“El Debate” en su 114º Aniversario
Recordamos las Promociones de Egresados `55, `65, `75, `85
Por estos días los egresados de las distintas promociones se están convocando, haciendo reuniones previas, muchas asado de por medio, preparando festejos para conmemorar su vida de estudiantes secundarios. En esta Edición Especial 114º Aniversario reflejamos los nombres a las que hemos tenido alcance y fotos que documentan con inmensa emoción esa época inolvidable. Les agradecemos a las instituciones educativas y a los egresados que nos acercaron listas y fotos, como también en forma especial a la Sra. Zélika A. Tamaño quien, en una emotiva nota, nos habla de la Promoción 1955 de la Escuela Normal “E. A. Bavio”, nada menos que 60º Aniversario.
Entrañables Recuerdos de la Promoción 1955Tanto El Debate como Pregón han sido testigos de la vida de los habitantes de este suelo y como tal envío mi colaboración, que es humilde testimonio del 60° Aniversario de la Promoción 1955. Pertenezco a la Promoción 1955, año en que finalizamos nuestros estudios secundarios en la querida y gloriosa Escuela Normal Ernesto A. Bavio. Estudiar la carrera de Maestra Normal Nacional fue una decisión lógica para aquella época en donde no había muchas perspectivas en la zona, sobre todo para la mujer. Creo que era natural que las chicas nos decidiéramos por la docencia. Además, para mí particularmente, la enseñanza era mi vocación y, si hubiera vivido en otra época y ante circunstancias diferentes, hubiera sido el peldaño inicial para continuar estudios de pedagogía o de literatura. Pero la vida me llevó por otro camino, y abracé otras responsabilidades de las cuales fui y soy plenamente feliz. Más tarde, pasados los años, tuve la oportunidad de estudiar francés en la Alianza Francesa, ejerciendo allí mi aspiración docente. Durante 12 años estudié en la Escuela Normal pues cursé tanto la primaria, como la secundaria en dicha casa de estudios. Fue de la mano de extraordinarias maestras que comencé la práctica del conocimiento y que valoricé el esfuerzo y sobre todo la disciplina. Hoy esos conceptos parecieran bastante arcaicos, pero a los chicos de aquella época nos era sumamente natural todo lo referente a obediencia, responsabilidad y respeto, dentro y fuera del aula, en el ámbito escolar, en el hogar, en la calle o no importa donde se desarrollara nuestra vida cotidiana. Era una actitud de vida que comenzaba en el hogar y reafirmada en la escuela. Nuestros maestros supieron darnos clases magistrales todos los días. No había un solo día en que no enriqueciéramos nuestros conocimientos. Fueron inolvidables maestras doña Hermecinda Morisse de Di'Ciocco, mi dulce maestra de 1° inferior, 1° superior, y 2°grado, doña Consuelo Lazo, mi maestra de 6°, sumamente exigente, pero con quien aprendí a estudiar y a investigar, a incursionar no solo en los libros de texto obligatorios, sino en los de la biblioteca de mi casa paterna. Tengo en un rincón muy especial de mi alma a quien fue el Maestro de Música, don Fidel Díaz. Nos hizo amar la música, a disfrutarla desde muy pequeños, con sus extraordinarias interpretaciones al piano. Inolvidable el Himno Nacional interpretado por don Fidel Díaz; nadie nos ha transmitido tanto fervor a través de cada una de las bellas canciones que supimos cantar junto al piano que, en aquella época era nuevo, con su sonido impecable y cristalino.Luego llegó la secundaria, y con ella los amigos que cultivamos para toda la vida. Muchos vinieron de otras escuelas, pero pronto confraternizamos como si hubiéramos compartido los años de primaria. Fueron años grandiosos de compañerismo y amistad. Como en todo trabajo educativo tuvimos grandes profesores y otros tal vez no tanto, pero cada uno de ellos nos dejó una impronta notable, algunos por su sapiencia, otros por diferentes características de su personalidad. No fueron años fáciles, no. Le dedicábamos muchas horas al estudio y nuestra mayor inquietud era la de promocionar las materias. Que nos quedara alguna asignatura a diciembre era impensable, y menos a marzo. Era natural que en la segunda mitad del año contáramos los días que nos faltaban para finalizar las clases...¡como los jóvenes alumnos de la secundaria de hoy! Carmen era la encargada, la que religiosamente llevaba una planilla a partir de agosto y la que nos comunicaba los días que nos faltaban para finalizar el ciclo lectivo. Durante el año disfrutábamos de fechas determinadas, como la del 8 de julio en donde los chicos de la secundaria preparábamos la gran manifestación para celebrar el Día de la Independencia. El 8 de julio la Escuela se vestía de fiesta. A las 18 horas, los estudiantes, nos reuníamos en las puertas de la Escuela Normal y, desplegando una larga bandera por el medio de la calzada se iba hasta la Plaza San Martín, si mal no recuerdo por la calle San Martín, y desde allí por San Antonio hasta la Plaza Constitución. La algarabía de los jóvenes cantando la marcha del estudiante atraía a cientos de personas que concurrían para observarnos y aplaudirnos durante todo el trayecto mientras, en una carroza alusiva, una estudiante de 5° año, a quien se la elegía días previos para representar a la Libertad cerraba la marcha. Por supuesto era una gran distinción la elección de la joven estudiante. Al llegar a la Plaza Constitución se llevaba a cabo un acto en donde, luego de cantar el Himno Nacional, se escuchaban los discursos de alumnos de 5° año de cada una de las carreras, bachilleres, peritos mercantiles y maestros. Fue una bella costumbre, una fiesta tradicional de la estudiantina de la época que creo que el profesor Vico en su historia de Gualeguay menciona. Lamentablemente se perdió en el tiempo, como tantas bellas costumbres y manifestaciones de nuestro Gualeguay. Tal vez, porque pertenecíamos a una época romántica, los estudiantes esperábamos ansiosamente esas fechas, como el baile de la primavera, que era la concreción de los sueños de la mayoría de las chicas de entonces.En muchas actitudes no hemos sido tan diferentes a los jóvenes alumnos de hoy. ¡Claro que nos alegrábamos cuando un profesor faltaba!, lo que no era muy frecuente, y en la hora libre, en invierno íbamos a la galería cerrada en planta baja, acompañados por la inolvidable "celadora" Micaela Morán que fue siempre nuestra cómplice en las pequeñas travesuras estudiantiles. Una mujer encantadora, muy simpática y vivaz, que nos cubrió en más de una pequeña ocurrencia. Tengo muy presente el brillo y la vivacidad de sus ojos, que se perdían cuando sonreía ante alguna "genialidad" nuestra. Llegada la primavera con sus días más cálidos nuestro refugio preferido era bajo la sombra del enorme timbó, que en aquella época lucía lozano. Sus inmensas y protectoras ramas conocieron nuestras confidencias y sueños, mientras devorábamos los biscochos de la panadería Valenti que, bajo la aparente distracción de Micaela y de Felipe, el histórico ordenanza, uno de mis compañeros, el más osado lograba ir a comprar.Los recuerdos se agolpan, y los rostros de muchos de mis jóvenes compañeros y amigos que ya no están vienen a mi memoria: el inolvidable "Gordo" Morabes, Leny Rodríguez, los Benvenuto, Diego, Toto y Edgardo (Edgardo, se nos fue cuando estábamos en 4°; su cruel partida nos sacudió enormemente), Alberto Martín, el Coqui Carboni, Miguel Angel Briosso, Raúl Orbegozo, Néstor Soncini, Néstor Zing, Zulma Orgambide, Susana Caraballo, Ana María Giorno, Ninfa Capurro, Miguel Ángel Agüero, Betty Terraza, Carmen Casali, Zélika Rebossio y hoy me llega la triste noticia de la partida de Ana Berisso.El recuerdo está siempre en nosotros, momentos inolvidables, compartidos tal vez con muchos más que con otros, porque así es la amistad, pero de todos nos quedan imágenes y anécdotas esas que revivimos cada vez que tenemos oportunidad de encontrarnos o de comunicarnos con Carmen, Cirene, Evange, Cristina, Marta, Cielito, Yoyi, Negrita, Norma, María Isabel, Elsa, Dorita, las dos Raquel, Clara, Amelita, Graciela, Ana María, Elba, Luis, Pedro, Abelardo, Antenor, Eduardo, Carlitos, Amadeo, Miguelito, Exio, Juan Carlos....En pocos días nos reencontraremos y reviviremos el ayer. Ha sido un largo camino recorrido, una senda de logros, tropiezos, decepciones, de responsabilidades afrontadas con coraje y convicción, porque eso es lo que, en síntesis, nos enseñó la escuela. Nos fortaleció el espíritu, esa llama interior que no se apaga a pesar de los años.Zélika Alarcón de TamañoLEA MÁS EN LA EDICIÓN IMPRESA EN PAPEL
ESTE CONTENIDO COMPLETO ES SOLO PARA SUSCRIPTORES
ACCEDÉ A ÉSTE Y A TODOS LOS CONTENIDOS EXCLUSIVOSSuscribite y empezá a disfrutar de todos los beneficios
Este contenido no está abierto a comentarios