Un 10 en solidaridad
Por monseñor Jorge Eduardo Lozano, obispo de Gualeguaychú y presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social
El 26 26 de agosto es el Día Nacional de la Solidaridad en homenaje a la Beata Teresa de Calcuta que nació en esa fecha en el año 1910. Ella está en nuestra memoria como modelo de servicio generoso a los pobres. Muchas veces escuché que algunos se preguntaban "¿de dónde saca fuerzas esta mujer que es tan pequeña y frágil?". Madre Teresa nos lo dejó bien en claro: "de la oración y la adoración a Jesús todos los días". El amor al prójimo se sostiene en forma estable de la gracia de Dios. También mañana se conmemora a nuestro Beato Ceferino Namuncurá, quien ha sido elegido como Patrono de la tarea Pastoral de drogadependencia. Él decía "quiero hacer algo útil por mi pueblo". Ambos Beatos se han destacado por la solidaridad. A esta altura es bueno especificar una definición de solidaridad. Una cosa es hacer una gauchada a alguien, como diciendo "ya que voy a visitar a mi tía le llevo un pulóver que se olvidó en mi casa", o tener un gesto concreto de servicialidad ayudando a cruzar la calle a un anciano o dando el asiento en el colectivo a una mujer embarazada. Pero esto, siendo muy bueno, no es suficiente para decir que alguien es solidario. Hace falta una firme y constante dedicación por el bien común. Un compromiso perdurable en el tiempo. Pongamos otro ejemplo. Ante una inundación hay un movimiento espontáneo de ayuda y se realizan donaciones de ropa, alimentos, dinero... esto significa generosidad. Al pasar los primeros días de la catástrofe, algunos siguen comprometidos en la búsqueda de soluciones para el regreso a casa, tarea que lleva meses o años, esto es solidaridad. El Papa Francisco visitó el Hospital "San Francisco de Asís de la Providencia" en Río de Janeiro, donde se recuperan jóvenes adictos a las drogas. Todavía dan vueltas en nuestros corazones las diversas emociones vividas durante la Jornada Mundial de la Juventud. Gestos, enseñanzas del Papa, alegrías y compromisos de los jóvenes. Todos deseamos que sus palabras sigan resonando y no queden sólo en la memoria emotiva. Quiero recordar algunos párrafos del discurso de Francisco ese día: Volvió a denunciar a quienes lucran con la vida de los demás: "¡Cuántos "mercaderes de muerte" que siguen la lógica del poder y el dinero a toda costa! La plaga del narcotráfico, que favorece la violencia y siembra dolor y muerte, requiere un acto de valor de toda la sociedad. No es la liberalización del consumo de drogas, como se está discutiendo en varias partes de América Latina, lo que podrá reducir la propagación y la influencia de la dependencia química". También nos hace mirarnos como sociedad: "Es preciso afrontar los problemas que están a la base de su uso, promoviendo una mayor justicia, educando a los jóvenes en los valores que construyen la vida común, acompañando a los necesitados y dando esperanza en el futuro. Todos tenemos necesidad de mirar al otro con los ojos de amor de Cristo, aprender a abrazar a aquellos que están en necesidad, para expresar cercanía, afecto, amor". El compromiso que se nos exige es serio: "Pero abrazar no es suficiente. Tendamos la mano a quien se encuentra en dificultad, al que ha caído en el abismo de la dependencia, tal vez sin saber cómo, y decirle: "Puedes levantarte, puedes remontar; te costará, pero puedes conseguirlo si de verdad lo quieres"". Y afirma el Papa a los jóvenes: "Queridos amigos, yo diría a cada uno de ustedes, pero especialmente a tantos otros que no han tenido el valor de emprender el mismo camino: "Tú eres el protagonista de la subida, ésta es la condición indispensable. Encontrarás la mano tendida de quien te quiere ayudar, pero nadie puede subir por ti". Pero nunca están solos". Concluye: "Y quisiera repetir a todos los que luchan contra la dependencia química, a los familiares que tienen un cometido no siempre fácil: la Iglesia no es ajena a sus fatigas, sino que los acompaña con afecto". En estos días hemos realizado una publicación completa del texto del Papa con algunas preguntas orientadoras para la lectura personal o grupal. Pensamos en grupos de jóvenes, de padres, alumnos de escuelas, docentes, movimientos eclesiales, voluntarios de Caritas. Se puede encontrar en www.reddevida.org Si se nos examina en solidaridad, ¿cuál es la nota que nos merecemos como sociedad? Y con una mano en el corazón, ¿qué nota te pondrías?El martes pasado presenté en el Monasterio de Santa Catalina de Buenos Aires el libro "La sed, el agua y la fe". Les agradezco las muestras de cariño de quienes vinieron, a Ágape Libros por publicar estas reflexiones y los saludos enviados por los que no pudieron acercarse.
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