Caminos
Caminos rurales en Gualeguay: entre la desidia y la incertidumbre
Los caminos rurales del departamento Gualeguay se han convertido en una geografía hostil. En lugar de ser corredores de desarrollo y conectividad, son ahora verdaderos cursos de agua, quebradas y pozos sin fin. Intransitables para buena parte de los vecinos, estos trayectos se han degradado a tal punto que resulta imposible sostenerlos con un mantenimiento regular —si es que lo hubiera.
La erosión del suelo, el abandono de años y la falta de inversiones viales han generado una situación límite. En las zonas productivas del campo, donde se desarrolla la actividad agrícola, ganadera y forestal, los caminos terciarios, secundarios y de penetración ya no cumplen su rol esencial: conectar a los productores con las rutas troncales y los mercados regionales, y a la población rural con servicios básicos como la salud y la educación.
Estas rutas de bajo volumen de tránsito enlazan pequeñas localidades, parajes y aldeas. Son el único acceso para muchas familias y la base de la economía rural. Sin embargo, las imágenes que hoy devuelven estas vías son las de un colapso estructural.
En este contexto, el reciente anuncio del gobernador Rogelio Frigerio durante su participación en JONAGRO (Jornada Nacional del Agro) encendió algunas expectativas: aseguró que el 100% de la recaudación del impuesto inmobiliario rural será destinado a la mejora de los caminos rurales. Las primeras cuotas, y el pago anual de dicho tributo, vencieron esta semana. Sin embargo, todavía no hay precisiones sobre cómo se implementará esta medida.
Este medio consultó a fuentes cercanas al gobierno provincial, pero hasta el momento no hay información concreta sobre plazos, criterios de ejecución ni asignación de obras. Las entidades agropecuarias, en tanto, coinciden en el diagnóstico: el aumento sostenido de la producción en los últimos años —tanto agrícola como ganadera— ha incrementado la circulación en rutas ya desgastadas, mientras que el mantenimiento fue prácticamente nulo. El resultado: un sistema de caminos en estado de catástrofe.
El tiempo apremia. La falta de una política vial rural coherente y sostenida pone en riesgo no solo la producción, sino la permanencia misma de muchas familias en el campo. Mientras tanto, los caminos de Gualeguay siguen siendo una trampa de barro y agua, con más incertidumbre que soluciones a la vista -
Redacción El Debate Pregón/Genara Pabon Espeleta