8 de Marzo: “Día de la Mujer”
Mujer: “Brisa fresca del amanecer, la tormenta, la calma y el silencio"
La historia más extendida sobre la conmemoración del 8 de marzo hace referencia a los hechos que sucedieron en esa fecha del año 1908, donde murieron calcinadas 146 mujeres trabajadoras de la fábrica textil Cotton de Nueva York en un incendio provocado por las bombas incendiarías que les lanzaron ante la negativa de abandonar el encierro en el que protestaban por los bajos salarios y las infames condiciones de trabajo que padecían.
También se reconoce como antecedente a las manifestaciones protagonizadas por obreras textiles el 8 de marzo de 1957, también en Nueva York.En numerosos lugares del mundo las mujeres siguen demandando derechos básicos como acceder a la educación, la cultura, el trabajo o la política y lo están logrando. En muchos países del mundo ya se han ganado esos derechos, aunque en algunas sociedades late aún el resquemor, y en otras, lamentablemente, la mujer sigue atada a los viejos prejuicios, a idiosincrasias inquebrantables que en algunos casos son resguardadas por la religión que profesan.Ser papá y ser mamá en casa y en el trabajo: ¿cómo conciliarlos?(Fragmento)Por Verónica Toller (*) Lograr una cultura más humana y solidaria reclama cambios en distintas áreas, incluso dentro de la familia. La carga del trabajo pesado parece recaer solo sobre una de las dos cabezas del hogar. La mujer tiene un puesto laboral de 24 x 365: es ama de casa y madre, un trabajo que no permite descansos ni feriados ni fines de semana ni vacaciones. Con doble jornada laboral: la mayoría de las mujeres trabajan hoy fuera del hogar además de adentro. Y aunque ambos, varón y mujer, ocupan espacios laborales por igual y sostienen materialmente la casa, la sociedad sigue confiando a la mujer más que al varón el papel de educadora de los hijos y cuidadora de ancianos, infantes, discapacitados y enfermos. Aparece así una sobrecarga de exigencia que interpela nuestro sentido de la reciprocidad y del equilibrio amoroso del trabajo y las responsabilidades en la pareja. Como contracara de esta realidad, muchos padres jóvenes vienen rompiendo paradigmas y comprometiéndose con el cambio.Reciprocidad Trabajo- Empresas- Mujer Reciprocidad es asumir las igualdades y comprender las diferencias. Es la maravilla de la uni-dualidad, comunión de varón y mujer, comprender lo propiamente femenino y masculino. Se trata de pensar y comprender a varón y mujer, aportando juntos a la construcción de una cultura más humana y solidaria. Entre otras cosas, plantearnos cambios en las relaciones laborales. Por ejemplo, elaborar mejor la conciliación familia-trabajo..."Las mujeres se insertaron en un espacio productivo pensado para trabajadores (masculinos) sin responsabilidades familiares. Y no se hizo suficiente hincapié en lo que el trabajo de cuidado aportaba a la vida familiar, al mercado, al Estado y a la sociedad" (Astelarra, 2007: 10. Citado por el Observatorio de la Mujer - Argentina, anuario 2010). Dicho de otra manera: el funcionamiento de las sociedades hoy sigue confiando a la mujer la tarea de ser cuidadora-educadora-encargada de la familia, ancianos, discapacitados y enfermos, dentro del hogar. A la vez, la mujer hoy es profesional y trabajadora fuera del hogar. Las sociedades "todavía suponen que hay una persona dentro del hogar dedicada completamente al cuidado de la familia. Los horarios escolares y de los servicios públicos de hecho no son compatibles con los de una familia en la que todas las personas adultas trabajan remuneradamente" (OIT, informe 2009). Entonces, reconocer el valor del trabajo femenino y de la maternidad significará reconocer también la necesidad de condiciones diferenciales para las mujeres en el mundo laboral. "Conciliar la maternidad con el trabajo es el problema social contemporáneo más importante. Las mujeres están incorporadas al trabajo definitivamente, falta que el sistema laboral sea compatible con la familia", afirma Irene Meler, Foro de Psicología y Género de la Asociación de Psicólogos de Buenos Aires (Clarín, 2008).......................... Desde un planteo de reciprocidad, entendemos al varón y a la mujer valiosos en su igualdad y valiosos en sus diferencias. Porque reciprocidad es amar comprometiendo el cuerpo y el alma en un proyecto común donde los dos pueden SER plenamente. No hace falta tener un master en economía o legislación para entender estos derechos, sino aprender a ser DOS, repartir y compartir las dulzuras y los trabajos que ese nuevo hijo trae a casa. Y exigir que el mundo laboral y las legislaciones se adecuen a estos derechos para lograr una sociedad más humana, donde varón y mujer seamos cada vez más personas y menos engranajes. ---------------------------------------------------------------(*) Verónica Toller: Co-fundadora y Coordinadora de Comunicación del Proyecto de Reciprocidad varón-mujer "Ish-á" en la Universidad UPAEP de Puebla, México. Asesora de "Grupo Sólido, para una cultura del amor sólido", Buenos Aires. Periodista, escritora, docente.----------------------------------------------------------Mujer y educación Prof. Rita Silvia De Feudis El Día Internacional de la Mujer comenzó a celebrarse el 8 de marzo de 1975, declarado Año Internacional de la Mujer. Esta conmemoración ofrece la oportunidad de incrementar el apoyo de todos los países a los derechos y a la participación de las mujeres en los ámbitos político, económico, civil, social y cultural, para permitir que se desarrolle íntegramente como persona, a fin de erradicar toda forma de discriminación basada en el sexo. La Organización de las Naciones Unidas estableció para este año el siguiente tema: "Por un planeta 50-50 en 2030: Demos el paso para la igualdad de género". Luego de transcurrir más de una década desde el comienzo del siglo XXI, existen todavía extensas regiones del mundo donde ser mujer acarrea desventajas de toda índole, las cuales cercenan derechos humanos inalienables. Exigir que no se discrimine por el sexo puede hoy parecernos primitivo, pero resulta necesario y urgente. Son muchas y variadas las situaciones en las que día a día vemos a las mujeres como tristes protagonistas: violencia de género, femicidio, menor paga por igual trabajo, por sólo mencionar algunas. Sin contar el maltrato que se inflige a sí misma: sometimiento extremo a los dictámenes de las modas, las cuales favorecen -entre otros- desórdenes alimentarios (anorexia y bulimia), tratamientos y cirugías, etc. a fin de lograr un modelo utópico de belleza en desmedro de la salud. Como docente considero importante hacer hincapié en la educación, herramienta fundamental para que los ciudadanos desarrollen juicio crítico, fortalezcan la identidad colectiva de nación, se involucren y participen. La educación, en todos sus niveles, permite igualdad de condiciones e impide que los prejuicios y creencias se instalen. Por ello es fundamental que cotidianamente trabajemos con nuestros niños y jóvenes para erradicar conceptos discriminatorios que lesionan a la mujer, muchos de ellos arraigados en el imaginario colectivo durante generaciones. Y nos encontramos con que muchas veces esos dichos y acciones peyorativas son contempladas y toleradas en el seno familiar y social por las mismas mujeres, que no se respetan a sí mismas y desvalorizan su condición de género. No podemos pedir respeto e igualdad si nosotras mismas no nos respetamos. Por lo tanto la educación, ya sea en el ámbito familiar, como en su aspecto formal (instituciones educativas) debe revalorizarse y posicionarse como un derecho universal para lograr una sociedad más justa que no establezca ninguna prerrogativa, menos aún de género.LEA MÁS EN LA EDICIÓN IMPRESA EN PAPEL
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