Cómo festejaba Gualeguay en 1910 el nacimiento de la Patria
Existe cierto convencimiento acerca de la pérdida del fervor patriótico especialmente relacionado con el festejo de las fechas memorables que dieron origen a nuestra identidad, llamada hoy Argentina. Lógicamente que en nada podemos comparar con estos dos últimos años en que una pandemia no nos permite realizar reuniones, ni festejos, salvo el izado de la Bandera, el Himno y algunas flores de parte de las autoridades. Pensamos en los eventos efectuados en los pueblos y ciudades del interior, especialmente en Gualeguay.
Para ello transcribiremos fragmentos del relato que hace nuestro escritor Carlos Mastronardi en su libro Memorias de un provinciano, sobre los festejos del 25 de Mayo en Gualeguay alrededor de 1910.
...... "La celebración de la patria, tanto en Mayo como en Julio, acaso fuera más notoria que hoy, puesto que el pueblo era más chico. La historia fluía de la boca de los ancianos. El triple grito de libertad resonaba solemne en las albas y los atardeceres saludados con bombas. Hasta la plaza principal solía allegarse algún oscuro soldado de las guerras civiles o de la campaña del Paraguay, de donde no había traído otra condecoración que sus cicatrices."
Una diferencia no menor es que los hechos históricos memorados estaban más cerca en el tiempo y que a algunos de sus protagonistas era posible verlos o escuchar referencias directas de alguien que lo conoció.
Sigue Mastronardi:
"Bajo el quieto amanecer provinciano, con las mejillas encendidas por el frío, se congregaban los "escueleros" para cantar el himno nacional. Las sonoras estrofas podían oírse desde todos los extremos del poblado. Una sencilla alegría ganaba el alma del vecindario. Desde los campos, en el imponente "breack" o en la hamacada volanta, llegaban las familias de los hacendados para asistir a los festejos. ..."
"La patria era emoción de todos, de suerte que también el paisanaje venía en sus enjaezados caballos. Al entrar en el pueblo, ya lento el andar de las cabalgaduras, en la mirada de los jinetes brillaba a un tiempo el recelo y la alegría. Vi hombres de barbas renegridas, hombres cuya sobriedad en el ademán y en la palabra revelaba su natural señorío."
... "Después de oficiarse el Tedeum, que congregaba a políticos y funcionarios, todos ellos rígidos en sus levitas y palpitantes de fervor patriótico bajo las almidonadas camisas, sobrevenían los certámenes populares cuya pista era un descampado próximo al río."
... "Por la tarde, ante el edificio de la policía -vetusta construcción situada frente a la plaza- formaba el piquete de agentes..."
"Ante la emoción y la curiosidad de los escolares, el teniente López o el subteniente Vega, luego de dar la orden de firmes, desenvainando el sable, que refulgía en el atardecer ya desganado, y mandaban la descarga celebratoria, cuyo retumbar conmovía el crepúsculo y se ahondaba en el confín silvestre."
"En la plaza, iluminada con una prodigalidad digna de la fecha, la banda del municipio hacía oír los compases del himno y luego inundaba el pueblo con su invariable repertorio de valses y trozos de ópera."
"Por la noche, mientras los vecinos modestos iban en busca de las diversiones organizadas para ellos, las damas socialmente notables, se acicalaban para asistir al baile de gala."
... "El engalanado club resplandecía. En las pausas o intervalos entre una y otra pieza bailable, las parejas paseaban por el salón, tomadas del brazo y sin atender a otra cosa que no fuera su diálogo."
... "En las grandes fechas cívicas, el pueblo concurría a la plaza donde se levantaban los armazones de los fuegos de artificio. Allí estaban algunos hombres de campo que no habían tenido necesidad de hablar fuerte para inspirar respeto: bastaba verlos."
... "La multitud miraba con embeleso el mágico incendio de los castillos fraguados por el cartón y la pólvora."
... "En el centro de la plaza solían realizarse pintorescas pruebas de habilidad y destreza. Allí estaban el rompecabezas y el resbaloso palo en cuyo extremo superior había una codiciada suma de dinero... Una luna otoñal, con indiferencia cósmica, presenciaba las ruidosas diversiones. Ya muy entrada la madrugada, el pueblo volvía a su quietud habitual. Entonces, en la hondura de la noche con olor a campo, nuevamente podía oírse el clamor misterioso de lejanos animales selváticos."
Más allá de la belleza poética del relato de Mastronardi, uno puede preguntarse si lo narrado difiere con los festejos que uno puede o ha podido presenciar y participar. El documentalista Jorge Surraco, cuyo material es fuente de esta entrega, cree haber vivido sucesos muy similares en su infancia, transcurrida medio siglo después de lo contado por el poeta. Y hasta podría decirse que en los programas de festejos de los últimos años, puede encontrarse la nómina de algunos eventos (por no decir casi todos), que encajan en este relato.
Fuente: Surraco, Jorge- La botica del diablo- Con textos de Carlos Mastronardi-
Fotos: Gentileza Museo Juan Bautista Ambrosetti