“El Debate Pregón el 234º Aniversario de Gualeguay
“Salud, ciudad mía y universal, salud “rosa infinita”, salud paisaje puro”. Juan L. Ortiz
“Gualeguay nació como símbolo de la bravura del hombre frente a la naturaleza arisca. Corría el mes de marzo de 1783 cuando 150 hachazos cortaban, casi al compás, la tupida vegetación donde se levantaría Gualeguay. El día 19 se distribuyeron los terrenos. Al día siguiente, Rocamora fiscalizó la elección de los miembros del Cabildo. Se decidió que la villa estaría bajo la protección de San Antonio, por eso fue llamada San Antonio de Gualeguay.” (Fuente: block Sec. de Turismo)
Recordando el Gualeguay del siglo pasadoNos reunimos en la casa de Tuky y Chelo Carboni, junto a Cristina Dunat, también apasionada y memoriosa. Era una tarde lluviosa de la semana pasada, pero le pusimos la alegría de nuestra infancia, de nuestros gratos recuerdos de la vida en Gualeguay unas décadas atrás. La consigna era que hablaba uno por turno para que el trabajo de desgravar no resultara muy difícil. ¿La consigna?, ¡no se cumplió! porque aquí y allá saltaban alborozados los momentos, los lugares, las costumbres, las personas, las calles y paseos que nutrieron nuestra infancia y juventud. ¡Inolvidable reunión!, claro que los resultados los evalúan ustedes, porque aún rondan en mi mente tantos momentos de mi Gualeguay de antes que transcribo a borbotones.Tuky: "Por las tardes, sobre todo en verano, la gente acostumbraba a sacar sus perezosos o sus sillones de mimbres y se sentaba en la calle, no en la vereda, en la calle porque pasaba un auto muy de vez en cuando, y conversaban de vecino a vecino. Frente a casa vivía don Ulises Filipini y Rosalía que era un encanto de persona, al lado don Pancho Pezutti con su esposa Ubertina Longhi, enfrente los Strusberg , don Luis y doña Sara, en la esquina, cruzando la calle, las Aizcorbe, Rosa y Dolores, en la esquina de mi casa Anita Hauscarriague de Carboni. Cada uno desde su casa comentaba los que había pasado, lo que leían en el diario, (en mi casa compraban El Debate, que salía a la tarde), y temas cotidianos. Entrábamos a comer y se dejaban las sillas afuera, no había problema, y al terminar la cena salíamos nuevamente a sentarnos en la calle.Chelo acota: "Recordemos que no había árboles, al menos en esa calle, recién se plantaron en la intendencia de don Alberto Legna, a mediados de la década del 1950, y luego se cortó al medio la Plaza San Martín que por ese entonces tenía los árboles muy jóvenes."Continúa Tuky: "Esa compañía y charla con los vecinos era sumamente grata, ya que cada familia estaba en su casa y a la vez en contacto con los demás. Había una comunión con los vecinos muy fuerte, eran la familia. Recuerdo que mi papá iba a Lazo, traía un cajón de huevos, frascos de miel y repartía entre los vecinos. Lo mismo los demás con alguna otra cosa, un postre, una torta, todos colaboraban. Inclusive si a alguien le faltaban ingredientes para una comida, en lugar de ir a comprar se cruzaban a pedir prestados huevos, una taza de azúcar o de harina. Era algo muy común. Había confianza y fe en que el otro te iba a ayudar. Alguna calles tenían adoquines, algunas tenían la piedra bola y la mayoría eran de tierra."Acota Cristina: "Por esas calles se hacía "la vuelta del perro" que desde lo Curi, pasaban por el Café Murugarren, frente al actual centro de cobro, que tenía grabado en el mármol su nombre, y se iba hasta la calle San Antonio. Los domingos, "esa vuelta del perro" se hacía por la Plaza Constitución, en la mitad sur, los varones en un sentido, y las mujeres en otros. Ahí venían las miraditas, guiños y si se daba, surgían los noviazgos. Con la "vuelta del perro" y un paquete de pastillas Volpi, se hacía el domingo. Además estaban los Arias que vendían chocolate, los carameleros.Cristina sigue recordando "En la esquina de lo Mac Kay, Primer Entrerriano y R. E. de San Martín, en verano, de noche, jugábamos "a las esquinitas" y en invierno, después de un programa de radio del jabón Federal que escuchábamos todos, salíamos a andar en patines, entre ellas Lucrecia Herrero, Chiche Grané. Era la libertad plena, sin ningún peligro."Volvemos a los recuerdo de Tuky: "Cuando yo era chica, íbamos a la escuela de lunes a sábado. Me acuerdo que en de una carrera que iba a pasar por Gualeguay, en la que uno de los protagonistas era Emilio Néstor Pérez Chiama y nos dieron asueto el sábado, ¡una maravilla! Chelo agrega: Era una de las etapas de la vuelta de Entre Ríos que terminaba en Gualeguaychú. Lo acompañaba el Flaco Massina, Antonio, y venían retrasados, pero la gente los esperó. Cuando acordaron pasaron como una luz ya que querían ganar tiempo."Los recuerdos de Chelo: "Gualeguay estaba rodeada de chacras. Yo viví en el campo hasta los 10 años, mi padre tenía lechería. Yo lo ayudaba en el reparto; era sagrado el oficio de lechero, se repartía todos los días. Era como un apostolado. Cuando vine a la ciudad para cursar la escuela primaria, iba a la tarde a la Escuela Chiclana y lo esperaba a mi padre, a la mañana en la Estación. Él venía desde 8 km. Entre otros recorridos que hacíamos pasábamos por los distintos barrios, calles de tierra, calles de piedra bola, ya los caballos sabían dónde tenían que parar. Una de las casas que recuerdo es lo de Manauta en Belgrano y Victoria. Pero había una casa en particular de la que me gustaba la fachada, en la calle Sarmiento, y ¡casualidad!, era la casa de Tuky. (Tuky acota: "Yo nunca atendía el zaguán") Años más tarde, cuando nos casamos, viví en esa casa."Continúa Chelo: "Volviendo a las chacras, particularmente me acuerdo de la 2ª Sección Chacras, que era el vergel de Gualeguay. La mayor parte de la producción de duraznos y ciruelas se mandaba a Buenos Aires porque eran de excelente calidad. Era una de las zonas más prolíferas en cuanto a la fruta. La gente que tiene unos años ya, ha de recordar lo ricos y ponderados que eran los duraznos y las mandarinas. Los chacareros, eran la mayoría de origen italiano, entre ellos los Ferrando, los Scabini, los Briosso. Ya las chacra son pueblo ahora, nos queda su inolvidable recuerdo."Cristina: "Don Juan Sciutto, que vino de Reco, Italia, tenía 18 hijos, instaló la panadería hacia el noroeste de la ciudad, por calles Juan Cruz Miguez y Roca. Nuestra familia está ligada a los Sciutto y en una oportunidad la llevamos a mi abuela para que nos dijera cómo era esa casa. Había un salón grande que le llamaban "la yuta" y no sabíamos qué significaba esa palabra. Con el tiempo me enteré que era el lugar donde molían el trigo para hacer la harina. O sea que esa fue una de las panaderías más antiguas de Gualeguay."...Y la sucesión de recuerdos siguen, pero lo dejamos acá. Sería muy interesante que los lectores sumen recuerdos y anécdotas de este Gualeguay entrañable del que debemos defender su idiosincrasia, sin negarnos al progreso.Prof. Graciela SaavedraLEA MÁS EN LA EDICIÓN IMPRESA EN PAPEL
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