Adolescentes
Esta frase me ha conmovido, la adolescencia presenta síntomas tan diferentes a los jóvenes de generaciones anteriores, que considero necesario nos cuestionemos como sociedad y sobre todo como educadores y formadores de los niños. Es decisivo pensar en qué sociedad se conformará en el futuro. Para ello estoy rastreando textos de distintos investigadores y les trasmito humildemente las opiniones que considero valiosas.
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Distintos autores piensan a la adolescencia como ese período en el cual, culminadas ya las tareas de la infancia, se abre un intervalo hacia la adultez. Proceso que implica el abandono progresivo de la familia protectora y nutricia a través de un trabajo de desasimiento - efecto de la caída de los padres como ideales - que permita la inclusión en la cadena generacional y la construcción de la singularidad. Se produce así una importante reorganización psíquica a partir de la cual el joven, con una conducta más independiente, pasará gradualmente a integrar la sociedad de los adultos e, idealmente, logrará la individuación e identidad social a través de la elección de un estudio, un trabajo o ambos; ya que los modos de resolución del proceso adolescente que lleva a la adultez serán vía el encuentro de un amor fuera de la familia y de la posibilidad de armar y desarrollar proyectos que impliquen una inserción social, se tratará entonces de la difícil tarea de poder amar y trabajar.Distintos autores coinciden en definir a la adolescencia como ese período en el cual, culminado ya las tareas de la infancia, se abre un intervalo hacia la adultez, caracterizado por una estructura abierta en proceso de resignificación; por un cuerpo con metamorfosis; por una reformulación de su constitución psíquica; y una reorganización de sus referentes identificatorios, que supone tristezas por lo perdido y angustia frente a la incertidumbre de lo nuevo. Doltó dice: "Lo que caracteriza al adolescente es que dirige su mirada a un proyecto lejano, que el imaginariza en un tiempo y en un espacio diferente de aquellos en los que ha vivido hasta entonces".Los cambios biológicos y psíquicos empujan al cambio, al mismo tiempo que la cultura le exige al joven el pasaje al mundo adulto y su adaptación al contexto social imperante. El adolescente tendrá que hacer el pasaje mencionado a partir de las herramientas adquiridas durante la infancia, enfrentando un mundo complejo, rechazante, competitivo, con precarias mallas de protección social y una inestabilidad que no garantiza un lugar previsible donde poder insertarse.Una sociedad que sostiene ciertos rasgos perversos donde una parte acceda a ciertos "privilegios", al tiempo que tolera que otra parte quede marginada en la pobreza - pobreza por estar por fuera de los beneficios de la cultura, de las riquezas naturales y de libertades de acción o de decisión - perverso aún más cuando pretende que el sector excluido acepte pasivamente su situación.En 1929 Freud sostenía que el ser humano busca la felicidad en el amor, en el trabajo, en la creación y en la invención. Y consideraba que el trabajo cotidiano, por estar potencialmente al alcance de todos, es el recurso más eficaz para enfrentar el malestar en la cultura. Sabemos que esto será posible solo para quienes logren la inserción laboral que les permita su realización en el medio.Quien no cuente con las herramientas que les permitan una inserción social plena quedará expuesto a un desaliento paralizante, a un sentimiento de exclusión, empobrecimiento y desencanto. ¿Qué efectos produce en el adolescente en ese tiempo del rearmado de su subjetividad, de proyección hacia un futuro siempre incierto, el peligro real de quedar por fuera de toda posibilidad de "éxito" en tanto logros que le permitan ser parte de... y no marginado? Los sentimientos de impotencia frente al futuro producen el descreimiento y escepticismo en la posibilidad de la necesaria conquista del espacio social.El sentimiento de debilidad, para enfrentar un sistema social injusto más la amenaza de no encontrar reconocimiento del otro social, propenso a no dar lugar a las generaciones que viene, puede retornar generando modos de respuestas fallidas como la acción agresiva, contra otros (conductas violentas y/o delictivas) o contra sí mismo (conductas adictivas, fugas, trastornos de la alimentación, suicidios, manifestaciones depresivas); o la inhibición (pobreza de intereses, desgano, conductas evitativas, rechazo) de quienes frente a la incertidumbre sobre el futuro y el dolor de la frustración prefieren renunciar a la pelea y se ven muertos o excluidos. Donde debería aparecer la lucha, la rebeldía, hay abatimiento y apatía. Si sabemos que la inserción en el mundo adulto extra familiar, tienen fundamental importancia los apoyos o referentes que la sociedad aporte, como indicadores y soportes de dicho pasaje; la falta de perspectivas futuras son las consecuencias del sentimiento de quedar librados a realizar dicha tarea solo con las propias potencialidades, poniendo así de manifiesto la incapacidad de los sectores más vulnerables para emprender el camino y para adaptarse a los nuevos escenarios.Todos estamos estructurados de tal manera que necesitamos encontrar sentidos para poder vivir. La vida sin esperanza se hace absurda y termina en la parálisis de la voluntad. Toda sociedad debe ofrecer modos de inclusión y pertenencia, posibilitando algún tipo de respuestas que permita el trabajo psíquico de dar sentido a la propia existencia. Bibliografía: Bleichmar Silvia. La subjetividad en riesgo. Blos Peter. Los comienzos de la adolescencia. Amorrortu editores. 2da ed. 2003Fernandez Moujan Octavio. Violencia temprana y cultura.
