pares Argentinos, incluido claro, nuestro presidente Javier Milei durante casi una hora, hablando nada mas ni nada menos que del futuro de nuestro país.
Hechos históricos si los hay: Milei como primer presidente latinoameniracno en visitar oficialmente La Casa Blanca en el segundo mandato de Donald Trump, y este último recién llegado de firmar en Egipto el acuerdo de paz en Medio Oriente, primera aparición pública luego de semejante hecho. Mas expectativa internacional imposible. Como dice un amigo, mas suerte suelta no se vende.
Lo cierto es que un día me desperté y había pasado por Washington a cubrir el encuentro oficial bilateral de nuestro presidente con el presidente mas poderoso del mundo, durante 1 hora en un lugar para pocos, inalcanzable para casi todos, pero a su vez íntimo y cálido. Hoy me doy un poco cuenta de lo sucedido.
No se cuanto se pueda contar al respecto porque tengo la intención de ser invitado nuevamente… Las partes suelen ser celosas de ventilar detalles de ese tipo de lugares. Pero algo para contar que me llamó la atención es que una vez que pasas todas las barreras de seguridad, que comienzan en Argentina y que son muchas, acá y allá, y estás dentro del predio, detrás de las famosas rejas negras que mucho conocemos y desde donde sacamos la famosa foto de La Casa Blanca, la sensación es que estás inmerso en un espacio que nadie de tus personas cercanas estarán jamás, ergo: sos un privilegiado. Un espacio donde se respira poder, donde es demasiado fuerte la sensación de estar en un lugar absolutamente distinto y distintivo. El aire es especial, como se dice mucho y de manera sencilla, ahí se cocinan las decisiones mas importantes del mundo, y un gualeyo hijo de Inesita y Pastelito estuvo ahí. A la vez es un lugar ameno, donde la seguridad es mucha pero siempre te sentís cómodo. Por supuesto, no pasarse de listo ni de gracioso es condición sine qua non, los protocolos son inesquivables si quieres permanecer dentro. La seguridad es realmente mucha, pero insisto, lo llamativo es que una vez que ingresas puedes moverte dentro de los parámetros establecidos con mucha libertad y a medida que los nervios pasan, la adrenalina baja y un poco los sentidos se abren, fluye con una calidez que ayuda al disfrute, porque al fin y al cabo si bien es trabajo, poder disfrutar de ese momento es importante también.
Una de las cosas que EEUU ha hecho bien, durante décadas, es su batalla cultural mediante el cine (y hoy con Netflix): no importa en qué rincón famoso de su país estés, aunque estés por primera vez, sientes que lo conoces de antes, eso es batalla cultural en serio, ahora que está tan de moda. Con esto quiero contarte que no me asombraron las edificaciones ni los colores ni los espacios, si total "yo ya los conocía", en mi inconsciente claro. “La Casa Blanca" es como la conocemos todos, sin haber ido nunca.
¿Es importante para mí lo sucedido? Es muy importante. ¿Es destacable? Entiendo que sí es destacable. Me pregunto qué haré con ello, me respondo rápidamente: seguir haciendo lo que venimos haciendo, mantener nuestra tan característica prepotencia laboral lo mas cerca posible de la ética profesional. Pararse siempre en la calidad de los contenidos y rodearse de las mejores personas que también sean grandes profesionales o en su defecto moldeables laboralmente hablando, y siempre con escucha activa, pero siempre buenas personas.
Es un momento del año muy especial para muchos, donde te llenas de preguntas y posiblemente la cantidad de respuestas sea menor; donde a veces nos obligamos a replantearnos los objetivos y porque no los sueños. Por eso, en donde estes, quise contarte esto, aunque me incomode, principalmente para decirte que trabajar duro durante mucho tiempo es una de las recetas mas simple (no fácil) y efectiva para lograr cosas importantes en cualquier orden de la vida, por supuesto si le sumas capacitación es como si pasaras el auto de gas a nafta. Seguramente haya algunas personas que tengan otros caminos mas cortos y menos duros, pero esas nunca fueron mis opciones, vengo de un lugar donde todo se hace a pulmón y con un altísimo carácter y resiliencia, poder tener una alta tolerancia a que las cosas no salgan para poder intentarlo siempre nuevamente, ha sido y es hoy un ángel de la guarda para mí, ojalá lo sea para vos también.
Nunca hubo magia en mi barita mágica, pero tampoco deje nunca de buscar mi conejo en el sombrero. El secreto es no dejar de buscar. Donde estes y lo que sueñes, no lo sueltes.