Por Lic. Lara Tamaño
“IL CORSO di Lingua e Cultura Italiana, de viaje por Italia: idioma, historia y emoción compartida"
El pasado 10 de mayo se cumplió un sueño largamente anhelado. Un susurro que nació en el aula, entre libros y se transformó en una realidad: nos fuimos a Italia con mis alumnos de Il Corso di Lingua e Cultura Italiana.
La idea nació tímida, casi como un juego, allá por julio. "¿Y si vamos a Italia?”.
No dudé en llevarles esta propuesta a Lucía y Diego de Dream Viajes, quienes me asesoraron y ayudaron a darle forma a esta propuesta. Pronto llegaron los pasajes, los mapas, los itinerarios... y con ellos, la emoción de saber que algo grande estaba por comenzar.
Y en septiembre, se presentó la propuesta formal, en una reunión para todos los interesados.
Rápidamente se formó un grupo maravilloso, de todas las edades, unido por el entusiasmo y el amor por la cultura italiana. Luego, todos los aspectos formales —como los pagos, la documentación y la organización logística— fueron gestionados de manera impecable por la agencia, facilitando cada paso del camino.
Unos días antes de partir, organicé lo que llamé la Reunión Pre Viaje: un encuentro donde compartimos algo rico, el grupo se conoció mejor y les entregué una guía personalizada hecha por mí, con información útil, consejos prácticos y datos de interés para la aventura que nos esperaba. Además, les di un pequeño presente para que llevaran consigo durante el viaje, como símbolo de esta experiencia única que íbamos a vivir juntos.
El viaje
Todo el viaje estuvo coordinado desde cero. Salimos todos juntos en tráfic desde el Teatro hasta el Aeropuerto internacional de Ezeiza, y volvimos de la misma manera. La idea fue siempre que todo el grupo se sienta acompañado y contenido, en una experiencia tan desafiante como viajar al otro continente.
Llegamos a Roma en un vuelo directo, y rápidamente nuestros pasos nos llevaron por lugares inolvidables. Roma, donde el pasado y el presente se dan la mano en cada rincón. Caminamos por el imponente Coliseo, lanzamos la famosa moneda en la Fontana di Trevi y sentimos, desde el primer día, que estábamos viviendo algo único.
Desde allí, la ruta nos llevó a Florencia, la cuna del Renacimiento, con sus callecitas desbordadas de arte, sus puentes elegantes y ese aire de genialidad que impregna cada rincón. Contemplar el Duomo, pasear por el Ponte Vecchio, o perderse entre las obras de los Uffizi es simplemente tocar la historia con las manos.
Más adelante, nos dejamos envolver por la magia de Venecia, la ciudad de los canales, las góndolas y los atardeceres dorados, donde todo parece suspendido en un sueño. Su Plaza San Marcos, las callejuelas que emergen del agua, y ese encanto de lo eterno la convierten en una parada inolvidable. Para finalizar, realizamos un paseo en góndola junto con dos músicos que, mientras contemplábamos la ciudad en esta icónica embarcación, nos deleitaron con canciones italianas.
En Padua, descubrimos una ciudad vibrante y universitaria, hogar de la basílica de San Antonio, de calles adoquinadas llenas de vida, arte y espiritualidad. Un rincón que sorprende con su elegancia discreta y su ambiente acogedor.
Nuestra ruta nos llevó luego a San Marino, la república más antigua del mundo, enclavada en las montañas. Desde sus torres medievales, las vistas sobre el Adriático nos dejaron sin aliento. Recorrer sus calles empedradas fue como viajar en el tiempo.
El viaje continuó hacia Gubbio, un tesoro medieval entre montañas, donde el tiempo parece haberse detenido y cada piedra cuenta una historia. Allí, la tradición y la calma conviven con la belleza de sus paisajes.
En Perugia, capital de la región de Umbría, nos recibió una ciudad vibrante, llena de juventud y cultura. Conocida por su universidad y su famoso chocolate, Perugia nos ofreció un equilibrio perfecto entre historia, arte y modernidad.
En Asís, encontramos paz y recogimiento; caminamos por los pasos de San Francesco y sentimos su mensaje aún vivo entre las calles silenciosas de la ciudad. La Basílica de San
Francisco, con sus frescos de Giotto, nos conmovió profundamente.
Llegamos a Nápoles, vibrante y caótica, con su gente apasionada, su energía única y, por supuesto, la inolvidable pizza Margherita que allí nació. Su mezcla de historia y vitalidad, frente al mar, es una experiencia que se vive con todos los sentidos.
Desde allí, zarpamos hacia Capri, una joya de piedra y mar, con vistas que parecen salidas de una pintura. La Gruta Azul, los Faraglioni, y sus elegantes callejuelas nos hicieron sentir en un lugar fuera del tiempo.
Los paisajes de Sorrento, balcón natural al Mediterráneo, nos cautivaron con sus colores, aromas de limoneros y la calidez de su gente. El atardecer sobre el golfo fue un regalo que guardaremos para siempre.
En Salerno, una ciudad con alma marinera, historia antigua y moderna hospitalidad sureña, paseamos por su encantador paseo marítimo y sus barrios históricos que aún conservan la esencia auténtica del sur italiano.
En Pompeya, caminamos entre ruinas que hablan de una tragedia convertida en legado. Las huellas del Vesubio, que cubrió la ciudad en cenizas en el año 79 D.C., nos invitaron a reflexionar sobre la fragilidad del tiempo y la permanencia de la memoria.
Finalmente, en Montecassino, nos conmovimos frente a la imponente abadía, símbolo de destrucción, fe y renacimiento. Destruida durante la Segunda Guerra Mundial y luego reconstruida, se yergue hoy como un emblema de resistencia y esperanza.
Luego de Montecassino, volvimos a Roma y nos quedamos una noche más ahí, antes de emprender el regreso. No quiero olvidar mencionar tantos otros lugares que descubrimos al movernos de un punto a otro, dejando que el viaje nos sorprenda a cada paso. Porque en Italia, cada curva del camino guarda una historia, y cada historia, una emoción que llevaremos con nosotros para siempre.
Durante todo el viaje, nos alojamos en hoteles cómodos y de excelente categoría, seleccionados con mucho cuidado para brindar descanso y confort al final de cada jornada. Todos los traslados internos estaban incluidos, lo que nos permitió movernos con tranquilidad entre ciudades, disfrutando del paisaje sin preocupaciones. También contamos con excursiones, recorridos guiados y entradas a los principales sitios de interés, lo que enriqueció aún más la experiencia cultural.
Y, por supuesto, hubo tiempo libre, en el que cada integrante del grupo pudo elegir su propio plan: caminar sin rumbo, visitar algún museo, hacer compras o simplemente sentarse a disfrutar la gastronomía italiana. Entendemos que cada viaje es personal, los objetivos son distintos y todos pudieron vivirlo a su manera.
El recorrido en total duró 12 días, donde también se brindó la posibilidad de que, quienes quisieran extender el recorrido para conocer otros lugares y aprovechar el viaje -esto continuando por su cuenta- pudieran hacerlo. Algunos alumnos, tomaron esta opción, continuando un recorrido personalizado de algunos días más luego del fin del viaje grupal.
Todavía me cuesta poner en palabras todo lo vivido. Cuando creé Il Corso, jamás imaginé que viviría momentos tan profundos, tan llenos de emoción y sentido. Este viaje no sólo fue la concreción de un proyecto, fue también el acompañar el sueño personal de cada alumno. Muchos viajaron por primera vez, y sentir que confiaron en mí para dar ese paso es un orgullo inmenso.
Pisamos la tierra de nuestros abuelos y bisabuelos, la que ellos dejaron con lágrimas en los ojos y que nos recibió con los brazos abiertos y una sonrisa. Caminamos por paisajes que muchas veces describimos en clase, y que esta vez pudimos vivir con los cinco sentidos: la vista de los atardeceres, el sabor del café, del gelato y de la pasta; el perfume de los limones y del mar en Capri; la música del italiano por las calles, los abrazos y los momentos emocionantes vividos.
Este viaje lo sentimos como un homenaje. A la historia, a la cultura, al idioma italiano que tanto amamos y que suena tan hermoso en el aula… y ahora también en nuestras vivencias.
Quiero destacar también el hermoso grupo humano que se formó: lazos que van más allá del viaje, formados entre risas y momentos de profunda emoción. Son vínculos que quedarán para siempre.
Momentos que nos marcaron
Uno de los momentos más emocionantes del viaje fue sin dudas cuando presenciamos en vivo el primer saludo dominical del Papa Leone XIV desde Piazza San Pietro. Verlo asomarse al balcón, escuchar su voz y sentir la emoción compartida entre miles de personas fue una experiencia inolvidable.
También visitamos la tumba del Papa Francesco en la Basílica de Santa María Maggiore un lugar sagrado y silencioso, donde la paz y la espiritualidad se sienten en el aire, entre miles de fieles que pasaban a presentar sus respetos.
La práctica del idioma
Este viaje no sólo fue una experiencia cultural inolvidable, sino también un verdadero salto en las habilidades lingüísticas de los alumnos. Poder practicar el italiano en su tierra natal, escucharlo en cada esquina, conversar con nativos y sumergirse en el día a día del idioma transformó su aprendizaje en algo vivo y auténtico.
Además, enfrentarse a situaciones reales —como solicitar direcciones, pedir en restaurantes, y saludar o tener una breve charla— potenció su comprensión auditiva, vocabulario y fluidez oral. Volvieron no sólo con conocimientos, sino con confianza, pasión, motivación para seguir aprendiendo y un vínculo profundo con la lengua que estudian con tanto amor.
Este viaje fue pura esencia: aprendizaje, conexión y emoción. Ahora, con el regreso, retomamos nuestras clases con más energía que nunca.
Il Corso sigue creciendo Las clases continúan con normalidad y les recuerdo que pueden sumarse a partir de junio. Para todos los que empiezan desde cero, o tienen algún conocimiento del idioma. ¡No duden en escribir, consultar o tomar una clase de prueba! Este es el momento de empezar a construir ese sueño.
Y para los que sueñan con viajar en la próxima edición de Italia 2026 con Il Corso, les recomiendo estar atentos; y ¡sumarse a las clases! El viaje está destinado a alumnos y acompañantes, y ya estamos planeando volver.
Gracias. A Lucía y Diego, de Dream Viajes, por su impecable gestión y calidez en cada detalle del viaje. A mis seres queridos, por el apoyo constante. Y sobre todo, gracias a mis alumnos, que se animaron a soñar en voz alta conmigo.
Grupo de Viaje Italia 2025 Atilín, Gustavo, Kitty, Juanca, Noelia, Nilda, Juan Martín, Diana, Liliana, Lole, Micaela, Cristina, Marcela, Silvia, Pablo, Ana y Paula. Gracias por hacer de este viaje un sueño compartido. Por reír, emocionarse, caminar, descubrir, y sobre todo, por demostrar que el idioma, cuando se aprende con amor, puede abrir puertas al mundo, generar lazos de por vida y dejar recuerdos imborrables en el corazón.
Para quienes deseen conocer más sobre Il Corso, ver el trabajo que realizamos, nuestras clases, fotos del viaje y próximos proyectos, los invito a seguirnos y ponerse en contacto a través de los siguientes medios:
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