Gualeguaychú se prepara para el recital del Indio Solari
Las luces del Hipódromo de Gualeguaychú se apagarán y un silencio atronador hará estallar miles de gargantas dispuestas a ser parte del recital más grande de los 200 años que tiene el país.
Su voz terminará por fin con la ansiedad acumulada durante meses y el resto ya es conocido: miles y miles de personas, todas juntas y por un par de horas, serán testigos de un momento único que quedará guardado en algún lugar especial del corazón.Todo está en su lugar. Por fin llegó el #12A. La ciudad está preparada para que ocurra. Esta noche, cuando a las 22 el Indio Solari irrumpa ante cientos de miles, nada volverá a ser lo mismo. Habrá un antes y un después en Gualeguaychú y en la historia de los recitales de rock del país.Antes de que eso suceda, la ciudad se fue colmando de visitantes. Automóviles, colectivos, combis, camionetas y hasta bicicletas fueron dándole color y música a cada uno de los rincones de la Capital del Carnaval.La cola de autos en el Acceso Sur comenzó a intensificarse después del mediodía de ayer. Las banderas de todas las formas y colores colgadas sobre los capots o arrugadas por puños ansiosos hacían el ingreso triunfal, casi épico, por las puertas del nuevo cielo: Gualeguaychú.El Parque Unzué, en la otra punta de la ciudad, sobre el río que le da su nombre, se colmó en pocas horas de hombres, mujeres y niños que llegaron de los lugares más inhóspitos del país -y el mundo- para ser parte de la familia más numerosa del rock nacional: la Misa Ricotera.Los trapos adornaron la escenografía del lugar como nunca antes. Todos los colores, sentimientos y experiencias en una bandera, en mil banderas. Todos los clubes de fútbol, los climas y las tonadas. Desde la Patagonia hasta Tilcara y desde la Costa Bonaerense hasta la Cordillera de los Andes. Frases propias, prestadas, profundas, sinceras... reales. Historias de los primeros bares de La Plata y también de las fresquitas, de las nuevas. Los de siempre y los no tanto; los debutantes y los curiosos. Todos reunidos en el mismo sitio, dispuestos a disfrutar, cada uno a su manera, de un nuevo recital del Indio Solari.Más de 40 años de historia de rock transformaron a Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota primero y al Indio después, en leyendas vivas. Sus melodías y sus letras dejaron de ser sólo eso, melodías y letras, para convertirse en una suerte de evangelio de la música y de la vida. Porque vivir sólo cuesta vida y las más de 150 mil almas que están en la ciudad lo saben y lo disfrutan al máximo, a su manera.Y su modo tiene que ver, sobre todo, con uno de los mandamientos ricoteros: dar y compartir. Las mezquindades quedan de lado, al igual que las diferencias sociales, económicas y culturales. En la diversidad prevalece la unidad; en la diferencia, el buen gesto.Como tantísimos, una familia misionera recorrió más de mil kilómetros en su Renault 18 para no perdérselo. Los Rosales son la muestra más auténtica de la familia ricotera. "Fui a ver a Los Redondos cuando hicieron el primer Cemento, cuando no tenía ni 20 años y ahora poder venir con mis hijas es lo más lindo que puedo pedir", contó Sergio con los ojos vidriosos y una de las pequeñitas en sus brazos.Anita tiene dos años recién cumplidos y ningún recital en sus espaldas. "A Mendoza no la llevamos por el frío, pero ahora que está un poquito más grande no se va a perder ninguno", agregó su mamá, mientras acomodaba las Remeras 2 x $100 en la manta que como un mantel cubría el piso de la costanera y concluyó: "Como dice el Indio, nos merecemos bellos milagros y ocurrirán".Hoy, más que nunca, el futuro llegó a una ciudad que jamás imaginó que iba a entrar en la historia grande del rock nacional. Hoy es el #12A, el futuro ya llegó.
ESTE CONTENIDO COMPLETO ES SOLO PARA SUSCRIPTORES
ACCEDÉ A ÉSTE Y A TODOS LOS CONTENIDOS EXCLUSIVOSSuscribite y empezá a disfrutar de todos los beneficios
Este contenido no está abierto a comentarios