Autoridad religiosa
Mateo, un judío convertido al cristianismo, escribía –quizá a las pequeñas comunidades de Siria- acerca del peligro de tener autoridad en una comunidad religiosa y ejercer una especie de exhibicionismo para conseguir honores y manipular desde el poder religioso; olvidando de esa manera que esa autoridad existe sólo para la gloria de Dios y el servicio de la comunidad.
Y hacía memoria de las discusiones que Jesús de Nazaret había tenido con las autoridades religiosas de su tiempo.Escribía Mateo recordando palabras del Maestro de Nazaret, palabras que habían pasado por el corazón creyente de aquellas comunidades dispersas en el Imperio romano: "Los escribas y fariseos ocupan la cátedra de Moisés; ustedes hagan y cumplan todo lo que ellos les digan, pero no se guíen por sus obras, porque no hacen lo que dicen. Atan pesadas cargas y las ponen sobre los hombros de los demás, mientras que ellos no quieren moverlas ni siquiera con el dedo"(Mt 23).Se refería a los notables de la religión de palestina del siglo I pero también a todos los que ejercemos alguna forma de autoridad en nombre de Dios en todos los tiempos.Aquellos hombres alargaban sus "filacterias" una especie de capuchones en los que se guardaban pequeños rollos. Tener esos capuchones era algo parecido a tener un libro de bolsillo o un celular de hoy que funciona también como libro.Estaba buena la idea pero la dificultad estaba en que aquellos hombres sabios se servían de ese recurso para hacer alarde de su religiosidad y considerarse superiores a los demás. O lo que es también peligroso para ponerse una careta para ocultar las heridas del corazón, para afirmar sus personalidades en tanto y en cuanto eran mirados.La autoridad es necesaria en toda comunidad: pero quien la ejerza tendrá que tener especial vigilancia sobre sí mismo. Sobre todo si la autoridad es en nombre de Dios.Edificar la propia personalidad sobre la base de la aceptación y es aplauso de los otros es recurso deficiente y hasta peligroso: nos conduce a la manipulación de los demás y no a la glorificación de Dios.Aquellos hombres bien preparados intelectualmente tenían la misión de guiar a los demás sobre todo a los pobres quienes siempre están necesitados no sólo de pan material sino también del pan espiritual, de las sabias enseñanzas.Pero su vocación quedó frustrada por aquella mezquindad: "la auto referencialidad" los dejó al borde del camino.Mateo dice taxativamente: "El mayor entre ustedes será el que los sirve, porque el que se eleva será humillado, y el que se humilla será elevado".Hoy más que nunca necesitamos que toda autoridad sea un servicio, sobre todo en el seno de la Iglesia.Hoy más que nunca necesitamos la humildad, porque "donde está la humildad está la caridad" según el decir de Agustín de Hipona.Hoy la sociedad está cansada y necesita nuevos dirigentes que con la humildad de Jesús sepan enseñar olvidándose de si propio "ego" y sepan servir... sobre todo a los desposeídos.Esos dirigentes son muy urgentes en las comunidades donde se invoca el Santo Nombre
ESTE CONTENIDO COMPLETO ES SOLO PARA SUSCRIPTORES
ACCEDÉ A ÉSTE Y A TODOS LOS CONTENIDOS EXCLUSIVOSSuscribite y empezá a disfrutar de todos los beneficios
Este contenido no está abierto a comentarios