El Pastor y los pastores en Gualeguay

Según la Real Academia de la Historia de España, Sebastián era un fraile franciscano y su figura "... se agrandó extraordinariamente. Sobresalió como teólogo y excelente orador, y continuó desempeñando su cátedra de Teología hasta que en 1777. A propuesta del franciscano Joaquín de Eleta, obispo de Thebas y confesor de Carlos III, fue designado para gobernar la iglesia episcopal de la Santísima Trinidad de Buenos Aires". Y sigue: "A su llegada a América (1778), adonde le acompañaron su confesor, el franciscano Pedro Guitián Arias, y su sobrino, Pedro Acuña, Malvar visitó su diócesis, lo que le reveló el estado de penuria en el que se encontraban el clero y las iglesias"... Imaginemos el heroísmo, la valentía del obispo Sebastián, teniendo en cuenta el tremendo paso que tuvo que hacer desde las elegantes aulas de la Universidad de Salamanca a los interminables charcos y las infinitas mosquitadas del sur entrerriano y a las jaurías en las reuniones comunitarias.Las apreciaciones hacia su figura son ambiguas: algunos historiadores le critican su proximidad con Carlos III, el rey Borbón que había expulsado a los Jesuitas de las misiones de nuestro noreste, del actual sur de Brasil y del norte de la Banda oriental. Con los jesuitas se había ido además gran parte de la estructura educativa de nuestras provincias y, en consecuencia, sin los jesuitas, regiones enteras quedaron sin evangelización. Recordemos de paso que en este contexto nació la obra de Mama Antula, beatificada hace poco tiempo por el papa Francisco: ella puso especial interés en la continuidad de los ejercicios ignacianos que llevaban a delante en gran parte del país los padres de la compañía de Jesús. Continúa el texto de la Real Academia: "... Las actividades de Malvar como obispo de Buenos Aires, entre las que destacaron, además de los enfrentamientos con el virrey —criollo mexicano, versátil y puntilloso, de tendencias progresistas— sobre defensa y jurisdicción del Real Patronato, y otros pequeños detalles de carácter gubernativo, el haber contribuido a sofocar la rebelión que, en 1780, encabezó el inca José Gabriel Tupac-Amaru, le valieron para ser nombrado, en 1783, arzobispo de Santiago". Es decir: a propósito de sus peleas con el primer virrey del Río de la Plata y por haberse plegado a apoyar la política del rey respecto a las insurrecciones de los pobladores de estas tierras, nuestro obispo fue designado para ocupar otro obispado más importante en España. Así se libró de las proverbiales mosquitadas de estos pagos. El 25 de septiembre de 1795 fallecía en Santiago, en cuya catedral, entre el coro y la capilla mayor, fue enterrado. Este "pastor", miembro del Colegio de los obispos sucesores de los apóstoles, imagen del Buen Pastor, entre las luces y las sombras de toda realidad humana, hizo posible providencialmente que en estas latitudes no faltaran sacerdotes que apacentaran el rebaño de Dios, con el Espíritu que sopla en las verdaderas Iglesias.Es preciso que hoy destaquemos la magnitud de aquella visita, sumada a la llegada del Padre Andrés Quiroga y Taboada, porque a partir de esa misión, siempre hubo un cura en Gualeguay para la celebración de la Misa y para absolver al Pueblo cristiano pecados. Este domingo recemos por las vocaciones sacerdotales y colaboremos con la economía del seminario, el lugar donde se están formando los futuros pastores de Gualeguay. Recemos, también, para que las familias sean lugares donde se escuche la voz del pastor que llama al sacerdocio; para que muchos jóvenes respondan como el obispo Sebastián. Recemos, especialmente, para que sean valientes frente a la "mosquitada de la vida"... y a las jaurías en las reuniones comunitarias.Pbro. Jorge Leiva