1922
Crónica de Puerto Ruiz en 1922
Refleja “EL DEBATE” del 6 de marzo de 1922 las preocupaciones acuciantes de aquel entonces por los problemas en la navegación del río Gualeguay y las consiguientes dificultades para Puerto Ruiz.- La descripción la hace el cronista de “EL DEBATE” en su edición del día 6 de marzo de 1922 y en ella refleja sus impresiones sobre la visita que realiza a Puerto Ruiz.
Al visitar el Puerto, en medio de un silencio casi sepulcral, y contemplar en su muelle alguna lancha que de vez en cuando aparece, acudían a su memoria los días de movimiento y actividad febril del tiempo en que Puerto Ruiz era el embarcadero de mayor movimiento de la Provincia y uno de los principales de la República. Entre los años 1860 y 1885 -cuenta- eran numerosos los barcos que hacían la carrera Montevideo-Buenos Aires-Gualeguay. Varios tenían por itinerario a Gualeguay-Buenos Aires; y otros mantenían en continua comunicación fluvial a Gualeguay con Santa Fe, Rosario, Victoria y Paraguay. Al mismo tiempo, numerosas lanchas hacían el recorrido entre Puerto Ruiz y la Boca del Gualeguay, donde eran apostados los buques de ultramar. Por ese mismo tiempo, varios vapores conducían la carga y pasajeros a Buenos Aires, entre cuyos principales exponentes el articulista recordaba a Dolorcitas, Colón, Unión, Entre Ríos, Estrella, del Gualeguay, que realizaban la carrera desde Puerto Ruiz. El vapor Joven Paulista tenía por itinerario Montevideo-Buenos Aires-Gualeguay. En cierta ocasión de su vida, había viajado en el vapor con destino a la Capital Federal y en el Puerto había un gran número de embarcaciones que operaban en el trayecto. Así encontró, en su ruta, varios barcos que se dirigían a Puerto Ruiz. Un poco más adelante iban las chatas de Chiama, remolcadas por el Guayascuti, que conducían cargamentos para los buques de ultramar. Al llegar a la Boca del Gualeguay contó catorce embarcaciones de distintas nacionalidades que permanecían apartadas, esperando las cargas que les alcanzaban de nuestro Puerto. Era sensible para él contemplar en ese momento la realidad de Puerto Ruiz, desierto y sin vida, después de haber vivido su época de gloria y esplendor. Los poderes públicos -señala con la firma de Tácito- no han querido nunca escuchar los clamores de nuestro pueblo que esperaba en vano la canalización del río. Los buques han necesitado mayor hondura para continuar frecuentando nuestras riberas, decía. Y, como no se la proporcionaron, debieron cambiar de ruta, obviando a Puerto Ruiz y desviando nuestro comercio y nuestras industrias hacia otros puntos más favorecidos.-
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