Reinado definitivo
“Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria rodeado de todos los ángeles, se sentará en su trono glorioso. Todas las naciones serán reunidas en su presencia, y Él separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos, y pondrá a aquéllas a su derecha y a éstos a su izquierda”( Mt 25).
Los católicos este domingo miramos a Jesús en la plenitud de su reinado. El texto bíblico nos conduce a la percepción de su identidad de "hijo de hombre" (hombre frágil pero revestido de Gloria), Rey (sentado en su trono), Pastor y Juez con autoridad para juzgar para separar ovejas que lo han amado en la persona de los pobres y cabritos que no lo han amado en la persona de los pobres.¿Qué sentido tiene hablar hoy del señorío de Jesucristo? ¿No será una nostalgia de tiempos pasados en que la Iglesia regulaba la sociedad cuando tenían "vigencia" otros "relatos"?Lo cierto es que mientras que se habla de grandes progresos, la propaganda propone continuos paraísos terrenales del consumo y la política partidaria promete próximos estados de bienestar gran parte de la humanidad percibe nuestro tiempo como una "era del vacío", como el "imperio de lo efímero" (Lypovetsky), como "sociedad del cansancio" (Han), del "amor líquido" es decir con vínculos frágiles (Bauman).El papa Francisco nos habla de la "cultura del descarte" en donde inmensas multitudes quedan a merced del mercado; los grupos de las finanzas privan a los Estados de sus capacidades de regulación de los procesos económicos en función del interés común.La familia sufre de continuas "sospechas" y fragilidades y el trabajador pierde la posibilidad de desarrollar su "subjetividad" (como decía S Juan Pablo II) convirtiéndose en un eslabón descartable de la cadena de producción; cadena que hace peligrar - además- la calidad del medio ambiente, de la "casa común".Pero la fiesta del Cristo Rey nos enseña que sólo de El viene la salvación y que la comunidad humana no puede alcanzar la paz y la felicidad por sí misma: sólo el Médico tiene el diagnóstico y la Medicina para su paciente.Esta fiesta además nos enseña a cultivar la esperanza: al final el Corazón del Rey triunfará. Pero pensemos lo que decía San Juan Pablo II: "El Concilio recuerda con realismo la presencia en la efectiva condición humana del obstáculo más radical al verdadero progreso del hombre y de la humanidad: el mal moral, el pecado, como consecuencia del cual el hombre se encuentra íntimamente dividido. Por eso, toda la vida humana, la individual y la colectiva, se presenta como lucha, y por cierto dramática, entre el bien y el mal, entre la luz y las tinieblas. Más todavía, el hombre se nota incapaz de dominar con eficacia por sí solo los ataques del mal, hasta el punto de sentirse como aherrojado entre cadenas. La del hombre es una lucha que comenzó al principio del mundo y durará, como dice el Señor, hasta el último día. Metido en esta batalla, el hombre ha de combatir sin parar para adherirse al bien, y no puede conseguir su unidad interior sino a precio de grandes fatigas, con la ayuda de la gracia de Dios".Bellamente escribía el poeta español José María Pemán: "Y Tú, Rey de las bondades,/que mueres por tu bondad/muéstrame con claridad/la Verdad de las verdades/que es sobre toda verdad (...) que no ame la poquedad/ de cosas que, van y vienen;/que adore la austeridad/ de estos sentires que tienen/ sabores de eternidad..."El Rey quiere reinar en mi libertad sin estropearla: desde el silencio y desde el Altar para que ame como El amó.
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