Juanele: un poeta
“(…) no veo en el paisaje, como Sartre dijo muy bien, solamente paisaje. Veo, o trato de ver, o lo siento así, todas las dimensiones de lo que lo trasciende, o de lo que, diríamos así, lo abisma. Es decir, la vida secreta por un lado y la vida no sólo con las criaturas que lo habitan o lo componen, sino con las otras cosas con lo que está relacionado, no solamente en el sentido de las sensaciones».Juan L. Ortiz
Señor...He sido, tal vez, una rama de árbol,una sombra de pájaro,el reflejo de un río...Señor,esta mañana tengolos párpados frescos como hojas,las pupilas tan limpias como de agua,un cristal en la voz como de pájaro,la piel toda mojada de rocío,y en las venas,en vez de sangre,una dulce corriente vegetal.Señor,esta mañana tengolos párpados iguales que hojas nuevas,y temblorosa de oros,abierta y pura como el cielo el alma.En armonía con las palabras de Juanele, este bellísimo poema revela la sacralidad de la trascendencia del paisaje. Ahora bien, si hablamos de "sacralidad"... ¿cómo lo justificamos?En principio, tenemos el llamado dirigido hacia Dios, para que atienda a la voz del poeta, ya presente desde el título: "Señor...". Luego, puede plantearse, en exacta y rigurosa combinación, el tono íntimo y confesional expresado por el verbo "tengo". ¿Por qué? Vemos el uso de la primera persona singular ("yo") en dicho verbo, en absoluto como manifestación de "egotismo", sino como aspecto necesario de toda confesión individual. ¿Y qué es lo que se confiesa hacia la divinidad? Pues se trata de una revelación que ha llenado de luz al poeta; nótese que de este núcleo verbal ("tengo") depende una enumeración que sintetiza una visión trascendente de la naturaleza, según la percepción de un "yo". ¿Y por qué lo ha llenado de luz? El poeta lo dice: "Esta mañana...". La mañana es un inicio de luz, es en la mañana cuando el poeta entiende y vive esta revelación. Incluso se podría señalar el matiz edénico, de comienzo prístino, manifestado por esta simple frase: "Esta mañana...".Hay, además, otra cuestión interesante y reveladora en este poema. Se trata de las dos palabras finales: "el alma". Tiene una particular fuerza expresiva que esta frase aparezca en último lugar; ¿habrá sido porque es lo "menos importante"? Más exacto pareciera que se ha querido decir que el destino final de todo es el alma, que gracias al alma es que uno puede dirigirse a la divinidad, vivir la belleza y la trascendencia reveladora de la Naturaleza, más allá de las apariencias. El alma es la que permite que el poeta pueda mostrarnos la trascendencia de las esencias y su hermosura divina... Así también es de bello y prístino este poema.¡Gracias, Señor, por Juanele! ----------------------------------------------------------Juan L. Ortiz, el poeta universalJuan Laurentino Ortiz nació en Puerto Ruiz, Entre Ríos, en 1896, y murió en Paraná, el 2 de septiembre de 1978. Estudió en nuestra Escuela Normal y estuvo empleado en la oficina del Registro Civil de nuestra ciudad. Su vocación poética se develó ya desde adolescente y esos primeros poemas, o sus fragmentos, han sido recopilados en distintas ediciones por amantes y admiradores de su obra. Su poesía trascendió las fronteras del país siendo su obra valorada por los más exigentes críticos, convirtiéndose en un poeta universal. -------------------------------------------------------------Prof. Daniel Martínez
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