10 de Noviembre: “Día de la Tradición”
Tradición: Es la manera de comprender nuestro mundo; conocerla es conocernos
Día de la Tradición se celebra el 10 de noviembre en conmemoración del natalicio del poeta José Hernández, autor del libro “Martín Fierro”, máximo exponente de la literatura argentina. ¡Tradición!, más allá de una palabra y de una fecha contiene la esencia de lo que somos, nuestras raíces que forjaron nuestra idiosincrasia. Segunda Sección entrega una reflexión sobre el profundo significado de la tradición, y comparte un diálogo con don Raúl Velázquez, tropillero de alma. En honor a él, a todos los que aman los caballos, a la tradición, le dedicamos un espacio especial a ese fiel amigo del hombre.
¡Tradición!La tradición es el conjunto de costumbres, creencias y relatos de un pueblo, que se van transmitiendo de padres a hijos. Cada generación recibe el legado de las que la anteceden y colabora aportando lo suyo para las futuras. Así es que la tradición de una nación constituye su cultura popular y se forja de las costumbres de cada región.El conjunto de las tradiciones de un pueblo está integrado por festividades religiosas, ritos indígenas relacionados con las leyes de la naturaleza, supersticiones, cánticos, bailes, vestimentas, juegos, músicas, comidas...El Día de la Tradición se celebra el 10 de noviembre en conmemoración del natalicio del poeta José Hernández, autor del libro "Martín Fierro", nuestro poema nacional.Pero el Día de la Tradición no es para recordar simplemente a un escritor, ni simplemente a su obra. Sino a la tradición. Tradición no es una palabra que nos suene rara, ni distante, ni ajena. Seguramente la usamos varias veces, sin embargo poco nos detenemos a pensar qué significa. Es posible que como respuesta rápida surjan el gaucho, el folklore, la china con trenzas, el mate, las yerras...Algo propio de todas las personas es que estamos ubicados en la historia, nacimos y vivimos en determinado lugar y en una determinada época, y estos factores influyen en nuestra manera de ver el mundo y todo lo que pasa en él, es decir comprenderlo desde un determinado contexto. Todos los argentinos por pertenecer a la misma historia, pertenecemos a la misma tradición. Pueden existir variantes por regiones en lo que se refiere a costumbres, más en un país tan vasto, pero la esencia argentina está presente.Por lo tanto la tradición es la manera que tenemos de comprender nuestro mundo y todo lo que pasa en él; determina nuestros planteamientos, prejuicios, conceptos, comportamientos y costumbres, porque lo dicho por la tradición tiene autoridad anónima. La tradición es parte de nosotros, somos nosotros. Conocerla, es conocernos. Tenemos que "dejarnos hablar" por ella, escucharla porque tiene que decirnos y hace a nuestra idiosincrasia, a nuestra esencia. Comprenderla y honrarla es encontrar el sentido que tiene más allá de ella misma, es decir, más allá del gaucho, del folklore, de la china con trenzas, del mate, del asado y la guitarra.De ahí que recordar a José Hernández y a su obra máxima, el Martín Fierro, es hablar de la tradición. Porque el Martín Fierro es una obra que nos habla de las preguntas fundamentales y más profundas: habla de la vida, la muerte, la libertad, la justicia, la lealtad, la traición, habla de la historia de un hombre y de la historia de un pueblo... Si logramos entender qué quiere decir cada estrofa, qué tiene que ver todo eso con nosotros; si podemos enlazar el horizonte del pasado que nos habla y el del presente que escucha y pregunta, entonces, habremos logrado comprendernos como pueblo, porque nos habremos comprendido a nosotros mismos.Hagamos un esfuerzo por no olvidar quiénes somos, ni de dónde venimos porque sólo así vamos a poder saber, de verdad, hacia dónde vamos. No busquemos ser como otros países, como otras culturas. Nosotros somos lo que somos y a partir de eso tenemos que honrar el pasado y forjar el futuro.El gaucho y el caballoPara el gaucho, el caballo fue y para muchos sigue siendo como una parte de sí mismo. Es su amigo para las distintas tareas del campo y también en la ciudad, compañero para largos viajes, incondicional en las luchas por la libertad.Un verdadero gaucho ama al caballo, lo que significa cuidarlo como a un hijo, porque sabe que en él está el confidente de largas horas de soledad por los caminos, como lo está en sus diversiones y alegrías. Quizás por eso le dio tantos y tan diferentes nombres, cada uno de los cuales encerraba una verdadera definición de las condiciones del animal.Pingo, flete, crédito, parejero, chuzo, matungo, maceta, mancarrón, sotreta, bichoco."El caballo criollo y los gauchos de recia mirada, firmes y corajudos, viven en lo más hondo del alma argentina, allí donde sangre y espíritu se funden para enastar el sentimiento de patria y Libertad." (Guillermo A. Terrera)Raúl Velázquez, 55 años de tropillero, el más antiguo de Entre RíosFue muy lindo conversar con Don Raúl Velázquez, el tropillero con más años de trayectoria en Entre Ríos, nada menos que 55 años.Don Raúl comenzó diciéndonos: "-Amo el campo, allí viví hasta los 18 años, luego me vine a la ciudad, pero siempre estuve ligado a él. Desde chico me gustan los caballos; con apenas 10 años sabía traer unos diez o doce caballos para las jineteadas de Sociedad Sportiva. La tropilla no tenía nombre todavía y se decía "caballada"...de tal paisano. Más adelante Piquet, que estaba en la radio y siempre animaba las jineteadas, le puso "La Entrerriana" y a mí me gustó. Todavía sigue, pero andan más mis hijos. Uno de ellos tiene otra tropilla."Sus recuerdos siguen fluyendo. "-Las jineteadas de antes eran muy lindas; Sociedad Sportiva nos daba todo lo que necesitábamos. Me acuerdo que don Ítalo Mac Dougall y de Saldaña que nos atendían muy bien a todos los que andábamos con las tropillas, a los montadores, a todos. ¡Eran hermosas las fiestas del 12 de Octubre! Se sigue haciendo, ya han cumplido 80 años, pero ha cambiado mucho; las montas son distintas, más para uno que tiene otra tradición."Con respecto a su tropilla, Don Raúl Velázquez nos dice: "-Llegué a tener 110 caballos, mestizos, criollos, de pelaje variado. Llevábamos por arreo unos 30 o 40 caballos para distintos lugares de Entre Ríos, Victoria, Nogoyá, Guayleguaychú, las aldeas, a todas las fiestas de jineteadas. También llevamos la tropilla a la provincia de Buenos Aires, Rojas, San Nicolás, Baradero, Pilar, San Isidro, pero ahí ya no podíamos ir por arreo. Mi tropilla era muy conocida en los distintos encuentros, después surgió la tropilla de Giordán y de Juan Carlos Viganoni, de Concepción del Uruguay." Luego agrega: "-La mayoría de los caballos que forman mi tropilla para jineteadas son animales que no se los podía amansar en las estancias y antes de mandarlos al matadero los venden para las jineteadas. Una cosa son los tropilleros y otra los montadores que vienen de diferentes lugares y algunos son muy conocidos."Los recuerdos van y vienen, y no se pueden evitar comparaciones: "-Antes una jineteada era una fiesta que no requería tantos requisitos; ahora ha entrado en el círculo comercial, con impuestos altos y varias exigencias para cumplir estrictamente. Estuve a punto de dejar la tarea de tropillero, pero mis hijos estaban enamorados del oficio ya que desde chiquitos andaban conmigo por todos lados y por ellos seguí. Ahora Horacio, Raúl y Maximiliano son los que siguen la tradición. Horacio tiene otra tropilla, "La Mochillera" se llama."Con respecto a los desfiles tradicionales don Raúl nos comenta: "Los desfiles para las fiestas patrias o diferentes acontecimientos son hermosos, una buena oportunidad para lucir la caballada. Todavía ando en desfiles, pero mis hijos son los que ordenan la caballada y los jinetes."Don Raúl Velázquez resume su vida diciendo: "-Me ha gustado mucho la vida de tropillero, y la he disfrutado. Tengo muchos y gratos recuerdos y ahora lo vivo a través de mis hijos."
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