Un médico gualeyo cuenta la situación desde adentro
Patricio Cevasco: “El Garrahan es el centro de referencia en pediatría de Argentina y Latinoamérica”
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Patricio Cevasco, pediatra nacido en Gualeguay y especialista en terapia intensiva infantil, trabaja en el Hospital Garrahan desde 2020. Con orgullo describe la magnitud académica y sanitaria de la institución, pero advierte sobre la crítica situación económica y laboral que atraviesan sus profesionales.
—¿Cuánto hace que trabajás en el Garrahan y cómo es trabajar ahí?
—Yo trabajo en Garrahan desde el 2020. Estudié medicina en Rosario a partir entre el 2007 y el 2014. Ahí en Rosario hice pediatría y trabajé tanto en el ámbito público como privado. Y en el 2020 decidí venirme a Buenos Aires. Concursé en Garrahan, entré e hice primero una especialidad en medicina interna pediátrica y después terapia intensiva infantil, que es lo que hago hoy. Hoy solamente hago terapia intensiva infantil. Soy terapista intensivo pediátrico.
Trabajar en Garrahan es hermoso porque es un hospital público de referencia donde no solamente se hace medicina pública de excelencia, sino que también se hace mucho, mucho academicismo. Es un hospital escuela, hay residencia de pediatría básica, hay residencia de todas las especialidades post básicas de pediatría que te imagines: neonatología, terapia intensiva, cirugía cardiovascular, cirugía general, hepatología, gastroenterología. Todas las especialidades pediátricas se hacen acá. Y al ser un hospital que tiene residencias, eso fomenta que los médicos que ya nos formamos y que ya somos especialistas estemos todo el tiempo en ese ida y vuelta de enseñar y aprender. Actualizado, y con el hambre de seguir aprendiendo para enseñar y que no se pierda nunca la formación y eso de enseñar y aprender todo el tiempo, todos de todos.
Es muy lindo porque podemos hacer una salud pública de calidad para toda la población, no solamente para la que no tiene obra social y los más vulnerables. Obviamente esa es nuestra mayor población, la más vulnerable con menos recursos y sin obra social. Pero como en el hospital se hacen procedimientos, tratamientos y hasta incluso determinaciones de laboratorio que solamente se hacen acá, muchas veces tenemos pacientes de distintas obras sociales, incluso de obras sociales muy conocidas y muy caras.
Hacemos todo tipo de tratamiento. Nosotros no derivamos pacientes porque más arriba que esto no hay. Se hacen todos los tipos de trasplantes y también hay determinaciones de biología molecular o del orden de la genética, que solamente se hacen acá. Por lo cual hay veces que el paciente no se deriva a Garrahan, pero quizás derivan la muestra de sangre del paciente para que acá se analice y se pueda dar una respuesta o algún diagnóstico inmunológico, metabólico o genético que son muy específicos. Y eso también solamente se hace acá porque no solamente hacemos medicina de alta complejidad, sino que también hay laboratorios y bioquímicas muy específicos y con alta complejidad. Eso es para lo cual el Estado invirtió tanto en este hospital: para que sea de referencia en todos esos sentidos y pueda centralizar esas cuestiones. Y también hay que tener en cuenta que es muy placentero para uno como médico poder hacer esta medicina de alta calidad, no solamente con todo el equipo médico que estamos todo el tiempo tratando de formarnos y actualizarnos, haciendo diferentes capacitaciones para poder responder a lo que es el centro de mayor referencia en pediatría de Argentina y Latinoamérica, sino también tener la alta tecnología para hacer medicina.
Y que todo eso sea para la población más vulnerable y con menos recursos es un acto muy noble. La verdad es que esas personas no tendrían otra posibilidad si no existiera el hospital.
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—¿Cómo es la situación que se vive en términos económicos? ¿Cómo afectó la falta de financiamiento?
—La situación es muy difícil porque básicamente hace más de un año que estamos con los sueldos frisados y los ingresos a la planta del hospital también frizados. Hace más de un año que ganamos exactamente lo mismo. En mi situación, no es que solamente soy médico. Soy médico pediatra y tengo dos especialidades en medicina interna y en terapia intensiva. Y actualmente médicos con este tipo de formación como la mía estamos por abajo de los dos millones de pesos. Trabajando en un hospital que nos exige una carga horaria que son mínimo 42 horas semanales más guardia. Es decir, yo voy de lunes a viernes todos los días. Un día me quedo de guardia. Es una carga horaria muy alta: vamos todos los días de 8 a 4 de la tarde con nuestra guardia semanal. Un día, en vez de irnos a las 4 de la tarde a nuestras casas, nos quedamos de guardia. Esto te obliga a tener sí o sí uno o dos trabajos extras por fuera. Es decir, el resto de las noches probablemente busques hacer guardia en otro lugar para poder tener solvencia económica.
Eso es lo que más nos desgasta hoy porque lleva a que mucha gente directamente renuncie y se aboque al ámbito privado. No está mal, pero se pierde mucho recurso en el hospital, que tarda mucho tiempo en formarse. La formación para permanecer en el hospital es tan larga que perder esos recursos significa tardar mucho en volver a capacitar gente para que esté a la altura.
—¿Cómo impacta esto en los trabajadores y en las familias?
—Al día de hoy tenemos casi 250 renuncias de compañeros que no solamente son médicos. Hay muchos profesionales de la salud que no son médicos y que también son sumamente importantes en la atención de los pacientes: bioquímicos, farmacéuticos, técnicos. Esos profesionales no se recuperan fácilmente. El conflicto tiene distintas aristas: por un lado, los médicos de planta y por otro los médicos en formación que son residentes y becarios. Son médicos pediatras ya formados, pero que están haciendo una residencia o una beca en perfeccionamiento para adquirir alguna otra especialidad. Por ejemplo, la residencia de neonatología o terapia intensiva. Están en situaciones muy vulnerables en cuanto al sueldo. Los residentes de pediatría no llegan al millón de pesos, haciendo la cantidad de horas y guardias que te acabo de detallar. Y los médicos de planta, con esas mismas horas y guardias, no llegamos a los 2 millones de pesos. Y todo esto viviendo en una ciudad que debe ser la más cara de Argentina.
Todo esto afecta un montón. Primero porque son médicos que renuncian, no vuelven y no se reintegran. Segundo, porque no ingresan nuevos médicos. Tercero, porque el hospital dejó de ser seductor para venir a formarse. Somos el mejor hospital de Latinoamérica, con la mayor cantidad de pacientes, con 500 camas de internación, con cinco terapias intensivas. Pero es lógico que los médicos que se reciben y quieren hacer una residencia pediátrica prefieran otro lugar. ¿Por qué vendrían acá si saben que les van a pagar poco, que hay pocas posibilidades de quedarse una vez terminada la residencia, que van a trabajar un montón y ganar muy poquito dinero, en un contexto de conflicto permanente? Entonces perdemos eso también.
Y termina afectando a las familias porque somos menos médicos trabajando, más cansados y con el estrés que genera la situación. Eso impacta directamente en las familias. Ahora, si la pregunta es por los recursos, medicación, eso no: la verdad es que está garantizado y creo que va a seguir estando garantizado. Pero afecta mucho en lo que es el cansancio y en el recurso humano.
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—¿En qué estado está la discusión actualmente?
—El hospital, que es nacional pero está en la Ciudad de Buenos Aires, tiene una doble dirección: una parte depende de Nación y otra de CABA. La parte que depende de CABA es menos del 15%, el resto es todo de Nación. Con este gobierno se perdió la autarquía, es decir, que el hospital manejara sus recursos con su propia administración. El gobierno designó un director que en realidad es un interventor, porque no es pediatra. Nunca sucedió que el hospital tuviera un director que no fuera pediatra. Su único antecedente es haber sido Director del Hospital Bonaparte, un hospital de salud mental que tuvo un conflicto y cerró la internación. Esos son los antecedentes de este director que está decidiendo cómo se reparten los recursos del hospital. Si da aumento, si no da aumento, el manejo económico y de gestión. Hace poco más de un año, cuando el ministro de Salud era el doctor Mario Russo, nos dio un bono de 500 mil pesos a todos los trabajadores del hospital. Después de eso, el gobierno lo destituyó, lo echó a él y al consejo administrativo, que era el que manejaba los recursos. Eso fue un signo muy claro: el hospital no tiene más autarquía, no decide más por sí solo. Muchas obras sociales se atienden acá y dejan recursos genuinos al hospital para poder solventar gastos y dar incentivos a los profesionales.
Actualmente estamos sin ingresos nuevos, sin concursos para tener un cargo público. Los únicos ingresos que hay son para cubrir las guardias. Antes, al menos, se obtenía un contrato renovable cada un año. Eso cambió: pasaron a ser contratos renovables cada tres meses. Y ahora directamente ni existen. Lo que hay es cubrir guardias como monotributistas. A su vez, muchas residencias quedaron vacantes o con poca competencia. En terapia, por ejemplo, siempre éramos muchos compitiendo por entrar al hospital. Ahora entraron todos porque se anotaron menos que los puestos ofrecidos.
- ¿Una razón por la cual elegís el Garrahan?
-Lo más lindo de trabajar en el Hospital es hacer salud pública de alta calidad y complejidad en forma gratuita para la gente que menos tiene.