Fallecimiento
Se fue Hugo Duraczek, una voz entrañable de Gualeguay
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Al atardecer del jueves 7 de agosto de 2025, llegó el portazo insoportable: nos dejó Hugo Antonio Duraczek, poeta, cantor, músico y amigo. Crespo fue testigo del final de su camino —tenía 75 años— y a partir de ese silencio, en toda la provincia sentimos que moríamos un poco.
Nacido en Monte Caseros, Corrientes, el 3 de junio de 1950, Hugo se trasladó siendo niño a Gualeguay, tierra que lo vio crecer, desplegar su canto y afinar esa guitarra que llevaba en el alma.
Desde esos primeros pasos musicales, integró Entre Ríos 5, destacándose como solista por su voz profunda y su guitarra de tintes nocturnos. En 1975 fue reconocido en el Teatro Astral con un segundo premio en “Argentinísima” y, en 1983, el festival Pre‑Cosquín lo consagró con una canción inédita, lo que lo catapultó hasta el Cosquín mismo con su obra “Gurisito de Entre Ríos”
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Su discografía es un testimonio de un hombre en vuelo y enraizado: “De la raíz al vuelo” (1987), “Tiempo del hombre” (1992), “Pa’ los de abajo” (1993) y “Atando tientos de coplas” (1994), además de registros con Entre Ríos 5 en 2001 y “Latidos de agua” junto a Juan Etcheverry en 2013
Sus canciones, talladas con dulzura y peso, constituyen un verdadero cancionero entrerriano: La siestera, Viene sombreando la tarde, Soñadora del Sauzal, Pa’l pago de Puerto Ruiz, Soy entrerriano, señores, De mi Entre Ríos la flor… cada tema es un paisaje, un suspiro, un pedazo de río y de gente que lo escuchó y lo siente aún.
También dejó su huella en la memoria de nuestra Fiesta de la Chamarrita, reavivando raíces que laten en cada acorde y cada zapateo. Era un juglar costero, un trovador que nos vinculó con lo más profundo de nuestra tierra.
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La República de los Trinos que tanto amamos hoy está un poco más vacía. Nos duele la ausencia de ese ser excepcional, lleno de luz, que supo cantar y sembrar emoción. A todos los amigos que lo quisieron: quedará en nosotros esa melodía de consuelo para volver a la vida cuando el llanto eterno quiera quedarse.
Descansa en paz, Hugo Duraczek. Que lloren las almas amigas, pero que también viva tu canto, que tanto nos enseñó a amar Entre Ríos.
—Roberto Romani