Pbro. Jorge H. Leiva
Pascua con Fuego, Escritura, Agua y pan
Para el frío de la soledad de nuestros tiempos, Jesús y su Cuerpo eclesial tienen el fuego de las cinco llagas gloriosas y la luz que perfuma las sombras del sin sentido, del aislamiento de los celulares y del auto-boicot que da la duda de no saberse amado.
Para el relativismo, el monólogo del lenguaje tecnocrático y la falta de diálogo empático, Jesús y su Iglesia tienen palabras de vida eterna y la dulce Tradición que es la verdad hecha recuerdo en los afectos. Para los términos vanos de la propaganda y para las vacías palabras de las redes sociales, Jesús y la Iglesia de las profecías tienen a Pedro y a los Apóstoles en un tejido de catedrales diseminadas por todo el orbe. Para las impurezas de los cuerpos y de las almas, Jesús y la Madre Iglesia tienen aguas uterinas que lavan y sanan…y tienen lágrimas que recuerdan fragilidades y arrepentimientos. Para los charcos y las cloacas suburbanas malolientes que ensucian el planeta, Jesús y su Torrente que es la Iglesia tienen un nuevo soplo primordial como el del Génesis y un nuevo Diluvio de Noé para una nueva creación junto al Arco Iris de otra Alianza. Para esta humanidad mal alimentada por la desnutrición o la obesidad, por la bulimia anoréxica o la gula obscena de la comida tirada desde la bodega del Titani
c, Jesús y su Hostia que es la Iglesia tienen un Pan Partido y ríos como el Gualeguay con rumores de Sangre y Agua. Y tienen también un Cordero con aroma a Maná del desierto salido del horno de las abuelas provincianas de las Galileas de todo el mundo. Para los corazones narcotizados en sexo, droga y reggaetón; en timbas, misiles radioactivos y complicidades, Jesús y ese Campo de sembradío que es su Iglesia tienen un Trigo untado con óleo de Vida Verdadera. Para las borracheras con licores suburbanos y con guerras químicas, Jesús y su Viña que es la Iglesia tiene un vino con color de Sangre martirial que regala la paz. Para las noches sin pesca en que todo parece morir, Jesús y su Barca que es la Iglesia tienen pescas milagrosas en cada esquina, en cada cerro y en cada llanura: son para quienes trabajan en comunidad con constancia y paciencia.
Al final, tienen desayunos con el Resucitado en la Orilla de la Eternidad. Para las desolaciones y las orfandades de la vida, Jesús y su Esposa que es la Iglesia tienen una Madre con capacidades para sugerir milagros en fiestas en las que falta el vino, en cerros donde son ajusticiados los inocentes los días viernes y en salas donde se esperan Soplos Universales de Eternidad en los tiempos de cosechas. Para la tierra arrasada por el efecto invernadero, Jesús y su Iglesia tienen cielos nuevos y tierras nuevas, tienen nuevos tiempos donde la Mesa fraterna tiene sabor a la cultura del encuentro y a la Eternidad de los abrazos.
Pbro. Jorge H. Leiva