La realidad del profesor
Camila Correa, es una joven profesora de historia de nuestra ciudad. Desde hace 3 años trabaja en una escuela rural. Esto implica un viaje cada vez que va a dar clases, así llueva o haga mucho calor. Implica trabajar y adaptarse a una realidad totalmente distinta a la que no estamos acostumbrados acá en la ciudad. Por eso, conversamos con ella para que nos cuente un poco cómo es la vida en esa escuelita del campo.
Primero tenemos que remarcar que la tarea del maestro y del profesor, son distintas. El maestro, tiene un cargo y sus horas en una escuela. El profesor, tiene que acumular horas cátedras y para tener 36hs debe trabajar en varias escuelas. Esto requiere que tengan que andar corriendo detrás de los horarios, por toda la ciudad de un lugar al otro, pero tienen la posibilidad de conocer otras realidades.A continuación, dejamos el testimonio de la profesora: "Yo arranqué en esta escuela del campo, con tres horas. Los lunes tenía un módulo y los miércoles 35 minutos. En ese momento los módulos duraban menos por una reducción horaria. Recuerdo que me recibí un lunes y el viernes, una profesora me llevó hasta allá a concursar esas tres horas y las gané. Siempre había dicho que no iba a viajar nunca para dar clases porque mi mamá se pasó la vida dando clases en Galarza y se iba a las 11 de la mañana ay volvía a las siete de la tarde. Entonces yo no quería. Pero, fui conociendo la escuela, la gente, a mis compañeros. Tomé más horas en otras escuelas de la ciudad y cada vez me gustaba más la realidad de la zona rural.Al principio, me costó un poco el viaje, pero fui conociendo gente para ir y venir. Los días que no tenía con quién viajar me tomaba el colectivo que circula en la zona y generalmente iba parada porque todo el mundo necesita de ese transporte. Para ir, lo tomaba a las 5:15 hs y cuando llegaba a la escuela, esperaba afuera hasta que la abrieran a las 7:15 porque la jornada de ellos es de 7:30 hs a 13:15 hs. Lo más cansador es eso, viajar. Porque ahora que tengo más horas y voy los lunes toda la mañana y los viernes media mañana, llego a Gualeguay y salgo para otras escuelas. Pero no hay como esos chicos.Ellos tienen un respeto hacia el profesor, enorme. Respeto hacia la institución. Cuidan todo, no rompen ni rallan nada. Las paredes están impecables. En cada aula tienen su estufa, tienen su equipo de mate, donde se les provee yerba para que ellos no gasten y todo está en perfecto estado. La escuela es chica, son poquitos alumnos, hay una división por cada año imagínate. Así que son todos amigos de todos. Tienen un vínculo muy lindo. Tienen ganas de aprender, de estudiar. Para ellos, ese es un lugar de encuentro, de goce, de juegos, tienen luz, internet. Algunos chicos llevan para cargar los celulares porque en su casa no tienen, por la situación económica, porque no tienen una extensión hasta el lugar donde están porque es muy lejos. Desde la escuela se comunican con el mundo y lo conocen, porque hacen muchos viajes de estudios por ejemplo para que tengan la oportunidad de ver todas esas otras realidades. Y nadie se fija en las diferencias económicas que hay entre ellos. No importa lo que tienen puesto o la cartuchera o los útiles. Van con lo que tienen.Si es un sacrificio para nosotros como docentes ir hasta allá, pero más que nada el sacrificio es de ellos. Se levantan muy temprano a la mañana porque tienen que tomar un transporte que no es que pasa casa por casa, sino que tiene que acercarse hasta las paradas para poder llegar a la escuela. Hay chicos que se levantan a las 4 de la mañana, van en bicicleta hasta el lugar, toman el cole. No es anda fácil para ellos. Uno tiene que tener todo esto en cuenta a la hora de desarrollar la clase, a la hora de exigir, porque están casi todo el día en la escuela. A las 10 hs les dan una leche con galleta o pan y a las 13:05 hs un sándwich a cada uno. Ahí no tienen comedor, pero la buena gestión que están tiendo los directivos hicieron posible esto porque lo necesitaban. Imagínate que cuando termina la jornada, tienen educación física un módulo y después si vuelven a sus casas. Además, muchas veces llegan a ayudar a la casa y los fines de semana, feriados, vacaciones ellos trabajan. Hay chicos que te dicen que ya querían empezar las clases porque estaban cansados ya de trabajar.Otra cosa linda de ellos, es que participan siempre en un montón de actividades, de olimpíadas, jornadas, los incentivan a que no se queden quietos. Y si viajamos se portan más que bien, porque saben que si no es así no van más. Por eso la escuela es fundamental para ellos. Desde hace un año y medio, tienen un centro de estudiantes, por ejemplo. Docentes y directivos se capacitaron para ayudarlos y hoy tienen hasta una fotocopiadora que les cambió la vida a todos, hasta a los padres porque si tenían que hacer un trámite ¿dónde sacaban fotocopias? O los sábados, a veces, hacen ciclos de cine entonces hablan con los transportes para que busquen a la gente de la zona y los directivos van, abren y siempre los están ayudando en todo.Les dan jornadas de ESI, de primeros auxilios, de salud, de agroquímicos. Se trata de atender a toda la formación en general porque es el único momento que tienen para hacerlo. Y los docentes tenemos que sacarles todas las dudas. Porque si en la casa no tienen quién los ayude con el estudio, si les queda una materia ¿qué hacen? No hay maestros particulares. Se merecen que les demos más posibilidades, que no miremos tanto las faltas porque son justificadas si llueve y no pueden salir. Además, muchas veces llegan a la casa ayudar después de estar todo el día en el estudiando. Buscamos otras formas de enseñar y de evaluar porque es la única posibilidad que ellos tienen de una educación secundaria.Como anécdota, para cerrar, me gustaría contar que, para el Día de la Tradición, a ellos les encanta hacer un festejo enorme. Entonces se levantan muy temprano, la familia los acompaña, preparan los caballos, se visten de gauchos y se van a la escuela llevando banderas argentinas. Y por ahí tienen más de dos horas de viaje, pero no les importa. Llegan, se canta el himno, llevan un cura que de una misa y les armamos juegos mientras los padres hacen asado y las madres tortas fritas. Así, luego, comemos todos juntos. Esa, es la realidad de la escuelita del campo, un compañerismo enorme. Es una gran familia".
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