Por Carlos Legna Verna
El capital humano en Argentina y la educación (II parte)
“Según el último Informe del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes (también designado Informe PISA) el 52% de los adolescentes argentinos de 15 años no comprenden lo que leen (este dato se mantiene constante desde al año 2000).
Según datos del Ministerio de Educación de la Nación, el 56% de los chicos no terminan el colegio secundario y sólo lo completan en tiempo y forma el 44 por ciento. Entre el 10-15 % de los jóvenes integran el grupo "ni-ni": ni estudian, ni trabajan (según datos de INDEC). Recordemos el artículo que escribimos hace unos meses sobre la inseguridad: estos jóvenes tienen una alta probabilidad de caer en el círculo pernicioso de la ignorancia, la marginalidad y la delincuencia; y no salir de él. El Proyecto Educar 2050 organizó en 2013 la Semana de la Educación, en la que el ministro de Educación de la Ciudad de Buenos Aires, presentó un panorama preocupante: "El 25% de los alumnos que cursan la enseñanza obligatoria en el país (primario y secundario) alcanza buen nivel educativo y el restante 75% no tiene los niveles mínimos necesarios y suficientes para considerar que el menor esté educado". El ministro hizo un fuerte llamado a terminar con el "fraude educativo" y convocó a los políticos a encarar el tema con visión estratégica de país.Los datos que hemos revisado en los párrafos precedentes son promedios de resultados. Y, como todos los promedios, esconden las diferencias. Las hay y muy fuertes. Hay diferencias según donde estén localizados los colegios: los niveles educativos son distintos entre las provincias y entre las zonas de la misma provincia o ciudad. Si en la zona predomina la pobreza y la educación de los padres es también deficiente el nivel educativo de los chicos. Esta relación se ha observado en muchos países. Esto nos dice que si se quieren hacer políticas sociales en serio es necesario que en estas áreas se provea de los mejores servicios de educación a los niños y jóvenes acompañados de otros servicios de apoyo al entorno familiar. Si se quieren conseguir votos y estropearles el futuro a los jóvenes hay que aprobarlos a todos sin el menor esfuerzo y regalarle dinero a los padres..."El primer gran déficit que tiene nuestro país en materia de calidad educativa es la gran desigualdad, que establece diferencias importantes entre regiones y ciudades. En las zonas de mayor pobreza estamos dando la peor educación, cuando la Ley de Educación Nacional exige lo contrario. Las mejores escuelas deberían estar en las zonas más necesitadas", según Manuel Álvarez Trongé, presidente de la ONG Proyecto Educar 2050.En relación con la desigualdad educativa nos encontramos ante lo que la investigadora de la Universidad Nacional General Sarmiento Ana María Ezquerra ha denominado "inclusión excluyente" en los estudios universitarios: los sectores sociales desfavorecidos que ingresan a la universidad como consecuencia de la masificación de la educación son los mismos que luego sufren un mayor abandono estudiantil. Respecto de la primaria y de la secundario podemos hacer una afirmación similar: los pobres y desfavorecidos tienen acceso a una educación deficiente y mayores probabilidades de abandonar sus estudios que los estudiantes que disponen de mayores recursos: sufren también la "inclusión excluyente". Que es también social, no sólo educativa.Estos datos, al igual que los anteriores, nos dicen nuevamente que la "creencia" es sólo eso: creencia. Que tal vez se fundamenta en laureles anteriores.La última mesa de la Semana de la Educación, sobre Política Educativa, comenzó con un video de una entrevista a Juan Carlos Tedesco, quien señaló que debería declararse de manera urgente la "Emergencia Educativa" en determinadas jurisdicciones del país. También hizo referencia a la necesidad de fijar metas a 10 años y que se apruebe su financiamiento por ley. El señor Tedesco, además de un reconocido especialista en problemas de educación fue Secretario de Educación durante el gobierno del Sr. Kirchner y Ministro de Educación y Ciencia durante un período del gobierno actual. Hemos mencionado deliberadamente a dos dirigentes políticos, de distinto signo, por dos razones. Primero, porque no deseamos que este artículo sea utilizado como arma arrojadiza en la lucha electoral. Y, en segundo lugar, porque queremos destacar que hay líderes políticos de distintos partidos que se preocupan por estos temas (los mencionados no son los únicos).Decíamos que no deseamos que estos comentarios sean utilizados como arma electoral. Más aún. La política educativa debe ser un ámbito de coincidencia, entre los grupos políticos y los diversos actores de la sociedad argentina, para elaborar una estrategia de largo plazo. Estos no son problemas cuya solución se logra con acciones que tienen una visión de corto plazo. La situación actual es el resultado de lo que hemos hecho o dejado de hacer los argentinos y los líderes durante décadas. Sólo si los líderes (políticos, empresariales, sindicales, de ONGs, etc.) y la sociedad argentina adoptan una visión de largo plazo y se ponen de acuerdo en los aspectos básicos de una estrategia educativa podremos decir, en términos del proverbio que comentamos en el artículo anterior, que recogeremos cien cosechas porque hemos enseñado a quienes nos rodean.Nos enfrentamos a un "desafío de educar" que no es sólo responsabilidad del Estado, sino de toda la sociedad argentina. Un escenario posible es que dentro de diez o veinte años nuestro país tenga un bajo nivel tecnológico y sea poco innovador (lo que conlleva también bajos ingresos reales) y que la sociedad sea culturalmente heterogénea (un porcentaje reducido de la población ha accedido al conocimiento científico y cultural que caracteriza a los países más desarrollados y la mayoría vive en un desierto cultural). Si esto ocurre, no le echemos la culpa a ninguna fuerza externa maligna. Esta fuerza es interna; nuestra".
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